Wber Rúa (Medellín, Colombia) es Licenciado en Lengua Castellana, narrador oral, promotor de competencias comunicativas, corrector y editor de textos.

Su trabajo de animación a la lectura parte de la propuesta ALEJO: Aprendizaje, Lectura, Escritura, Juego y Oralidad.

Pesadilla

Cuando la momia despertó de su largo sueño, estaba sobresaltada. En sus pesadillas era un faraón del antiguo Egipto.

El canto del marinero

Se sintió cautivada por la dulce voz que percibieron sus oídos. La hermosa sirena no tenía cerca un mástil del cual amarrarse. Por un momento dejó de contemplar su imagen en el reflejo de las cristalinas aguas. La venció la curiosidad. Se asomó para ver de dónde venían los acordes musicales. Vio al joven y solitario marino tañendo su laúd. Ella se acercó un poco más. Se disolvió, se desintegró en partículas de agua y sal al perderse en el resplandor y el ardor de los melancólicos y enamorados ojos del joven marinero.

Disforia de género

Después de la cirugía de reasignación de sexo, ella se convirtió en una mujer sintética; y él, en un hombre simbólico.

Romper la rutina

Los últimos cinco años de su vida, desde que se pasó a vivir cerca a una estación del Metro —para ahorrarse unos pesos y ganar tiempo— (Metro calidad de vida), los ha vivido de forma idéntica. Levantarse a las 4:30 a. m. bañarse, tomar café, dirigirse a la estación del Metro, esperar dos pasos atrás de la línea amarrilla. Sus últimos años habían sido desesperantemente iguales. Ese día pensó: «Hoy voy a romper la rutina», y se lanzó a las vías del tren.

El deseo

Era un día caluroso. El campesino se detuvo por un momento a descansar de su arduo trabajo en el campo. Mientras permanecía debajo de un árbol, un anciano se le acercó y le pidió algo de comer. El campesino no ocultó su molestia, pues no le complacía tener que compartir su comida con un desconocido. Sin embargo, desesperado por la impertinencia del anciano el campesino accedió a darle las sobras de su comida.

Antes de marcharse, el anciano le dijo al campesino que en gratitud de su generosidad le concedería un deseo, cualquiera que fuera. Pero debería tener mucho cuidado con lo que pidiera, ya que su vecino obtendría el doble.

El campesino pensó que era una broma del anciano, sin embargo, le dijo que necesitaba tiempo para meditar bien qué debía de pedir, para no desperdiciar tan valiosa oportunidad.

—Me parece muy bien —dijo el anciano—. ¿Qué te parece si nos vemos mañana a esta hora en este mismo lugar? Seguro ya sabrás qué pedir.

—Está bien —dijo el campesino—, no vemos mañana.

Durante todo el camino a casa el campesino iba pensando en qué podría pedir. Pero lo atormentaba que pidiera lo que pidiera su vecino obtendría el doble que él. «Qué podría pedir —pensaba—: una gran hacienda; pero su vecino tendría otra el doble de grande. Dinero, mucho dinero; pero su vecino tendría el doble que él. Una hermosa mujer; pero su vecino tendría una doblemente hermosa o dos mujeres igual de hermosas a la suya».

En medio de sus meditaciones se quedó dormido. Al día siguiente se dirigió al encuentro con el anciano. Se sorprendió al verlo. El anciano, al verlo llegar, le preguntó:

—¿Has pensado bien qué es lo que deseas? Te recuerdo que lo que pidas, tu vecino tendrá el doble.

—Sí, ya sé qué pedirte. Algo que no me moleste que mi vecino tenga el doble. Por favor, sácame un ojo.