Por Željka Lovrenčić

Juan Mihovilovich (1951) es uno de los escritores chilenos contemporáneos más importantes, miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua, exjuez y luchador por los derechos humanos durante la dictadura. Se ha escrito mucho sobre él en Croacia (Jerko Ljubetić, Željka Lovrenčić) y sen han traducido cuatro libros: Sus pies descalzos en la nieve (2001, Editorial Bošković, traducido por Jerko Ljubetić); El contagio de la locura (2007, editorial Bošković, traducida por Jerko Ljubetić); Clasificador (2014, editorial Bošković, traducción de Željka Lovrenčić); Yo mi hermano (2018, AGM, traducida por Željka Lovrenčić).

En los últimos años ha publicado dos novelas: Útero (Zuramérica, 2020) y Tu nuevo Anticristo (Simplemente Editores, 2021), cuyo vínculo es pensar sobre la existencia humana y el sentido de la vida.

Útero es una especie de biografía escrita en el conocido estilo de Mihovilovich, autor al que le gusta sumergirse en el subconsciente de los personajes y dedicarse al análisis de sus estados mentales. Pero, junto con los hechos biográficos, aquí también nos encontramos con ficción: parte de la información es inventada.

Como en otras obras (Sus desnudos pies sobre la nieve, El contagio de la locura, Yo mi hermano, algunos cuentos), Juan Mihovilovich recuerda su Punta Arenas natal, el barrio croata pobre donde creció y a su abuelo, quien llegó a Chile desde Pražnice en la isla de Brač. En palabras de Jerko Ljubetić, “describe su región natal como inhóspita y fría”. El hecho de vivir en zona tan helada es probablemente una de las razones del carácter cerrado y reservado de los magallánicos.

Sin embargo, el tema de este gran escritor no es sólo su tierra natal. A menudo busca los motivos universales que van más allá de las fronteras de Chile. Generalmente lo hace partiendo de su propia vida y de acontecimientos vividos en su región natal y/o en su propio país.

Lo mismo ocurre en la novela Útero: el personaje principal, Juan, cuestiona lo que ha sobrevivido y aprendido durante la vida, y luego pieza en temas cercanos al mundo entero. Es un juez y escritor que se encierra en un departamento de su Punta Arenas natal, al que regresa siendo ya maduro cuando piensa intensamente en la muerte y anhela la paz Su deseo es trazar una línea y reflexionar sobre todo lo vivido, aceptar la historia personal y errores y la culpa.

Venir a su ciudad natal a escribir sobre sí y adentrarse en lo más profundo de su alma es al mismo tiempo un acto de resistencia al destino y una búsqueda de la identidad, como lo hace Juan Preciado en Pedro Páramo. La influencia de Juan Rulfo también se siente en esta novela de Mihovilovich.

La trama comienza con el momento presente y luego el protagonista regresa al pasado, donde su ciudad natal es “el lugar en el fin del mundo”, y el barrio de inmigrantes donde vive, símbolo de la pobreza. Ahora está de vuelta en una ciudad moderna: destaca que vive en un departamento con Internet. Nada es igual en ella; todo ha cambiado.

Volver a las raíces y aceptar el destino. Juan nació en 1951 (como el escritor), está casado con una mujer decepcionada que sólo ve lo malo en todo. Tiene dos hijos mayores y una hija adoptiva. Además, dos hermanos. Uno de ellos está completamente loco. Su madre muere repentinamente y sin dolor, mientras que su padre se encuentra en una larga y dolorosa agonía, que hace sufrir a él y a todos los que lo rodean. (No se trata de datos biográficos).

El héroe de esta novela se cuestiona constantemente, analizando todo lo que vivió y lo que anhelaba. Parece que recordando su vida se quiere castigar. Una de las características de esta obra es que está llena de simbolismo. Según muchos, es la más pesimista de todas las no muy alegres novelas de Mihovilovich. En ella, el lector se convierte en testigo activo de la vida de protagonista.

El protagonista le cuenta lo que ha aprendido durante su relativamente larga vida, le transmite sus experiencias y sus sentimientos, le introduce en su intimidad. En las historias personales e íntimas del protagonista (escritor) de la novela, el lector se reconoce a sí mismo y le parece que sobrevivió todo eso.

Además del reexamen del personaje principal y el análisis de la vida que se suele hacer al final de la carrera y antes de la jubilación, esta obra habla sobre el regreso a las raíces y sobre el aceptar del destino.

En Útero, el escritor sintetiza con éxito sus vivencias, recuerdos y sentimientos que interpreta al protagonista de la novela, así como una descripción del mundo en el que vivió y de las personas que lo rodearon a lo largo de los últimos años.

Junto a la vida del escritor que en realidad estuvo marcada por sufrimientos y enfermedades (la esquizofrenia de su hermano y su ansiedad, neurosis, depresión, asma), el tema de esta obra es también es ser y pensar sobre la existencia humana. Es una confesión humana pura y desnuda. Todo está contado sin adornos.

El autor expone sus partes íntimas y revela sus remordimientos, el complejo de Edipo y otras diferentes patologías. No oculta nada. Sus recuerdos son muy dolorosos porque están relacionados con la muerte, el dolor físico y emocional, la vergüenza, la ira, la sumisión, la culpa y su aceptación. Pero, también busca un mundo mejor.

Útero es una obra muy sofisticada y está llena de citas de los clásicos y los poetas y novelistas favoritos de Mihovilovich. También, contiene muchas alusiones a la música, el arte, la historia y todo lo que particularmente le interesa; el escritor sigue la estela de las ficciones de la época del boom que hicieron famosa la literatura latinoamericana en todo el mundo.

Particularmente conmovedoras son las descripciones de las calles de Punta Arenas, ciertos barrios, escuelas, recuerdos de los maestros, familiares y los de la Isla Dawson, símbolo de la dictadura militar que causó especial malestar en Mihovilovich como defensor de los derechos humanos en ese momento.

Aunque pesimista y llena de tonos oscuros, esta novela es verdaderamente auténtica perla literaria por su profunda emotividad e intelectualidad y su homenaje a la extrañeza de la existencia humana.

Y en una novela de sólo cien páginas, Tu nuevo Anticristo, Mihovilovich continúa viajando a través de la conciencia y planteándose preguntas sobre existencia humana. Al igual que la anterior, está llena de simbolismo. También es pesimista, pero parece que ver una luz al final del túnel. El escritor vuelve a recurrir a hechos biográficos, pero también a motivos universales.

Está inspirado en personajes históricos famosos. El personaje principal es Juan, cuyo loco hermano Vicente, un soñador diagnosticado con esquizofrenia, murió repentinamente de un infarto en plena pandemia del coronavirus. Antes de eso, presagió la venida del Anticristo, el inevitable apocalipsis y la destrucción del mundo por la aparición de ese terrible virus.

De hecho, esta obra es el soliloquio de Juan que recorre toda la novela, desde su principio hasta su fin. Piensa en un lugar en este mundo, en la vida y la muerte humanas. La novela entrelaza pensamientos sobre la existencia del individuo y la comunidad social, los problemas psicológicos y dilemas morales. Al descubrir numerosos secretos del universo cada vez más diverso, el personaje principal se acerca al misticismo en sus pensamientos.

Juan recuerda a su hermano que, después de encender un cigarrillo, muchas veces miraba al cielo. En realidad, el personaje de Vicente lo sigue constantemente: con una leve sonrisa, lo observa de todas partes y en cada momento. Por eso lo inundan los recuerdos: además de su hermano, también piensa en su difunto padre, el perro Calpún y en todos aquellos que lo acompañaron en una parte del camino de su vida y que ya no están en este mundo.

Al protagonista le preocupa el hecho de que las fuerzas del mal se están fortaleciendo y la gente está empeorando: provocan guerras, explotan a los niños como mano de obra, destruyen el medioambiente, estimulan cambios climáticos que provocan inundaciones y sequías.

El protagonista de esta obra considera la vida como un viaje que emprende una persona cuando sale del útero: es inevitable que muera. Antes de la muerte, como en la novela Útero, regresa a su Ítaca, que según el escritor chileno Aníbal Ricci no es un término geográfico sino un lugar atemporal en el universo.

El viaje de su vida que comienza en su natal Punta Arenas continúa en Puerto Aysén y pasa por Santiago, terminará en Linares, donde encuentra la tumba de Vicente. Todos estos lugares son lugares a los que Mihovilovich estuvo apegado en su vida. Finalmente, allí se encontrará consigo mismo.

Esta compleja novela que simboliza el camino hacia la muerte tiene treinta y tres capítulos, la edad de Jesucristo. Habla del mundo al borde del colapso. Según Vicente, su caída será provocada por un virus perverso, obra del Anticristo.

El reconocido crítico literario y profesor de la Universidad de Chile, Cristian Montés Capó señala la multitud de contradicciones que abundan en esta obra. En ella, entre otros aspectos, se entrelazan el pasado y el presente, el ser y el no ser, la mortalidad y la inmortalidad, el sueño y la realidad, lo visible y lo invisible, la vida y la muerte, el dolor y el sufrimiento, etc. etc.

Con esa dualidad, también advierte al simbolismo del nombre Vicente: cree que es una alusión a Vincent Van Gogh quien era muy cercano a su hermano Theo. También, destaca el carácter polifacético de esta novela corta y la influencia de Nietzsche en el autor. Junto a los contrastes, cita el sufrimiento que en ella se comenta como uno de los rasgos más significativos y concluye que el escritor nos está diciendo que la vida es en realidad dolor.

El miedo a la muerte juega aquí un papel destacado y, de hecho, es el motivo principal que lleva al autor a pensar profundamente sobre sí mismo y la existencia humana en este mundo. En cualquier caso, tenemos una obra muy valiente, estratificada y simbólica que profundiza las preguntas básicas que el hombre se plantea y que podemos interpretar de diversas maneras. Por ello, no es de extrañar que despertara el gran interés de la crítica chilena, así como de los lectores de su país.