Pedro Murúa Castro es colaborado de Letras de Chile. Los invitamos a leer poemas de su autoría: «Usted se encuentra en un viaje» y «El jarrón pétreo», fueron publicados en su primer libro, «En otras palabras» (2018). Los otros poemas pertenecen al libro “Voces de un cuadernillo preocupante” (2019).

USTED SE ENCUENTRA EN UN VIAJE

Usted se encuentra en un viaje
respire profundamente
no olvide que
aprendió a dosificar el amor
para su mayoría de edad.

Adopte una posición adecuada
comience a sentir su cuerpo pesado,
sus músculos se distienden
y comienza a sentir el peso de su pasado.
Sienta el control de sus impulsos,
la circulación en su cuerpo,
su tendencia al centro social.

No piense en sus horas de insomnio
ni en el texto de inteligencia emocional
que alguien le impuso.
Olvídese de la angustia
se introducirá en los dominios
del autocontrol.
Tampoco piense en la bomba
que no estallará.

Deje sus preocupaciones
los compromisos están allí,
imagine una bella avenida
de magnolios en flor,
usted en el centro de ella.

Ahora: en lo más profundo
fluctúe, no razone;
tenga presente
que no trasmutará.
Sienta la paz y la serenidadde un bello arte musical,
permanezca así un momento
donde quiera se encuentre.

Entre y salga
de una nueva consonante.
Todos los misterios,
todos los anillos del arcoíris
desembarcan en torno a usted.

Luego de un momento
comience a despertar,
póngase de pie y
deje atrás el diván rojizo
con patas de cobre.

Repita el ejercicio
cuantas veces pueda;
estece tranquilo
su tendencia al olvido
está controlada,
sus tics siguen en tratamiento…

EL JARRÓN PÉTREO

Leonor estuvo hoy,
dejó junto al velador un jarrón
azul y pétreo.
De seguro volverá por él.
Tomó algo de mí y se marchó,
algo como un espacio ocular,
como un rostro de sueños.

Elena es su otro nombre.
Incrustado en mi corazón,
saluda a niños, padres y tiranos internos.
Me temo que aún la amo,
y ella se aleja,
aunque volverá por el jarrón pétreo.
No estoy seguro.

Esa noche ella celebró mi ignorancia,
la caída del cabello.
Mientras el dibujo rupestre del jarrón nos miraba.
Aquel dibujo vital y azul
me llevó en otro tiempo a viajar.

Los caminos recorridos tienen piernas detenidas,
en alguno de ellos estará Leonor,
rosada y perfumada,
esperando la copa de vino
que del jarrón azul saliera.

NECESIDAD DE LAS MASCOTAS

Algunos días pienso
que una mascota podría
acompañarme.
No pienso en ello
de forma racional.
Me encuentro
en busca de un triunfo denegado.
Mi pensar poético tal vez
lo quiera, y las alegrías
de una gesta
me alejarían de cierto tipo de estepas.
Hay plantas y palabras que se despliegan en el desierto,
un verdadero milagro en expansión.
O tal vez esté equivocado y
mi espíritu atolondrado no se ha sosegado.
Pensar para existir no es suficiente,
de eso no cabe duda.
No pienso en los días
en que una mascota podría
acompañarme.
Nunca ingresaría por la puerta
ancha a un sistema como aquel.
No pienso en los días
en que un verso sangrante
agrietó aún más mis sentidos.
En silencio y con pánico de fondo
termino este paisaje;
parco y predicado comienzo a perdonar
y me declaro excluido,
ungüento de sal y agua de vertiente
contaminada por la sociedad.

DESIERTO FLORIDO

Hacia este lado pueden ver
lo que fuera el mayor de los desiertos.
De aquel inmenso lunar árido
hoy sólo quedan unos cuantos metros cuadrados.
Se ha visto que él mismo añora aquellas temporadas en que
su luminosidad prendía de vigor
los aparatos electrónicos de la ciudad.
Tan vital fue fragor
que cultivó especies en floración con diverso carácter.

Las teorías sobre su desaparición son múltiples,
van, desde la exigua memoria que arruinó sus vías de acceso,
el uso indiscriminado de su aterciopelada superficie
hasta que realmente nunca estuvo en los planes del Creador.

La ciudad que todos creíamos conocer
hoy está triste; se han encontrado
singulares indicios de su pasado.

Cada tarde varios camiones
llegan con toneladas de sinsabores,
pañales de angustias desechables,
felicidades de rostros con culpas,
numerosos restos de banquetes
y comidas que la pobre gente devoró

en determinadas mañanas
en determinadas épocas,
ilusamente, creyendo ser parte de una cultura.

La ciudad mañana se verá más vital
habrá un simposio de sumo concurrido
sobre Basurología,
científicos, religiosos y humanistas
debatirán sobre los miedos
y la sangre que por mucho tiempo
han aparecido en los restos de la basura.

La ciudad aquella, mi ciudad,
mi desconocida ciudad
esperará con ansiedad inusitada
los resultados de aquel encuentro.

Mientras tanto, pueden observar
cómo se marcha el azul sereno de mis palabras
y en un gesto que bien podría valer su voluntad,
dejo de ser humano.

Alguien golpea la puerta de mi futuro, presente y pasado,
no la abriré;

después de todo
las obligaciones se han ido.

Ya no humano, evito compromisos,
afectos fingidos, saludos innecesarios,
hipocresías menos que cometer y
voluntades que no nacerán.

Desde hoy dejo de ser humano
ingreso a un círculo sin retorno
bien lo saben valles y glaciares en retirada.

Una gran roca cae sobre nosotros.
¿Qué extraña fuerza la ha arrojado?

Desde hoy, cada viernes

muero orinado en la esquina de aquel desierto
y encuentro el lugar donde siempre debí residir.

AUSENCIA CON BODEGÓN

A Emma P.

Cuando los minutos
y las horas nos falten
vendrán las ganas
en que tu nombre
será el espacio vacío
que cubrirá mi corazón.

Sé que tengo todo lo posible
y que lleno
como la luz de la luna
un vaso agrio de tristezas.

Se marcha la pena
de tener que esperarte cada día
y llega la sensación de tener que saberte
cada día ausente.
Me queda
la acuarela que juntos veíamos,
me quedan tus ojos y tus labios
en la cima de los cerros
cubiertos de aves y matorrales.

Me queda el entender
que las palabras ya no tienen
ese significado que esperamos.
Me quedas tú, acá,
en el centro vital un mundo segregado.

Un bodegón cítrico
me despierta cada otoño
y me saluda con burlas que no entiendo,
pero que hieren
como cuando el triunfo
es la más feroz de las derrotas.

Pedro Murúa Castro