Ana Cristina Leyton Gómez es profesora de castellano y directora del centro cultural del Choapa de Illapel. Editora en Ediciones La Naranja. Tiene publicados cuatro libros de narrativa, cinco poemarios y algunos micro ensayos sobre cultura y literatura. Sus trabajos han sido publicados también en diversas antologías.

“AÑOS DE PAPEL” DE GABRIEL CANIHUANTE
RECUERDOS Y EMOCIONES EN PAPEL RONEO

Por Ana Cristina Leyton Gómez

Conozco la literatura de Gabriel Canihuante desde hace unos 20 años y siempre comento que en su escritura predomina el periodista; sin embargo, en su último libro escribe sobre la infancia y adolescencia de un personaje que es un narrador protagonista, que narra en primera persona, lo que hace pensar en que se aleja el periodista observador y se muestra el autor literario.

Encontramos en el libro “Años de Papel” la cercanía de lo autobiográfico, lugares comunes de infancia y adolescencia, del primer amor, de las cartas de papel, cartas que muchas veces viajaban más de dos semanas hasta llegar a su destino, versos de Neruda ¿quién en los años de papel alguna vez no hizo suyos los versos de algún o alguna poeta?

La tía Charo, decreta en “Notas Adolescentes” que este narrador protagonista será escritor, cuando le regala un cuaderno de 200 hojas blancas con líneas, cuaderno de tapas duras. En esos años tener ese tipo de cuaderno era un privilegio puesto que, el cuaderno de “papel roneo” era el más popular.

Algunos cuentos se nos muestran como un diario de vida, se sienten como una experiencia muy cercana que hace olvidar al narrador y descubre al autor convertido en personaje, al leer lo buscamos entre líneas. Entonces la pregunta es ¿será el periodista?, ¿el cronista?, ¿el escritor o el niño adolescente? Seguramente, la respuesta es todos los anteriores.

Hay mucha sensibilidad en los relatos, por ejemplo en “Papel roneo” se presenta el tiempo transcurrido entre una detención política y el retorno, nos habla de lugares de ausencia, un profesor que retorna a la misma sala desde donde lo sacaron después del golpe de estado civil militar.

En “Apuntes de secretaria” nos lleva al escabroso espacio de un centro de tortura. Cómo un ser humano, en este caso “la secretaria”, se abstrae de la realidad estando a metros de distancia donde se estaban ejecutando las torturas “como una obra de teatro o un guion de una serie de televisión o de una película” esa era su actitud. Hasta que un día ve por la televisión el testimonio de algunos torturados, y toma conciencia de lo que realmente ocurrió en centros de tortura, como en el que había cumplido su labor de secretaria uniformada. Luego la vida la arrastra a una situación impensada.

En la narración que le da el nombre al libro “Años de papel” nuevamente, encontramos al narrador autobiográfico que nos acerca a algo muy parecido a la realidad y casi olvidamos que es ficción.

Quizás el cuento “La huerta viene en camino”, donde volvemos a encontrar al periodista, es el relato mejor logrado. Entretenido, muy creativo, juega con el nombre de Gabriela en la ficción literaria. Procura ser muy cuidadoso en la elección de palabras significativas, que develen a la Gabriela del discurso poético. Así nos encontraremos con la otra, con la real; lo que delata que el autor posee conocimiento sobre el pensamiento de la Gabriela poeta chilena y nobel de literatura. En este relato aparece el periodista pero como personaje, un personaje del siglo pasado, un supuesto periodista entrevistando a Gabriela.

El relato “Diles que vas de parte mía” nos muestra una manera de actuar que llegó para quedarse, la realidad del “pituto” que asomó en todo su esplendor en los ’90 quedándose hasta nuestros días de manera normalizada.

Hay realismo mágico en “Huesos que me hablan”, relato que recuerda a Cortázar en “Historias de cronopios y famas”, el genio que convierte en personaje, incluso, a las líneas de la mano. Gabriel convierte a los huesos en personajes y ¡cuidado! este cuento tiene un grado de profundidad mayor, ya que durante la dictadura y posterior a ella, incluso en nuestros días, los huesos de detenidos desaparecidos encontrados, reemplazan a la persona que siempre estuvo en nuestra mente y no volvió, en estos casos los huesos son un ritual.

En “La imagen perfecta” encontramos cómo, a través de una fotografía, podemos descubrir una historia oculta a través de la indagación de una niña. Ahí aparece nuevamente el periodista que pone en valor la imagen como inicio de una investigación familiar.

El leitmotiv de ‘la vida que no se vivió’, lo que fue y lo que siempre quiso que fuera, lo encontramos en “Pendientes antes de morir” un motivo central que se repite en la literatura.

Un buen cuento es “Paula, te amo”, donde aparece nuevamente “el periodista” presentando lo que puede haber detrás de un rayado callejero, una historia quizás apasionante. La casualidad que da lugar a la ficción, ya que en cualquier parte de Chile hay un Brayan que dice amar a una Paula y a la vez, la golpea.

El cuento del final del libro “Un nuevo lector” me gustó mucho. Es un buen broche de oro para terminar, su lectura dinámica y fluida. Un personaje reivindicado desde el mundo LGTB+Q que nos sitúa en una realidad romántica y sensible, tolerante y amorosa, donde la expresión sincera de la diversidad sexual se manifiesta de manera natural, como debe ser.

En resumen, se puede encontrar en estos “Años de papel” de Gabriel Canihuante: las coincidencias de la vida, lo previsible y lo no previsible, lugares comunes de un tiempo que nos tocó vivir. Lo personal y lo significativo. Quizás podamos especular creyendo que en estas páginas encontramos gran parte de la vida de Gabriel, sin embargo, todos los personajes pertenecen al mundo literario ficcional, incluso aunque tuvieran el mismo nombre y apellido del autor.

Desfilan tipos humanos como por ejemplo: el profesor ausente, el estudiante soplón, el torturador, el torturado, el exiliado, el retornado, el militante clandestino, el guerrillero urbano, el profesor desaparecido, el militante mirista…

Para terminar quisiera invocar palabras de R. M. Rilke “Ninguna obra de arte se ha creado sin que el artista haya conocido el peligro”. Quizás nos encontremos frente al libro de narrativa más auténtico de Gabriel Canihuante donde vuelve a su infancia, recuerda su adolescencia, piensa la tortura, la vida clandestina, el exilio y el retorno.