LO NO DICHO

 

Amor, hace días que se te vienen cayendo las palabras por ese hueco que te hicieron los milicos en el pecho. Yo las he ido recogiendo casi todas y te las tengo guardadas en los bolsillos, para que cuando pase la pena se las llevemos a la niña al cementerio. Te ofrecería mis hilos y agujas para zurcirte la herida, pero con las palabras en que te desangras, cada noche me armo cuentos para poder conciliar el sueño.

“Mujeres” Ediciones Sherezade, 2021 (libro objeto).

 

LIBERTAD VIGILADA

Nosotros lo acompañamos donde vaya. Estuvimos con él por años en Punta Peuco, encerrados en la cárcel de su memoria, que no nos libera, que se niega a dejarnos salir, que nos retiene cuando le preguntan por nosotros. Por eso nos acostumbramos a estar junto a él, a seguirlo, a visitarlo por las noches, a acompañarlo por los pasillos de su prisión VIP, a meternos en el televisor de su dormitorio y hablarle desde ahí, hasta que llora, hasta que grita que nos vayamos, hasta que llegan los gendarmes y lo calman.

Ahora ha sido indultado y vuelve a su casa, con los suyos. Anciano de mirada triste. Ojos de niño asustado. Nosotros vamos con él. Somos sus escoltas, somos los que mandó al mar atados a bloques de rieles, los que calló con el cuchillo corvo acariciándonos el cuello. Somos los inocentes que enterró vivos en la Cuesta Barriga. Somos los que se sientan a los pies de su cama y sombras negras en la oscuridad, vamos trepando por su cuerpo hasta su garganta, donde apretamos para que salga la verdad. Somos quienes lo acompañaremos hasta la muerte.

“Cuerpos cansados”, Ediciones Imposibles, 2019.

MALA FORMA DE MORIR

Todo viene con letra chica, caramba, contratos,  shampoo, instructivos. Si hubiese sabido que el Ricinus que encargué te haría evacuar de esa manera, no habría puesto doble dosis. Mírame ahora limpia que limpia y tú, convulsionando sobre tus vómitos, avinagrando casa, sábanas, alfombra. Que ni para morir seas decente, Antonio.

 

LA DESGRACIA DE LOS ÁNGELES

Ambos tienen un superpoder. De un día para otro se volvieron invisibles. Deambulan por las calles sin soltarse la mano, rastrojean basureros de los restaurantes y juegan en las piletas de las plazas. Lloran lágrimas mugrosas cuando tienen miedo. Gritan palabrotas a ver si logran llamar la atención. Pero no.  Nadie los ve, nadie los escucha. Por las noches brillan como los ángeles en una ciudad parecida al infierno. La luz les duele, la calle les duele. Él tiene ocho años y su hermana cinco y la vida entera para no ser vistos.

 

LO NO DICHO

Amor, hace días que se te vienen cayendo las palabras por ese hueco que te hicieron los milicos en el pecho. Yo las he ido recogiendo casi todas y te las tengo guardadas en los bolsillos, para que cuando pase la pena se las llevemos a la niña al cementerio. Te ofrecería mis hilos y agujas para zurcirte la herida, pero con las palabras en que te desangras, cada noche me armo cuentos para poder conciliar el sueño.

 

RECREO

A los fantasmas, a la oscuridad, a las hormigas, a los monstruos, a los ogros… Los niños del Kinder ríen mientras cuentan, cada uno, a qué le teme llegada la noche. 

Andrea no se atreve a decir que ella les tiene miedo a los cigarrillos encendidos. Tampoco dirá que le teme a los días de sol, como ese, donde usa camisetas manga larga para que no se vean las marcas en sus brazos.

 

Rescatadora

Va por las calles recogiendo las palabras que se escapan de bocas ajenas. Hurga en los huecos de muros donde se apoyan los amantes por las noches. Rescata a aquellas que quedaron dando eco en los teléfonos públicos o en los andenes, cuando el tren se va. Entra a las salas de espera de los hospitales y toma las que algunos dejan abandonadas en los asientos. Recoge a las mal dichas y las acuna con ternura en sus manos huesudas.

En la soledad de sus insomnios, s e dedica a repararlas, a unirlas, a darles forma, a crear historias con las que se protege del frío que significa morir de realidad.

 

 

Voyerista

El escritor recortó en cada ejemplar de su novela una ventana pequeñita Por ahí observa a sus lectores, escucha comentarios y se deleita con los elogios.

Últimamente ya no se dedica a escribir, si no a capturar gestos, comportamientos, a escuchar conversaciones ajenas. Incluso a veces opina en charlas familiares sin que nadie se lo pida. He ahí la importancia de dejar los libros siempre cerrados.

 

 

Deseo concedido

El Hada Madrina frota la décima lámpara que encuentra en la feria de antigüedades, pero nada. No aparece ningún genio. Al parecer, hasta las lámparas han perdido la magia. Sigue buscando, está decidida a volver a ver a ese hombre azul, grande, fornido, de pies esfumados. Ella también necesita que alguien le cumpla sus deseos.

 

LORENA DÍAZ MEZA. Licenciada en Letras. Profesora de Lenguaje y Comunicación. Escritora. Ha publicado “Príncipe busca princesa”, “Sangre en el ojo”, “Piratas de ciudad”, entre otros. Es monitora de talleres literarios y Directora de Ediciones Sherezade.

Lorena Díaz Meza (Santiago de Chile, 1985). Licenciada en Letras, Profesora de Lenguaje y Comunicación. Diplomada en Edición y publicación de textos (PUC) y en Edición de LIJ (UDP). Ha publicado los libros de cuentos “Existe” (2004, Mago Editores) y “Bajo llave” (2011, Editorial Asterión) y los libros de microficción “Príncipe busca princesa” (2013, Ediciones Sherezade y 2014, Editorial Micrópolis, Perú), “Sangre en el ojo” (2017, Ediciones Sherezade), “Piratas de ciudad” (2020, Ediciones Sherezade) y la micronovela “La herida abierta” (2023, Editorial Asterión). Ha sido traducida al inglés, al francés y al griego. Es monitora de talleres literarios y directora de Ediciones Sherezade.