ALGUIEN VIENE

A esta casa le falta una sala, querido. Con una ventana y la entrada por el pasillo. Si achicamos el baño (sin bañera, sólo una ducha) y se le quita un poco al dormitorio, queda para una salita, por si alguien viene.

Sí, empapelémosla. Es más caro, no importa, el agua caliente que espere. En verano nos duchamos con agua fría y el invierno, ¡es tan corto! Si no ahorramos lo suficiente, yo tomaría trabajos de costura.

(Esta noche no, mi amor. Estoy cansada, dame las aspirinas. Manaña sí, lo juro. Buenas noches, mi amor).

¿Las dos camitas en la sala? No. Mejor corramos la nuestra contra la pared. Así. Ahora hay lugar … si eliminamos la cómoda. Pongamos una tabla rebatible tras la puerta para que los niños hagan las tareas. Yo sigo trabajando en la cocina, con un espejo grande así las clientas no se quejan. La sala intacta, ordenada, por si alguien viene.

¿Visitas? No puedo atenderlas, no contesten. Tengo mucho trabajo y las deudas de la sala por saldar.

¿Problemas con los hijos, es que no crecerán nunca? Hoy no tengo tiempo pero mañana hablamos, seguro. Falta poco, en cuanto tengamos los sillones, la alfombra y las cortinas, la sala estará lista para recibir. 

Por fin solos, corramos nuestra cama al centro de la habitación, como al principio. No, querido, el televisor a la cocina. Es más calentito en invierno y puedo mirar mientras preparo el café con leche para la cena. No pierdo las esperanzas: todavía podemos conseguir la mesa de roble para la salita… por si alguien viene.

Saquen los sillones de pana, la mesa de roble, no rayen el empapelado, arrollen la alfombra, quiten las cortinas.

Los cirios a la cabecera. Aquí, las coronas, las palmas más allá. El tarjetero va junto a la puerta.

¡Apúrense, oigo pasos!

Alguien viene.

 

LA OMISIÓN DEL EVANGELIO

Según el Evangelio de San Marcos,  Capítulo10, versículo 25, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar al reino de los cielos.

Antiguamente se llamaba “ojo de aguja” a una puerta estrecha, secundaria, abierta en las murallas de las ciudades. Se utilizaba durante la noche tras haber sido clausurado el portalón principal. Fuertemente custodiada, después de la caída del sol permitía el ingreso individual a los viajeros rezagados para que no quedaran expuestos a los salteadores. El “ojo de aguja” sólo podía ser franqueado por viajeros de a pie, sin armas y sin equipaje. Ningún evangelista hizo esta aclaración pues jamás sospecharon que las ciudades cambiarían su diseño.

Ahora los ricos pueden abrigar nuevas esperanzas: es cuestión de que se enteren.

 

 

 

EL EXPLORADOR DESPOJADO

En medio de la sabana, la jirafa mordisquea los brotes de acacia. El explorador, involuntariamente, quiebra un gajo. La jirafa lo detecta, lo observa un instante. Al comprobar que el hombre inmóvil no representa ningún peligro, sigue ramoneando. Sus manchas empiezan a cambiar de ubicación, de forma, de color.

El explorador comprende que alguien más, del otro lado de la sabana, está soñando con la misma jirafa.

 

 

 

EL DIÁLOGO INFINITO

Amigo: se aburre, se queja de su propio aislamiento. También compadece a ciertas personas que caminan por la calle hablando solas, mal entrazadas, gesticulando o riendo sin tregua. Sin embargo, están acompañadas continuamente por interlocutores invisibles. Discuten con ellos, comparten opiniones o no, los insultan, ríen con sus bromas, se enamoran, los odian. Y porque los vericuetos de la imaginación son un laberinto sin fin, estas personas siempre tendrán a alguien cerca.

Usted, por ser cuerdo, no.

 

 

 

C  A  Í  N

– ¿Te gustaría tener un hermano? -le preguntó el padre a su único hijo ya adolescente.

– ¿Es que con mamá piensan adoptar un chico? – averiguó el muchacho.

– Hablo de un hermano biológico. No lo habíamos planeado.

– Lo que ustedes decidan. Para mí está bien -contestó el joven. El padre suspiró aliviado.

Durante los días que siguieron, el muchacho los vio muy contentos. Se agenció una quijada de burro y la escondió bajo la cama.

Con los hermanos, nunca se sabe…

 

 

 

 

 

 

 

MAL CONGÉNITO

Tanto había sufrido por el mal de amores, que decidió solucionarlo aplicando el remedio propuesto. Adquirió un cuchillo pequeño y se sacó los ojos.

Ahora él camina (¿tranquilo?) guiado por la suave, la seductoramente suave mano de su hija Antígona.

 

 

 

SÍSIFO

Lunes. Despertar a las seis.

Desayuno, niños, escuela, vajilla, las camas, aspiradora, lampazo y plumero, mercado. Lavarropas, escuela, niños, almuerzo. Gimnasia, planchado, curso, merienda, tareas escolares, computadora, agenda social, cena, baño. ¿Placer? A veces. ¿Descanso? Escaso, mientras por la noche la traidora roca se desliza hacia el valle.

Mañana será otro día: martes.

Y pasado mañana, miércoles.

Y así.

 

 

 

Laura Nicastro nació en Buenos Aires (Argentina) en 1946. Estudió filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de UBA; residió dos años en Alemania. Concurrió a talleres literarios de Abelardo Castillo y de formación actoral (liderado por Nora Massi). Asistió a seminarios de dramaturgia de Ricardo Halac y Alejandro Tantanian. Se desenvuelve fluidamente en alemán, inglés y francés. Algunos de sus textos fueron publicados en alemán, húngaro, francés, griego. Durante 1994/95 coordinó un ciclo de entrevistas a escritores en la Sociedad Argentina de Escritores (con especial énfasis en el análisis de la obra y su génesis relatada por el autor). De 2005 a 2009 lideró talleres de escritura creativa orientada al cuento. Fue miembro de número de “The Buenos Aires Dickensians Society” desde 2012 a 2016.

Comenzó a divulgar narrativa en medios de difusión pública (periódicos y revistas) en  los años ochenta. A la fecha sus textos están reunidos en:

 

Antologías personales de microficciones:

e-Nanos, Buenos Aires Ed. Macedonia, 2010

Caleidoscopio, Buenos Aires, Ed. Macedonia, 2014

Entre Duendes y Pirañas, Buenos Aires, Ed. Macedonia, 2019

Como en botica, Ed. Macedonia, 2023

 

Antologías personales de cuentos:

Los ladrones del fuego, Buenos Aires, Corregidor, 1984.

Oyó que los pasos, Buenos Aires, Corregidor, 1987.

Pueblos de arena Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1992.

Libro de los amores clandestinos Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1995.

La tigra, Ed. Nuevo Hacer (GEL), Buenos Aires, 2009

 

Novelas:

Intangible, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1990.

Jueves para siempre, Buenos Aires, Ed. De los Cuatro Vientos, 2005.

Tango Brujo, Buenos Aires, Ed. Macedonia, Buenos Aires, 2019.

Su producción narrativa integró numerosas antologías tanto impresas como digitalizadas en Argentina, Alemania, Chile, Colombia, Francia, Grecia, México.

Como dramaturga, sus textos participaron de los ciclos de teatro leído “Cocina de los dramaturgos” (2013, 2014) y “Humor entre Dúos y Solos” (2015 y 2016), auspiciados por Argentores (Sociedad Argentina de Autores). Entre 2016 y 2019 se estrenaron sus obras breves: Mudanza, Los Golpes, Máster en Gualichos y Máster en Gualichos y otras Yerbas.

En cuanto a su obra premiada obtuvo en 1985 Faja de Honor de la S.A.D.E. por «Los ladrones del fuego»; 1985 Premio Arturo Mejía Nieto por «Los ladrones del fuego»; 1993 Premio Ricardo Rojas por «Intangible» otorgado por el Gob. de la Ciudad de Buenos Aires; 1996 Premio Dr. Alfredo Roggiano de Chivilcoy por «Jueves para siempre»  (novela inédita); 2005 Premio Concurso de Cuentos Victoria Ocampo 2005 por “La tigra”. En 1988 y 1994 fue finalista del Iowa Writers’ Workshop, auspiciados por la Fundación Fullbright y Antorchas, respectivamente.

 

Julio 2023.