La clínica del susurro

Propuesta para el Fomento de la Lectura a través de la “Clínica del susurro”.

Por Pedro Guillermo Jara

Presentación

Más que una ponencia este es un trabajo de acercamiento al problema, sumada mi experiencia personal en el tema de la lectura ya que el tópico propuesto en esta mesa es tarea de pedagogos,  educadores,  investigadores, cientistas de la educación.

Yo soy escritor y lo más que pude hacer fue conversar con algunas personas vinculadas al área para luego ofrecer una propuesta personal que pretendo desarrollar y que he denominado “Clínica del susurro” y que se relaciona con el mentado Fomento de la Lectura.

 
El micro-cuento, la minfi ficción, el cuento breve, la brevetura

El micro cuento, la mini ficción, el cuento corto, el relato breve, la brevetura, es un género cuyo padre es el cuento tal cual lo conocemos sumando las teorías, entre otros, de Julio Cortázar, Juan Bosch, Horacio Quiroga, Allan Poe, Wladimir Propp.

 En torno al micro cuento también se ha desarrollado una serie de teorías que han surgido desde los propios escritores y/o investigadores en torno a las temáticas, formas, cultores y lectores de estas pequeñas obras que resplandecen por si mismas.

Para mí, el micro cuento, género al cual adscribo desde hace varios años, aparenta al agua por su forma,  estructura y peso, pero que no lo es: haga el ejercicio de recibir en su mano ahuecada una cantidad de mercurio y me comprenderá: esta materia es líquida, aparenta agua,  pero tiene el peso del metal. El micro cuento es una estrella que colapsa conservando en su corazón el peso real de lo que fue esa estrella. Sumando, claro está, el resplandor de ese cuerpo. El cultor del género termina pensando en breve, en conciso, en apretado, trasformando el tiempo y el espacio en un abismo constante: “Los puntos cardinales son tres: norte y sur”, escribía Huidobro.

Una pequeña obra de arte

Sería válido preguntarse si un nanometraje (un video 30 segundos de duración) incentiva a alguien a apreciar el cine.

También es válido preguntarse si un mini cuento, una mini ficción, un relato breve, una brevetura, puede llevar a un lector a entusiasmarse para leer un cuento un poco más extenso o leer una novela.

O si la banda sonora propuesta por Kubrick en “La naranja mecánica”, indujo a los jóvenes  para escuchar las versiones originales; o si se entusiasmó con la música clásica.

Leo esta pequeña parábola que me contó el artista Ramón Vergara Grez, que lo conocí en el Concurso de Pintura Valdivia y su Río, en la década de los 80:

Parábola del objeto artístico que cambiará al mundo

En verdad en verdad te digo, Pedro:

Vendrá un día en que un artista creará una escultura muy bella, pequeña y grácil, de bajo costo y que podrá ser adquirida por cualquier hijo de vecino.

Cuando el vecino coloque esta escultura en la mesa del living descubrirá que la pintura del lugar no se adecua a esta belleza y decidirá pintar las otras piezas.

Pero una vez que pinte la casa por dentro se dará cuenta que la pintura exterior también necesita una mano de pintura.

Su vecino, para no ser menos, también pintará su casa. Y todos los vecinos del barrio harán lo mismo.

Y de este modo todas las poblaciones procederán a pintar sus viviendas.

Y cada una de las regiones de este Reino relucirán de todos colores.

Y muy pronto los países vecinos pintarán a sus países.

Y los continentes, para no ser menos, procederán a pintar a sus respectivos continentes.

De este modo, a partir de una pequeña escultura, bella y grácil, ideada por un artista,  podrá provocar el cambio.

Sobre esta base es válido preguntarse, entonces, si una pequeña obra, un micro cuento, por ejemplo, puede provocar un cambio o si esta obra es autónoma y tiene validez en sí misma al producir belleza.

 La imitación

Cuando niño comencé a leer por imitación. Veía a mis padres leer, leer, leer, hasta que un día, por imitación, tomé un libro y se inició en mí la práctica de la lectura. Durante el día vivía aquellas historias y deseaba que llegara la noche, acostarme temprano, para retomar la lectura y saber el final. Al igual que mis padres terminé leyendo, leyendo, leyendo.

 El Rincón del Vago y otras voces

Melita Velásquez, profesora de Castellano del Liceo de Niñas Santa María La Blanca de Valdivia me comenta: “El Rincón del Vago es el enemigo número uno de los profesores. Es un portal en internet en donde está TODA la literatura resumida y exigida en los colegios. Y además, interpretada”.

Y me pregunté si este Rincón del vago se refería a “vago” o a “vaguedad”  Revisé el Diccionario de la RAE: Vago: adj. Vacío, desocupado. Dícese del hombre sin oficio y mal entretenido. Ú. t. c. s. 2. Holgazán, perezoso, poco trabajador. Vaguedad: Calidad de vago, vacío, desocupado.

Christian Miranda, es Dr. en Educación, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral de Chile. Sobre el Fomento de la Lectura me comenta que el Ministerio de Educación, si bien no tenía una política explícita de apoyo a la lectura, desarrollaba fuertemente el trabajo con los textos escolares enfrentando a los estudiantes en distintos tipos de lectura. Pero que en Chile no existía una política del libro.

A nivel nacional, y a partir de los magros resultados de pruebas estandarizadas a nivel nacional e internacional, en el ámbito del lenguaje, asociado a los bajos niveles de comprensión lectora que tienen los jóvenes de nuestro país tanto en básica, en educación media y entre los adultos, los niveles de comprensión lectora del chileno, entre los 15 y  25 años, este nivel, de 1 a 5, es de 2, en la media nacional. Y que en estudio realizado a estudiantes universitarios, a propósito del pensamiento crítico, acontecía más o menos lo mismo.

María Isabel Larrea, profesora de literatura e investigadora en el tema del micro cuento, Directora de la carrera de Lenguaje y Comunicación de la Universidad Austral de Chile, me comentaba de la complejidad del micro cuento radica en las múltiples lecturas y que ella abordaba el tema desde la perspectiva del lector y de las exigencias que desencadenaban en este lector al enfrentarse con un micro cuento.

 La “opiedad”

Cuando estudié literatura en la Universidad Austral, tuve un profesor de latín que era uruguayo: Waldemar Castell. Había sido sacerdote Jesuita y me comentaba: “No todos se merecen la verdad. Sólo algunos, che”. Y luego añadía: “El poder mantiene al pueblo ‘opiado’, drogado con opio, para poder manipularlo”. Hace un par de años mi profesor murió y nunca regresó a su Montevideo.

La tele

¿Acaso el poder mantiene al pueblo ‘opiado’ a través de la televisión? En la televisión chilena la cultura tiene que ser “entretenida”. Se ha farandulizado al pueblo. En estos últimos años la televisión también se ha democratizado: el pueblo se manifiesta en ella con sus íconos, sus futbolistas, sus personajes, sus modelos. Sus historias están en la tele. Ni qué decir que la televisión es un medio muy poderoso que manipula conciencias y que también posee la enorme capacidad de educar. La época actual es el imperio de la imagen. La mía era la palabra, la radio; el libro, la revista.

Christian Miranda comenta: “Aquí hay un problema ideológico. No podemos desconocer la política explícita del gobierno militar de desincentivar la comprensión y el análisis crítico: había una sola historia, la historia oficial; una sola narrativa, la oficial. Los textos de estudio no presentaban distintas tendencias o enfoques para comprender a autores como Kafka o a Marx. Hay un tema ideológico que se posesiona en nuestra sociedad a partir de los 70 y que la Concertación no ha podido revertir. La ideología neo liberal tiene un déficit en el ámbito social, cultural, humano. La lectura pasa por eso también”. 

Libros caros

En Valdivia, en una clase magistral, Gabriel Salazar recordaba una cifra alarmante: el año 2005, el 66 % de los chilenos no leyó ningún libro; y el 45 %, no entendió lo que leyó.

A partir de esta cifra se podría pensar que un gran segmento de la población no comprende la realidad en la cual vive. Que no comprende el mensaje.

Los libros en nuestro país son los más caros de toda América Latina. No sé por qué. En Valdivia, producir un libro de 60 páginas, medio oficio, papel bond 24, blanco, cubierta de 180 gramos, 500 ejemplares, tienen un valor unitario de imprenta de mil 200 pesos. Son los datos de la Editorial El Kultrún, de Ricardo Mendoza. No sé el valor unitario en Santiago. Y después de ese valor viene la plus valía, el IVA, el distribuidor, el librero y el resultado final que incide, me imagino, en la lectura por el costo del libro.

La difusión

Cuando me encuentro con algún profesor de Castellano, un ex compañero de  mi carrera o de mi ex  Escuela, le comento:

—¿Cuándo me vas a invitar a tu curso a leer mis cuentos? Se entusiasman, me palmotean y se van. Pasa el tiempo hasta que nuevamente los encuentro:

—¿Y? ¿Qué sucedió? Finalizó el año y nunca me invitaste a tu curso para leer mis cuentos. Risas nerviosas.

 Y regreso con Melita Velásquez, profesora de Castellano del Liceo de Niñas Santa María La Blanca de Valdivia que me ha invitado en un par de oportunidades a sus clases de literatura. Allí he leído y no se imaginan cómo lo he disfrutado. Los estudiantes tienen la oportunidad de conocer de cerca de un escritor, de palparlo, de olerlo, de enterarse de qué se trata esta profesión. El raport ha sido mutuo. Y aquí deslizo la pregunta que se nos ha encomendado en esta mesa de ponencias: La mini ficción y el fomento de la lectura: ¿Sirve para desarrollar el gusto por la lectura en los jóvenes?

No sé qué fenómeno se ha producido en ese joven auditor en una lectura de cuentos. Francamente no sé si se gatilla algún fenómeno en él, si se entusiasma por leer a otros autores fuera de los exigidos en los planes de estudio en su colegio.  

Y nuevamente a la imitación

Jorge Ojeda Águila, narrador, gran cuentista, antologado y premiado a nivel nacional e internacional, fallecido hace un par de años, recordaba una experiencia en el Liceo de Hombres de Valdivia en donde estudió.

Me contaba que en el último curso en humanidades tuvieron que leer El Quijote. Completo. El curso se resistió. Nadie quería leerlo. Que era fome, aburrido, latoso. Jorge Ojeda pensaba lo mismo hasta que cierta tarde comenzó a leerlo, mordisqueando una ciruela verde con sal, como cuando leía a Cortázar. Y cuando llegaba el día de clases con el profesor de Castellano, se reía solo, moviendo la cabeza, con su mamotreto bajo el brazo. Sus compañeros, intrigados, le preguntaban durante el recreo:

—¿De qué te ríes?

Y Ojeda respondía:

—Es que estoy leyendo a Don Quijote y putas que es entretenido. Se pasó Cervantes… se pasó… qué buena novela…

Sus compañeros, intrigados, comenzaron a leer a Don Quijote. Para fin de año TODOS lo habían leído. Y obtuvieron buenas notas, por supuesto. El profesor de Castellano no comprendía lo que había sucedido en el curso.

“Clínica del susurro”

Partiendo desde la premisa que en las casas de Chile existen pocos libros y que no se lee por distintos motivos y por ende, la imitación no se produce, es que propongo la siguiente estrategia para promover el Fomento de la Lectura: 

1. Conformar un equipo multidisciplinario: profesores, psicólogos, escritores.

2. Seleccionar dos cursos: uno será el grupo experimental y el otro, el grupo control.

3. Realizar una encuesta de los hábitos de lectura de los estudiantes de cada uno de los grupos a partir de lo que solicitan en la biblioteca del colegio o en las bibliotecas públicas.

4. Seleccionar a estudiantes por un marcado hábito de la lectura: lectores que no sólo lean textos exigidos en el plan de estudio sino que lean por el placer de leer.

5. Analizar, a través de un sociograma, cuál es la posición de estos estudiantes en el curso: si son líderes, marginales, informantes, en dónde se ubican desde el punto de vista social, cuáles son sus nexos con respecto a sus pares.

6. Tomar a estos estudiantes, sin que sus compañeros se percaten, y adiestrarlos para promover y entusiasmar a sus compañeros en el hábito de la lectura, comentando y opinando sobre lo que están leyendo.

7. Medir los resultados en los grupos experimentales y de control.

8. Evaluar la metodología.

Y re-afirmo lo del inicio: esta es una tarea de investigadores, educadores, especialistas en el tema de los hábitos de lectura y de lo que se reconoce como Fomento de la Lectura en colegios, sumando, claro está, el placer la lectura en los hogares.

Para una próximo Congreso daré cuenta de los resultados de la “Clínica del susurro” para enterarnos si la mini ficción y el Fomento de la Lectura sirven para desarrollar el gusto por la lectura en los jóvenes.

Valdivia, julio de 2007.

(*) Esta ponencia fue leída en el Encuentro Chileno de Minificción, Santiago 1-4 Agosto 2007.

Mesa de Ponencias: La mini ficción y el fomento de la lectura: ¿Sirve para desarrollar el gusto por la lectura en los jóvenes?