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 Mi hija usa la misma palabra para llamar a los pies, a los pájaros y a los ombligos. Esto es un pie, hija mía, y no un pájaro, la corrijo con severidad, tomando entre mis manos uno de sus piececitos tibios, palpitantes, alados y cubiertos de plumas.

 

de La sueñera, Sudamericana, Buenos Aires, 1984 y Cazadores de Letras, Páginas de Espuma, Madrid, 2009

 

 

 

 

 

LA QUE NO ESTÁ

 Ninguna tiene tanto éxito como La Que No Está. Aunque todavía es joven, muchos años de práctica consciente la han perfeccionado en el sutilísimo arte

de la ausencia. Los que preguntan por ella terminan por conformarse con otra cualquiera, a la que toman distraídos, tratando de imaginar que tienen

entre sus brazos a la mejor, a la única, a La Que No Está.

 

 

de Casa de geishas, Sudamericana, Buenos Aires, 1992

 

 

 

 

 

 

 

 

PROFETAS Y CATACLISMOS II

 El quisiera ser temido y respetado, pero la gente sencilla lo trata con afecto. En esta zona de la ciudad hay tanta desgracia individual que las modestas tragedias colectivas se comparten sin pena. En su valijita de plástico un poco sucia, el profeta humilde lleva siempre con él dos o tres catástrofes menores. Un viento fuerte, capaz de levantar unos cuantos techos de chapas, ese terremoto pequeño y gastado del que está tan orgulloso, una epidemia de conjuntivitis viral.

 

 

 

 

EL QUE ACECHA

 Mi espada hiende el aire. La herida se cuaja de goterones sangrientos. ¿He acertado por fin en el cuerpo del que acecha, enorme, del otro lado de la

realidad? ¿Es la música de su muerte este vago rugido estertoroso, esta respiración gigante? ¿O es el aire mismo el que, partido en dos, agoniza?

Asoma por el tajo la hoja de otra duda, de otra espada.

 

 

 

 

de Botánica del caos, Sudamericana, Buenos Aires, 2000 y Cazadores de Letras, Madrid, 2009

 

 

 

 

 

LA CIUDAD SOÑADA

 Usted llega, por fin, a la ciudad soñada, pero la ciudad ya no está allí. En su lugar se eleva una cadena montañosa de indudables atractivos turísticos.

Pero usted no trajo su equipo de andinista, no tiene grampas, ni cables, ni vituallas, usted trajo una guía de restaurantes y un buen traje, y entradas para el teatro. La ciudad, por el momento, está del otro lado, y el guía le ofrece atravesar

la cordillera a lomo de mula. Y mientras avanza lentamente sintiendo que su columna vertebral, que sus riñones ya no están para esos trotes, usted percibe en la reverberación del aire que la ciudad está volviendo a formarse a sus espaldas, temblorosos y transparentes todavía los rascacielos, como medusas del aire.

 

 

 

de Temporada de fantasmas, Páginas de Espuma, Madrid, 2004

 

 

 

LA PEQUEÑA LUCÍA ZÁRATE

 En su edad adulta, la mexicana Lucía Zarate llegó a medir cincuenta centímetros. Pesaba dos kilos y medio y era perfectamente normal en cualquier otro aspecto. Fue la enana de circo mejor pagada de la historia. En 1880 ganaba nada menos que veinte dólares la hora. Murió una noche por congelamiento, cuando el tren en el que viajaba quedó varado en las Montañas Rocallosas.

Aquellos que van en peregrinación hasta el lugar de su deceso, la consideran una intercesora ante la divinidad. Instalada a los pies del Trono del Señor, sólo ella en toda la jerarquía de santos sería capaz de resolver los pequeños problemas que los demás desdeñan. Se ruega a la mínima Lucía para que nos libre de los callos, el mal aliento, las visitas inoportunas, la gente que habla en el cine, las manchas de comida en la ropa buena y la picazón por alergia de contacto.

 

 

de Fenómenos de circo, Páginas de espuma, Madrid, 2011 y Emecé (Grupo Planeta), Buenos Aires, 2011

 

 

 

 

LA CRUZADA DE LOS NIÑOS

 En 1212, motivados por los inspirados sermones de un niño alemán y un niño francés, treinta mil niños europeos se lanzaron a luchar contra los infieles por la restitución de Tierra Santa. Muchos días y noches de oración a las orillas del Mediterráneo no lograron que se abrieran sus aguas. Casi la mitad de los niños desertó, casi la mitad murió de hambre, enfermedades y penurias. Los dos mil restantes lograron embarcarse hacia Medio Oriente y fueron vendidos como esclavos a los turcos por los patrones de los barcos. A los analfabetos se los empleó en tareas agrícolas, en las canteras y las minas. Los que sabían leer y escribir, trabajaron como traductores. A uno de ellos se atribuye la invención de este relato, que la mayor parte de los historiadores consideran falso, erróneo o legendario.

 

De “La Guerra”, Emecé (Grupo Planeta), Buenos Aires, 2019 y Páginas de Espuma, Madrid, 2019.

 

 

 

Ana María Shua (Buenos Aires,1951) es autora de novelas, cuentos, microrrelatos y literatura infantil. Entre otras distinciones obtuvo el Premio Nacional, la Beca Guggenheim y el Konex de Platino.  Muchos críticos la consideran el máximo referente del microrrelato en español. Ha publicado en el género La sueñera, Casa de Geishas, Botánica del caos, Temporada de fantasmas y Fenómenos de circo, que figuran como obra reunida en Cazadores de Letras (Madrid) y Todos los universos posibles (Buenos Aires). Su libro de microrrelatos más reciente es La Guerra,  En 2016 recibió en México el Premio Internacional Arreola en Minificción. Su último libro es Sirena de río (cuentos). Parte de su obra ha sido traducida a quince idiomas.