jorge molderPlato Frío

Una cucharada de miel, dos de mantequilla, tres granos de pimienta negra enteros y las frutillas limpias y escurridas. Derretir la mantequilla con la miel en un sartén de cobre. Agregar la mitad de la fruta, reservando las más grandes y lindas para el final. Saltearlas en la mezcla a fuego lento para que suelten su sabor. Dejar reducir.

Mirar por la puerta entreabierta al grupo en la terraza devorando el asado y las ensaladas que usted misma preparó previamente. Observe a su marido pasar la mano por las nalgas de su mejor amiga recién separada que se deja hacer con los labios entreabiertos. Atienda la salsa y ponga una rejilla para que la llama no la queme como le pasó a usted cuando los descubrió jadeando como quiltros en el cuarto del planchado.

Maneje bien sus tiempos, la reducción es lenta, sin apuros, la fruta debe impregnarla con su aroma. Arme las copas con el sorbete helado de limón. Reserve el de su marido. Ponga la salsa  en las copas restantes y decore con las frutillas enteras que reservó. Añada una hoja de menta fresca para la nota de color. Mezcle, en un pocillo aparte, las pastillas pulverizadas de Viagra con el resto de  la salsa, ponga sobre el sorbete, decore con la frutilla más grande y no olvide la menta. Lave cuidadosamente el pocillo, séquelo y déjelo caer al suelo. Deséchelo en el basurero. Tome la bandeja y salga, cuidando de pasar por el lado de su marido de manera que, como siempre, coja la copa con la frutilla más grande. Finja enojo diciéndole: ¡Qué falta de educación, Ignacio, las visitas primero! Él responderá como siempre:¡Tranquila, mijita!¡ Estando bien con Dios, los santos son inquilinos!

Sírvales a todos. Disfrute el suyo y mire a su marido comer con la avidez que lo caracteriza. Enfrásquese en una conversación liviana y simpática con sus invitados, de manera que,  cuando su esposo  se pasee desesperado  con un priapismo  extra large, usted pueda poner la expresión facial adecuada a las circunstancias, aún si la situación termina más tarde en paro cardíaco.

 

Para que aprendas

 

La mira a través del humo de los cigarrillos: el perfil armonioso, los mismos cabellos rojizos, boca   color del vino, pestañas  oscuras. Por un momento se inquieta pero desecha los pensamientos reiterativos y se concentra en su trago. No va a caer en ese juego maligno con  que la maldita le atormenta  cada noche.

 –Otro igual-, pide al cantinero y la busca con la mirada. Ella se levanta y camina  hasta el pasillo que lleva a los baños. Él espera, apurando su trago,  pero la perra no sale. Conduce hasta su casa con desesperación. En el cobertizo remueve la tierra  hasta que la encuentra. Escupe su rostro y  ríe con alivio.

―Se acabó  ―le dice―,  y amarra sus pies con cadenas.

 Mientras la vuelve a enterrar, como todas las noches, la amenaza:

 ―Si te vuelves a salir, te taparé con cemento, para que aprendas.

 

Interrogaciones

 

¿Quién la mandó a sonreírle, a llamarlo por su nombre, pedirle que le pasara el frasco de mermelada de ciruelas y desearle un buen día?…Y después, ¿por qué se hacía la loca cada vez que lo encontraba al salir de su casa o cuando esperaba  detrás de ella para ayudarla en el supermercado? ¿No fue ella la que  dejó la ventana abierta esa noche? ¿No le dio lo que quería, acaso, lo que le estaba pidiendo?  ¡Ella   golpeó primero con la lámpara del velador! ¿Cómo podría  saber que era tan delicada de cráneo si apenas la lancé contra la pared  se partió como una sandía? A ver, respóndame y explíqueme, porque es la primera vez que me pasa algo así, ¿o me va a decir que las otras tenían la cabeza mucho más dura?.

― ¿¡Cuáles otras!?…

― ¿No le he contado de las otras, inspector jefe?

 

Una oferta difícil de rehusar

 

― ¡Quiero un trato, inspector! Mi abogado no está de acuerdo, pero yo quiero  la  pena de muerte. A cambio les daré los cuerpos de las  anteriores  sesenta.  Las familias quedan contentas y se ahorran una búsqueda inútil. Lo único que pido es que se me ejecute después de los libros y la película que, de seguro, se hará de mi vida como  asesino serial. Todas las ganancias que se derivarían de esto serían donadas para mejoras carcelarias, ¿qué le parece?

 

Nobleza obliga

 

Lord Carnavon-Bell  la conduce al dormitorio principal de su mansión. La desposada se sorprende al ver la fúnebre decoración de la estancia. Cortinajes y cobertores de terciopelo negro con ribetes plateados y profusión de candelabros con cirios encendidos cargan la estancia con un olor a capilla ardiente. Temblorosa deja que la doncella la vista con sus ropas de noche detrás del biombo y cuando estuvo lista enfrenta a su esposo.

― ¡Eres magnífica, querida!―y volviéndose a la mucama agrega―: Qué suban el féretro.

― ¿Qué féretro? ―pregunta ella espantada.

Al ver su cara de horror, Lord Carnavon-Bell explica:

―¡Ese fue el trato, querida niña! Tu padre te casó por mi fortuna y mis títulos. Entre ellos  tengo uno en  Necrofilia… ¿sabes qué significa?…

Ella negó con la cabeza. Él abrió la puerta para dejar entrar a los sirvientes que portaban el ataúd.

― No te preocupes, tú  callada, con los ojos bien cerrados y  no tendremos ningún problema.

 

***

Estos textos fueron leídos en el Carrusel de microcuentos negros, en el marco del Segundo Festival Iberoamericano de Novela Policiaca “Santiago Negro»), 5 al 9 de octubre de 2011.

 

Susana Sánchez Bravo

Nació en Valparaíso, realizó estudios universitarios en la Universidad Técnica del Estado. Su área de competencia es la Publicidad y la Comunicación.

Ha sido docente en universidades chilenas y extranjeras, entre ellas, el Politécnico Nacional de México y la U. de Oslo, Noruega, durante un exilio que se extendió por quince años y tres países. Ha publicado en las antologías Cuentos Chilenos, Edt. Kinkulén, Berlín; Viernes con Bach,  Edt. Pegasus, Ámsterdam; y en las publicaciones del Taller de Pía Barros. Su primera novela, Espacios Condenados,  es publicada el 2004  por  Edt. Cuarto Propio. Edt. Asterión publica el 2007, Secretos Menores y non tanto, textos y minificciones y Ojo de Medusa (novela) el 2011.