Una cicatriz hecha mordaza

Por Cecilia Palma

Asistí el sábado en la noche a Una Historia para Xipe Tótec, obra con evidente reminiscencia azteca, una nostalgia extraña para Santiago de Chile en los comienzos del siglo XXI; me movía mucho el afán de apoyar el teatro emergente. Hacía frío y la ciudad se encontraba en la hora previa al “carrete”. Hasta ese minuto me hacía la pregunta del porqué del nombre de la obra.

La respuesta la obtuve enseguida. Ana, personaje a través del cual conocemos la historia, desarrolla la leyenda de Xipe Tótec (Nuestro Señor Desollado), que dice que cuando un guerrero mata otro, le saca la piel y se viste con ella con orgullo. En ese acto, el vencedor adquiere del otro, del muerto; la energía, la fuerza, el pensamiento y, además, le asegura a su pueblo y a su familia, una buena cosecha. Esta muda de piel, es la metáfora que ronda toda la obra; es el anhelo de una mejor vida y también, el olvido.

La puesta en escena es sencilla y compleja a la vez; hay varios tiempos espacio-temporales que conviven en pocos metros cuadrados; donde existe una cicatriz que urde la historia de tres mujeres; Inés, la abuela, Julia, la madre y Ana, la hija. Ellas, al borde de la miseria, del hastío y la desesperanza. El asesinato por amor, que acomete Julia en contra de su mamá y su posterior encarcelamiento modifica sustancialmente la vida de la pequeña Ana, quien es adoptada por una pareja de clase alta a la edad de once años. Ana sigue su vida, dejando sepultado ese pasado doloroso; que se viene abruptamente a la memoria cuando, en circunstancias previas a un largo viaje con su pareja, Andrés; se entera por las noticias que Julia se ha suicidado en la cárcel.

El personaje de Andrés es el conductor, la tijera que descose los recuerdos de su mujer y quien la reconcilia con ese pasado tan duro.

Llama  la atención un break que hacen los actores, en pleno desarrollo de la historia, quienes se desprenden de los personajes por unos minutos para tomar un café. El humeante líquido transporta a los jóvenes a la realidad y es un lapso en el que ellos mismos opinan acerca de la historia. Me pareció muy interesante esta intromisión, dejando al público en ascuas, a la espera de los hechos que desencadenan la separación de esta familia.

Los sueños abandonados de Julia, la inmovilidad de la abuela, la pobreza extrema, la imaginación de la niña y sus metafóricos caracoles, hacen de Una Historia para Xipe Tótec una obra con ribetes de cruda realidad pero sin caer en la exageración de la interpretación de la misma; es decir, no hay aquí una apología a la pobreza, hay; sin embargo, una historia humana, sensible, profunda y reconciliadora que llega de muchas formas al público.  Tengo que mencionar, eso sí, que el final no es menos duro: Andrés, desde su posición de pareja, acoge a esta nueva Ana con todo su pasado, pero también, la obliga a silenciarlo, como si aquel no hubiese existido nunca, intentando sepultar el verdadero origen, la verdadera clase social a la cual ella perteneció.

Ahora, la cicatriz es la mordaza.

 

 ***

 UNA HISTORIA PARA XIPE TÓTEC

LUGAR: ESPACIO ARTE NIMIKU  (CRESCENTE ERRÁZURIZ 346 METRO IRARRÁZAVAL)

FUNCIONES: DEL 7 AL 29 DE MAYO

HORARIO: VIERNES Y SÁBADOS 20:30HRS

DOMINGOS 20:00HRS

RESERVAS: loshijosdelachina@gmail.com o al 8-2410218

 PRECIOS:

ENTRADA GENERAL: $3000

ESTUDIANTES Y TERCERA EDAD: $1500

 

FICHA ARTÍSTICA

OBRA: Una Historia para Xipe Tótec

COMPAÑÍA: Los Hijos de la China

DRAMATURGIA: Natalia Bronfman

DIRECCIÓN: Daniela Jofré

DISEÑO INTEGRAL: Toro

SONIDO: Juan Esteban Vega

ELENCO: Consuelo Zamorano / Daniel Cartagena / Daniela Espinosa / Natalia Bronfman

PRODUCCIÓN: Natalia Bronfman

DURACIÓN: 1 hora.

xipe9

xipe7

xipe6

xipe8