Por Jorge Lillo

Donde se transcriben párrafos del diario de un loco

No tengo claro el recuerdo…
tal vez mi memoria falle…
no recuerdo los detalles…
la verdá es que no me acuerdo.
Sí, del sánguche de cerdo
que llevaba en el bolsillo,
y tu chaleco a bolillo
con florecitas violeta
a juego con tu chaqueta
de un leve tono amarillo.

No, no, no; eso fue un martes;
y no amaneció nublado,
porque me habría acordado
de haber pasado a avisarte.
Estabas en Bellas Artes,
en el banco de madera
que está junto a la escalera
enfrentando aquella plaza,
con el tipo que te abraza
explorando tu cadera.

Pero no recuerdo nada
del hombre de la escopeta,
ni de su mirada inquieta
ni su sonrisa malvada.
¿Eso fue en la madrugada
o sería al mediodía?
El mendigo que pedía
se sentó justo a tu lado:
llevaba un saco cargado
de cosas que recogía.

Todo este asunto confuso
es un nudo en mi memoria
y otra sería esta historia
sin el nubarrón difuso.
Recuerdo que nos propuso
cambiar nuestros calcetines
por unos viejos bluyines
que estaban bastante rotos;
después me subí a la moto
y me fui por donde vine.

Nos metimos en un cine
–parece que rotativo–
donde me quedé dormido
perdiendo los escarpines.
Perdona que me empecine
en intentar olvidar,
pero no recuerdo aquel bar
que mencionas en tu carta,
ni del chaquetón de marta
que me acusas de robar.

La cosa es que no me acuerdo
de aquellas cosas mundanas,
como aquella damajuana
que te dejé de recuerdo.
Me comí el sándwich de cerdo
que envejeció en mi bolsillo
y te dejé, hecho un ovillo,
el chaleco de florcitas
que usabas en las monjitas
para pasar el cepillo.

Me despido cortésmente
de tu reproche indignado;
haré como que he olvidado
haber tomado tus lentes;
mas tendré siempre presente
al tipo de la escopeta
que te rompió la chaqueta
con algunos perdigones.
No recuerdo las razones,
pero a veces sí me inquietan.

JORGE LILLO / 12 DE NOVIEMBRE DE 2023