El escritor Diego Muñoz Valenzuela comenta el cuento La sonda del despertar de Zhou Daxin, publicado en esta página y presentado el 3 de noviembre de 2023 dentro del marco del Convenio entre la Asociación de Escritores de China (Club de Lectores de Literatura China) y la corporación Letras de Chile. La actividad completa puede verse en nuestro canal Youtube:

LOS TESTIGOS SILENCIOSOS

Lo primero que debo consignar en esta feliz ocasión de abordar el cuento La sonda del despertar del autor Zhou Daxin, es que hace ocho años tuve la oportunidad de leer su estupenda novela Réquiem y comentarla en una mesa organizada por el Centro Regional del Instituto Confucio para América Latina. En esa ocasión participaron nuestro autor Zhou Daxin, el escritor Xu Zechen y el incansable puente literario entre Latinoamérica y China que es Sun Xintang, a quien tanto debemos en este mutuo conocimiento tan necesario y vital para enriquecer la cultura de ambos pueblos.

Recuerdo las vigorosas líneas de la novela Réquiem, la historia dolorosísima, estremecedora, de unos padres que hacen todo lo posible para salvar a su hijo de una enfermedad que lo va consumiendo. Al ser una historia autobiográfica, la fuerza de la prosa se potencia al máximo con la emocionalidad auténtica y se constituye a través de un diálogo ficcional entre padre e hijo. Ahí el padre habla con el hijo que está al otro lado, en el reino de la muerte. Así, con la esta novela nos ponemos en contacto con la cultura china en el ámbito profundo de la relación entre vida y muerte.

Zhou Daxin tiene una profusa obra narrativa en novela, nouvelle y cuento, aunque también ha incursionado en el ensayo y la dramaturgia. Ha recibido los galardones literarios más importantes de China, entre ellos el Premio Mao Dun. Sus obras están traducidas a una variedad de idiomas. De manera que comentamos el trabajo de un autor de maciza y significativa obra.

La ciencia ficción es un género a cuyo disfrute desperté hacia mediados de los 60, cuando la humanidad se abría al prometedor desarrollo de tecnologías rupturistas que incluso prometían la conquista del espacio. Colonizaríamos el universo gracias a ellas y el futuro se advertía esplendoroso. De la mano de autores de fuste como Ray Bradbury, Isaac Asimov, Arthur Clarke, Robert Heinlein, Ursula Le Guin, Philip K. Dick millones de jóvenes exploramos las claves y posibilidades del futuro.

Cuando la conquista del espacio disminuyó su acelerado ritmo, el pulso fue tomado por las series televisivas, en general livianas, escasamente interesadas en los problemas humanos más relevantes, en oposición al tipo de literatura de ciencia ficción antes mencionada, muy conectada con los asuntos humanos más trascendentes.

Tengo la impresión de que desde fines de los años 90 y en este nuevo milenio, la literatura fantástica ha recuperado su conexión con esos temas relevantes, de la mano de corrientes innovadoras, entre las cuales destacan aquellas provenientes de China y Latinoamérica. En el caso de China es muy destacable la producción reciente de un abundante y variado grupo de autores -entre ellos el afamado Cixin Liu- que han conectado los asuntos del vigoroso y multiforme desarrollo tecnológico con los debates más hondos sobre el significado de la existencia del mundo y el ser humano.

Es en esta corriente donde inserto la placentera lectura de este cuento de Zhou Daxin, La sonda del despertar, una incursión innovadora del autor en este nuevo territorio de la ciencia ficción, cuestión que debemos celebrar a todas luces.

Se trata de un cuento de apariencia simple, bajo cuya superficie anidan los métodos y mecanismos del narrador experto, que nos cuenta una historia de manera particularmente fluida y atractiva, dejando al lector activo la tarea de asimilar las diversas significaciones y alusiones que contiene. En los subterráneos de este cuento se albergan secretos maravillosos capaces de gatillar la imaginación de sus lectores. Un buen escritor sabe contar una historia que encubre otra secreta, oculta, que el buen lector develará con placer y de manera natural, casi sin darse cuenta de ello, capturado por el flujo narrativo y la claridad y la belleza del lenguaje, tarea donde entra a destacarse el magnífico trabajo de los traductores, Ignasi Saura y Verónica Peña, a quienes aprovechamos de felicitar.

En una quincena de cuartillas, Zhou Daxin despliega una experimentación que conecta al menos tres diferentes tendencias literarias: la ciencia ficción, la historia y la policial, lo cual ya significa un enorme mérito en sí mismo. A mí en particular me seduce muchísimo el cruce de géneros, pues siempre implica innovación, desafío, creatividad, para producir finalmente una obra de valor. Lo digo a sabiendas de que para los lectores fanáticos la literatura nos parece una sola agrupación maravillosa y heterogénea, y que los compartimentos y las taxonomías son funcionales al estudio y el análisis académico y crítico, por cierto, estupendos e imprescindibles. Lo que quiero decir es que reconozco en este cuento la coexistencia armónica y sinérgica de estas tres matrices: la ciencia ficción, la histórica y la policial; las tres al servicio de una lectura grata y estimulante, que nos conduce a reflexiones de gran significación.

Parte con un misterio: la desaparición de una obra pictórica de enorme valor histórico y también financiero (una suma sideral de yuanes). En un museo humilde, con limitadas condiciones de seguridad, en una comuna que se adivina de menor jerarquía, desaparece esta obra trascendental del emperador Huizong, pintada más de nueve siglos atrás. Este hecho atrae la obligada atención a un sensible inspector, recién llegado a la comisaría distrital, que es el encargado de narrarnos la historia.

La obra de Huizong, pintada en un lienzo de papel, se llama Magnolias y lluvia. Es una valiosa reliquia que no contaba con seguros por las limitaciones financieras del museo que la albergaba. Al inicio, la policía no cuenta con ninguna pista y nuestro detective recién llegado debe asumir este enigma de vasta importancia que atrae la atención de todo el mundo.

Magnolias y lluvia es protagonista de una complicada historia propia, con múltiples capítulos de apariciones y desapariciones a través de los siglos. Esta intrincada historia de posesiones se nos va ofreciendo a lo largo del cuento, en paralelo con la historia china de los periodos abarcados.

De manera sorpresiva, aparece el culpable del robo del cuadro que, si estuviésemos ante un relato meramente policial, podríamos encontrarnos caminando hacia su final, restándonos solamente dilucidar las motivaciones del hurto, probablemente la codicia. Sin embargo, recién estamos iniciando el verdadero relato. He aquí un vuelco notable, en virtud de las capacidades narrativas de Zhou Daxin. El móvil del robo es otro, de naturaleza muy distinta: está motivado por intereses científicos y de investigación histórica.

No creo adelantar significativamente la trama del cuento (me refiero al consabido temor al “spoiler”) si menciono la invención científica que toma el control del cuento a partir de la cuarta página. Justamente cobra significado el título del cuento: la sonda del despertar, que es un artilugio de Inteligencia Artificial desarrollado por una empresa de alta tecnología. Este dispositivo es capaz de extraer o despertar la información sonora y visual almacenada de forma latente en un papel.

A partir de este momento, comenzamos a recorrer la trayectoria de la obra, desde sus propios inicios, que corresponden a la caída de la dinastía Song, cuyo emperador Zhao Ji -llamado Huizong en su calidad de tal- era un brillante artista, pintor, poeta y calígrafo. Así nos enteramos de los detalles históricos que configuraron la decadencia de la dinastía Song, los fútiles intentos de Huizong para torcer el fatídico destino y sus últimas conspiraciones.

Acá se da inicio a las aventuras de la obra de Huizong, que pasa de mano en mano a lo largo de los siglos, desde la dinastía Yuan (fundada por los invasores mongoles), hasta la Ciudad Prohibida, la caída de la dinastía Qing y la creación de la República de China (Kuomintang), hasta la misma Revolución China, culminando con la reciente recuperación de la obra. Un interesante recorrido histórico completo de nueve siglos.

Sin duda, el lienzo de Huizong -gracias a las capacidades de este tecnología- resulta informativo, revelador y hasta potencialmente indiscreto, si se reflexiona sobre sus posibles efectos. Esta tecnología merece nuestros respetos, de modo que asumo que Zhou Daxin aconseja implícitamente que seamos cautelosos cuando hablamos o actuamos en presencia de nuestros cuadros o nuestros libros. Motivado por la lectura de este cuento, he comenzado a tomar precauciones en tal sentido.

La trama de La sonda del despertar es cautivante, entretenida y compleja, aunque su complejidad pase desapercibida gracias a las virtudes narrativas. Encontramos una atmósfera muy bien lograda, que nos sumerge en la acción, aprovecha el misterio y alienta y explota la curiosidad del lector. Los personajes, tanto el inspector que hace de narrador, como los participantes de la historia revivida por el cuadro, son interesantes, humanos en todas sus dimensiones. El lenguaje y su expresividad son adecuados, bellos y contribuyen al deleite de quien lee el relato. La intensidad va siempre cambiando, in crescendo, incorporando nuevos elementos que avivan el interés. La significancia de este cuento tiene múltiples ámbitos: científico, histórico, policial, como hemos dicho; pero por sobre todo constituye una metáfora efectiva sobre los humanos asuntos que rigen nuestra vida y nuestra historia.

Diego Muñoz Valenzuela

Diego Muñoz Valenzuela
Ha publicado quince libros de cuentos y microcuentos y ocho novelas. Cultor de la ciencia ficción y del microrrelato. Libros suyos han sido publicados en España, Croacia, Italia, Argentina, Perú y China. Cuentos traducidos a once idiomas. Premio Mejores Obras Literarias 1994 y 1996.