Por Eduardo Contreras Villablanca

Esta selección de textos de Antonio Rojas Gómez, periodista y escritor de larga trayectoria, es una buena muestra del gran oficio del autor en la narrativa, en particular en el cuento.

El libro parte con Olivia, que se podría considerar una nouvelle. Un texto conmovedor, que se inicia cuando ella es atropellada, y luego de eso viene un flashback en el que se va develando una sorpresa. Los lectores se dejarán llevar por esta linda historia, un buen punto de partida para el libro.

Algunos textos provocan nostalgia, como Don Blas desaparece, que nos muestra una vida de barrio que ha ido desapareciendo en las grandes urbes (excepto en algunos reductos, como el barrio Yungay en Santiago). Una vecindad en la que la desaparición de un integrante de la manada no pasa inadvertida, y algunos buscan soluciones al enigma. Es triste pensar que hoy, en la buena parte de nuestros barrios, la desaparición de una persona que vive sola, probablemente ni siquiera se notaría.

Esos cambios en la convivencia de las comunidades, debido a la evolución de las urbes en una economía de mercado, asoman en otras historias del libro, por ejemplo, resalta esa mutación en una de las frases finales del cuento En aquel tiempo: “Bueno, historias como esta ocurrían en aquel tiempo cuando se vivía más despacio. Ahora que la vida es más rápida, también ocurren. Y son intrascendentes”.

La cita anterior, ilustra una de las fortalezas del autor en el manejo del lenguaje: el excelente uso de las puntuaciones, algo que a veces no se le da la importancia que merece. Otro buen ejemplo de ello, se da en el cuento Hijo mío, un gran cuento, estremecedor, uno de mis preferidos en esta selección, y que ya conocíamos por haber formado parte de la antología Santiago Canalla, compilada por Bartolomé Leal. Al inicio del cuento, refiriéndose a la pareja del hijo, el narrador nos dice: “No era la compañera que deseaba para él. No era el hijo que deseaba para mí. Pero era mi hijo. Y era su compañera”. Cada punto y seguido le da fuerza adicional a las declaraciones.

Hay frases profundas, que dejan al lector reflexionando. Como en el cuento Nicolasa Fernández, otro de mis preferidos dentro de esta muestra en que todos los textos son buenos. En el contexto de esa historia, aludiendo al personaje femenino, que tomó ciertas decisiones, y optó por una forma de vida burguesa, la siguiente frase me resultó muy potente: “Lo que sucede, Nicolasa Fernández, es que una persona quisiera vivir muchas vidas, pero solo tiene la oportunidad de vivir una”. Un cuento en que el amor está al centro, y que a mi juicio define mejor que un diccionario, esa expresión portuguesa que no tiene traducción directa al castellano: saudade.

No haré una referencia en detalle a cada uno de los once cuentos, solo mencionar que se abordan temáticas que retratan muy bien la condición humana, como los conflictos familiares, en El retrato del tío Federico, o el repudio y la marginación a las personas diferentes, en el caso de El monstruo.

Finalmente, el cuento que da nombre a la obra. Está fría la noche, dedicado a la periodista Mónica González. Este trabajo nos muestra la teoría del iceberg de Hemingway en todo su esplendor. Tres agentes de los aparatos represivos de la dictadura, conversan en una camioneta. La punta del iceberg en este caso, es el hilo de la conversación, que nos va develando, sin que en ningún momento se haga explícito, que un vendaval está por desencadenarse.

Está fría la noche.
Antonio Rojas Gómez, 2023
Editorial Forja
130 páginas