Por Sonia Cienfuegos

A Cristóbal

En el tumulto de tus brazos

Charles desde Bruselas escribe (sic):

«»Es el titulo de la proxima novela del famoso escritor peruano. El libro relata la vida del revolucionario sudamericano de origen nipon por el padre y andino por la madre, Custodio Niquitanipone Huancay, mas conocido come el «Comandante Custe», quien vive hazanas en Paris, Barcelona, USA y otros suburbios del planeta. Despues de una vida agitada y peligrosa se exilia en la zona chilena de los valles transversales donde se enamora de Charlotte Millefeux de Bengala, una mujer hermosisima que despues de dejar su Lima natal se establece junto con Custodio en la IV region, donde viven una vida al margen de todo el mundanal ajetreo de las grandes capitales donde transcurrieron la mayor parte de sus vidas. Hoy el Comandante Custe solo soporta el tumulto de los brazos de su amada…»»

Ainos desde Santiago – Chile – responde, continuando el relato de Charles:

«Charlotte Millefeux de Bengala y Veldala, amaba intensamente a Custe como se lo demostraba en la intimidad caliente de la Cuarta Región, en forma transversal, horizontal, vertical y dependiendo cómo se escondiera el sol, de modo tangencial. Lo amaba por la mezcla étnica que advertía su piel, por su manera de alucinarla con sólo tocar su mano y musitar «Charlotte» pronunciando con fuerza niquitanipone la e, como si fuera la única y última palabra que exhalara en el postrer minuto de su vida y por su aura de chamán y monje zen. Se preguntó muchas veces en Lima si sería capaz de abandonarlo por Custe. Sentía que después de haberlo conocido, su vida había cambiado; que el encuentro y el amor no habrían podido darse antes ni después, sino ahora en los confines del planeta, en medio de la confusión/ agitación/ turbación de los brazos de su amado subvertido-revolucionario, Custodio. La leyenda dice que en las mañanas, mientras Charlotte miraba còmo sus jardineros regaban las plantas del largo corredor de su casa en medio del agreste y verde paisaje de la Cuarta Región, era posible oírle decir: sólo Él custodiará mis sueños”.