Cuento tal vez oído en un bar
a las tres de la mañana
A Lauro Zavala
Me dijo que el Emperador, conmovido por su prosa, le regaló
diez años más de vida, al cabo de los cuales le concedería una
noche para la lectura de lo que hubiese escrito y luego lo decapitaría.
El escritor miró a las estrellas y comprendió que su tiempo era
un pestañeo en el universo. Tomó entonces a su hija pequeña y comenzó
la tarea.
Al cumplirse el plazo, el Emperador se presentó ante su puerta.
El escritor trajo a la muchacha y le dijo:
—Cuando termines la lectura, la devuelves a su madre y me
decapitas.
Luego, el escritor retiró el manto de seda que cubría el cuerpo
de su hija.
El Emperador contempló los hombros, el cuello, las axilas, el
pubis y vio que el cuerpo entero de la muchacha estaba escrito en
una apretada caligrafía.
Creo haber oído que aquella noche el Emperador amó a la muchacha.
Dicen que la leyó una y otra vez, pero lo asombroso es que
a cada giro del amor, los cuentos se entremezclaban y nunca podía
leerse la misma historia.
El escritor murió anciano. El Emperador también de viejo y
feliz.
Dicen que la muchacha no murió jamás.
A veces va a los bares, y antes de desnudarse, cuenta historias
como ésta.

 

 

Umbrales
Deberá haber un hombre que sube las escaleras cada noche
en el desvelo. Debe dudar en un escalón, en otro se arrepiente
del intento (éste cruje alertando), en el otro, decide. Allí, la madera
se queja bajo el peso del hombre erguido. Luego, descalzo,
sigue otro donde se interroga y al siguiente es incapaz de darse
respuestas. Jadea cuando llega hasta la puerta enronquecido, y
apoya la frente para calmarse con la textura fría. Sacude la cabeza,
espantando el coraje y, derrotado, baja en puntillas.
Y ella está del otro lado, sin atreverse a adelantar un gesto, rígida,
expectante y febril otra noche más, como cientos de noches,
aferrada al libro de versos que envejece entre sus sábanas,
aguardando.

Las que miran hacia atrás
Yo quiero a la mujer de tetas grandes, esa que no vive para
otros, no espera nada, sólo siente el olor de la tarde y derrama al
anochecer su tristeza acodada en la ventana.
Las muchachas del pueblo miran de reojo para atrás por si nos
ven a los muchachones seguirlas o verlas con descaro.
Yo quiero a la otra, la mujer gruesa y pesada de las tetas grandes,
aunque pueda ser mi madre, como todos dicen.
Yo le caería a besos en las axilas, le mordería breve el pubis, la
haría gemir triste, como toda ella, hasta que le brotara la risa y pudiera
ser como las otras, una vez, sólo una vez, y cuando escuchara
mis pasos tras ella, por fin sonriente, miraría para atrás.

 

Llamadas perdidas
El chirrido susurrante de los neones del mundo anuncia que
allí se acumulan, dolorosamente, las llamadas perdidas.

Cada noche, marco tu número al otro lado del océano con devoción.
Ningún tsunami me disuade. Lo dejo sonar tres veces y
cuelgo. El ritual me reconforta.

En Adelaida el viento de julio encabrita el mar, para que desde
el centro abrigado del país regresen los aborígenes, crucen la ciudad
hasta los bordes de la tierra, y devuelvan la dignidad a la arena,
violada por tantos siglos de planta extranjera y poderosa.

 

Pía Barros (1956 Melipilla, Chile) Feminista, escritora y tallerista.. Desde 1978 se ha dedicado a su gran pasión: dar talleres literarios. Actualmente es directora de Talleres Ergo Sum y de Editorial Asterión. Dirige el Proyecto Internacional Basta!, contra la violencia de género. Es autora de los libros “Miedos Transitorios” (1986), “A Horcajadas” (1990), “El Tono Menor del Deseo” (su primera novela, 1991),
“Signos Bajo la Piel” (1994), “Ropa Usada” (2000), “Lo que ya nos encontró” (2001), “Los que sobran” (2002),
“Llamadas perdidas” (2006- microcuentos), “La Grandmother y otros” (2007- microcuentos), “El lugar del otro” (2010) ,“Las tristes” (2015- microcuentos) , “Hebras”, (2020- microcuentos), Duele, (Ed Sherezade, 2021- microcuentos). Sus textos se encuentran publicados en numerosas antologías y sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Ha obtenido numerosas distinciones. Es miembro de SECH, (Sociedad de Escritores de Chile), REM (Red de Escritoras de Microficción) y de AUCH (Autoras Chilenas).