por Juan Carlos Castro
Señores políticos, empresarios, obispos, arzobispos, generales, coroneles, gerentes y subgerentes, famosos, millonarios, inversionistas, especuladores, lobbistas, honorables jueces:
Bombardearon a nuestros líderes, a otros los lanzaron al mar, los ocultaron en una fosa. Los que sobrevivieron, se fueron, los acallaron, los compraron o se vendieron.
Ya no tenemos líderes visibles en la marcha.
Nuestras ideas las borraron, las silenciaron, las ocultaron, las desprestigiaron, las compraron, las torcieron.
Que error fue para ustedes no acallar a radio Magallanes a tiempo.
Alguien grabó, alguien escuchó.
Por años se pasó de mano en mano, a escondidas, de oído a oído, de canción en canción. De padres a hijos, de hijos a nietos…
No hay ya casi muchacho o muchacha con un poco de educación que no lo haya escuchado por ahí. Hoy vi una muchacha que se la hacía oír a otra muchacha en plena Alameda, ambas no pasaban los 20 años, con su pelo de colores y sus aros incrustados… El metal tranquilo de su voz…
Ya no tienen a quién culpar, ya no tienen a quién encarcelar.
Busquen ahora dónde está el monstruo que no los deja dormir.
Durísimo cuento. Atento a las obras de este autor valdiviano.