Miguel Pérez
Universidad Alberto Hurtado, Colección Antropología
El libro consta de dos partes, seis capítulos y una conclusión. 277 páginas

En esta publicación se caracteriza la acción colectiva en torno a la vivienda desde una perspectiva histórica y etnográfica, relevando su aporte a los movimientos sociales y a la lucha por la justicia social, “en un contexto como el actual, en el que el sistema político parece no siempre comprender cuáles son los anhelos y expectativas que movilizan a los sectores populares que buscan conquistar una vida digna”. Para llevar a cabo esta investigación se realizó un trabajo de campo de diez y siete meses entre los años 2011 y 2015, y se consultaron fuentes históricas y etnográficas que permitieron analizar los discursos de los pobladores y sus movilizaciones a partir del siglo XX y describir las acciones llevadas a cabo por comités de vivienda.

El autor señala el carácter cambiante de las protestas por la vivienda en Santiago, destacando que actualmente en un contexto neoliberal, es necesario reconocer tres aspectos centrales: la forma en que las nuevas generaciones de pobladores utilizan las antiguas movilizaciones populares en torno a la vivienda, como fuente de poder simbólica; la contribución que hacen al cuestionamiento del sistema político “mercantilizado” y el uso de la categoría moral de la “dignidad” para articular demandas de transformación social.

Para desarrollar estos planteamientos explica en forma muy detallada y basado en perspectivas teóricas e históricas, la constitución de los pobladores y pobladoras como una subjetividad política expresada en las movilizaciones urbanas, estudia y caracteriza el surgimiento de organizaciones por la vivienda en la historia política chilena, describe las formas en que se ha conformado la periferia urbana y los efectos de las políticas neoliberales de vivienda en la construcción de ciudadanía.

Es así como, desde comienzos del siglo XX el Estado chileno desarrolló políticas de vivienda para responder a los movimientos sociales liderados por los “sin Casa” y estas organizaciones desplegaron distintas acciones para lograr el propósito de la casa propia, una de las principales en el período de la Unidad Popular, fueron “las tomas”. Con el golpe de Estado se anuló a este movimiento y se erradicaron campamentos y reprimió a los habitantes de estos asentamientos, “incapaces de obtener soluciones habitacionales mediante la ocupación de terrenos y la autoconstrucción, las familias populares que no lograron la casa propia comenzaron a ser caracterizados como allegados”. Despojados de su quehacer colectivo por la vivienda, los pobladores y pobladoras se sumaron al movimiento social que luchó por la democracia.

El retorno a la democracia desmovilizó a los pobladores porque “los gobiernos post dictadura incrementaron el gasto público en proyectos de vivienda subsidiada, construidos sobre las bases de los programas neoliberales implementados a fines de los setenta”. Si bien se logró reducir el déficit habitacional, las familias fueron obligadas a radicarse en la periferia de la ciudad. En los años dos mil resurge el movimiento de pobladores y pobladoras pero no como ocupantes de tomas de terreno, sino como beneficiarios de subsidios estatales.

También es muy interesante la comparación de los movimientos por la vivienda de nuestro país con los de otros países de Latinoamérica, demostrándose que las protestas por esta reivindicación han configurado una identidad de ciudadanía urbana que interpela al Estado y lucha por una dignidad que trasciende a la vivienda y pone la atención sobre los derechos en términos amplios.

En síntesis, esta publicación enriquece la mirada de la histórica reivindicación por una vivienda, al transformarla en una lucha por el derecho a la ciudad y a la dignidad. A su vez, reconoce y destaca la gran capacidad de adaptación de los y las pobladoras que deben enfrentar contextos políticos despiadados (neoliberales) para encontrar apoyos a sus demandas estratégicas. Se resalta el “habitar” como elemento esencial en el derecho a la dignidad, “los movimientos urbanos han aparecido a través de las acciones de residentes urbanos pobres que, ya sea en su condición de arrendatarios, ocupantes ilegales de terrenos o allegados, entienden la ciudad como un espacio no solamente de injusticia, opresión y violencia, sino que también de insurgencia, contestación política y democratización”. La propuesta esencial de esta investigación, es la necesidad de recuperar la ciudad para su habitante, como un espacio de dignidad y participación transformadora.