Autora: Silvia Rodríguez Bravo
Novela, 274 páginas. Edit. Zuramerica, 2022.

Por Juan Mihovilovich

“Si las mujeres estamos capacitadas para subir a la guillotina, ¿por qué no podemos subir a las tribunas públicas”?

-Olympe de Gouges – escritora y filosofa. Francia 1748-1793, págs. 180-182.

En esta interesante obra confluyen dos aspectos esenciales que le otorgan un carácter único y distintivo: por un lado, la historia de una mujer no común, Belén, y por otro el carácter épico de una feminidad oculta en la historia de la humanidad, que le da un soporte ineludible a la evolución de hombres y mujeres de este mundo.

El caso es que Belén es originaria de Colbún, en la Región del Maule. Su madre es Mercedes y tiene unos hermanos que todo el tiempo se preocupan de ella, luego que esta regresa después de un largo período ausente. Su vida ha sido una verdadera odisea, un transitar riesgoso y dolido. Su espacio ha sido reiteradamente invadido por Gustavo, su pareja de entonces, y quien desarrollará acciones deleznables que terminarán por desarmar, en una primera aproximación, la subsistencia de Belén.

Su retorno a Colbún es una suerte de recuperación existencial, toda vez que del relato se va desprendiendo, secuencialmente, que Belén conlleva sobre sus hombros el peso irremediable de una condena injusta. En efecto. Fruto de sufrir continuos actos de violencia intrafamiliar por parte de Gustavo se produce un desenlace –apenas insinuado entre líneas al comienzo- respecto de un hecho que, aunque conocido por su familia, suele quedar en la trastienda dolorosa de un olvido imposible.

De ahí que su vuelta implique, por un lado, recobrar parte de su vida pasada, del cariño de su madre y hermanos, como igualmente retomar un texto que su abuela Amalia le leía durante su primera infancia y que fue poblando su memoria de hechos y lugares llenos de magia, pero que en cuanto su adolescencia emergió, tal libro le causaba desazón, un temor manifiesto de saber que en sus páginas se anidaba también todo el poder del mal.

Con ese temor en la memoria Belén retomará ahora, con mayor madurez, La Biblia de Lilith, una obra monumental de origen desconocido y cuya lectura en tiempo presente irá ahondando en sucesos y acontecimientos poblados de mujeres que, durante épocas pretéritas, fueron consolidando una parte significativa de la historia universal, de las civilizaciones primigenias, sustentada en la realidad y también en el mito, aspectos que el lector (a) deberá discernir.

De ese modo se desprende de su lectura que existe una etapa inicial que fuera redactada en cinco tablillas por Lilith en forma de Diario de Vida y en la que va narrando el universo creado por la Diosa Em, denominada igualmente como Borei. En tanto que la etapa posterior fue diseñada en cuarenta y dos Papiros, claramente delineados y en que constan los aportes realizados por diferentes mujeres ignoradas por la historia patriarcal, pero que dejaron su impronta como testimonio ineludible de su dedicación, trabajo, esfuerzo e inteligencia.

En esa perspectiva, la trama de la novela se sustenta –se reitera- en esos dos ejes centrales: el regreso de Belén a sus orígenes, y la lectura de La Biblia de Lilith. En el desarrollo de esas lecturas Belén va consolidando una manera de comprender, de visualizar el orden de un mundo que ha hecho del ser femenino sujeto de dominación, de estar ubicado siempre en la trastienda de los acontecimientos relevantes, pero que, por obra y gracia del texto en cuestión, re-descubre los cimientos de una participación femenina que le da sustento a su propia vida.

En tal sentido y a medida que se avanza en ambos planos, ellos tienden a confluir, no obstante, su aparente yuxtaposición. Cuando Belén retrata su propia esfera de pensamientos, de sentimientos y de acción, está siendo motivada en gran parte por las coordenadas de Lilith.

A través de la descripción sostenida de los quehaceres de esas mujeres ilustres percibe que su propio espacio ha sido domeñado por la voluntad masculina. Por ello sufre una condena absolutamente injusta, a pesar de haber estado amparada en una clara y legítima defensa. Ha sufrido la ignominia de la cárcel, de ser humillada y vilipendiada por un supuesto delito que jamás cometió.

De ahí que la pureza de un ambiente natural, de establecerse en Colbún, ese pequeño reducto de la Región del Maule desde donde proviene, la hace reencontrarse con sus verdaderos espacios, con su gente, con el devenir apacible de una zona descontaminada física y espiritualmente, aunque ese reencuentro no estará exento de nuevas experiencias afectivas en la exploración incesante de su verdadera identidad.

Los recuerdos de un pasado obtuso y deprimente no la harán abdicar de la reconstrucción de su destino. Sus deseos de recuperar el paraíso extraviado por la dominación masculina tendrán un resultado que será fruto de su perseverancia, pero también de un entorno familiar que la proveerá de un apoyo irrestricto.

Una novela matizada de aspectos domésticos, de diálogos sencillos no exentos de profundidad, que van dando cuenta de esta aparente contraposición aludida.

Ambas líneas de narración desembocarán en un desenlace que resulta alentador, no sólo para Belén, en esa ansiada restauración de su femineidad más profunda y valedera, sino también en la proyección que una pléyade de mujeres ejemplares que configuraron La Biblia de Lilith y que le dará las fuerzas suficientes para que dicha redención se consolide definitivamente.

Una obra bien estructurada, con evidente claridad conceptual, con fluidez en el discurso, con aspectos históricos reales y la instauración de un mito que la autora, Silvia Rodríguez, ha querido consolidar como sustento real de su propuesta.

Y sin duda lo logra.