Espantosos Asesinatos Confirman Que No Existe El Crimen Perfecto

En el mes de junio César Biernay realizó el lanzamiento virtual de su libro Macabros: historias de asesinos despiadados que intentaron el crimen perfecto, editado por Catalonia.
Reproducimos aquí la entrevista realizada a su autor por Fabián Llanca, Las Últimas Noticias, 16 de junio de 2020.

Libro de César Biernay desclasifica siete casos policiales chilenos

El autor desempolva homicidios tan espeluznantes como el protagonizado, a fines de los años sesenta, por el Enano Maldito, entre otros.

En los años sesenta se carreteaba duro y parejo en el centro de Santiago. Había personajes de día y de noche con locales emblemáticos y una variada oferta de esparcimientos. El Enano Maldito fue uno de esos protagonistas, una especie de espectro que degolló en el “Hotel Princesa” de la calle Londres a Marta Matamala, una meretriz de cutis blanco, pelo castaño claro, un metro setenta de estatura, oriunda de san Fernando y que, como La Tongolele, solía trabajar en las inmediaciones de Il Bosco.

El hombre “vestía ropa oscura, vestón demasiado largo, cruzado, de confección antigua, pantalón del mismo color, una camisa al parecer amarilla y blanca y corbata oscura. Su rostro era de tipo mapuche, aunque creo que no se trata de un indio, tenía los pómulos salientes, su tez era morena”: el taxista Hernán Bravo manejaba un Simca 1000 y porque aparcaba junto a la Iglesia San Francisco fue circunstancial testigo que ayudó a desentrañar el sangriento asesinato que sacudió la prolongada juerga sesentera.

Figuras de esta envergadura abarrotan “Macabros : Historias de asesinos despiadados que intentaron el crimen perfecto”, libro que César Biernay lanzará este jueves a través del Instagram del sello Catalonia. “Cuando supe de Anker, el primer y único perro policial que ha dado la vida por el servicio policial de la PDI, comencé a escribirlo”, dice el autor quien ejerce como bibliotecario y documentalista en la policía civil.

Alude al pastor alemán que resolvió varios enigmas y que, en noviembre de 1967, puso su infalible olfato al servicio de una búsqueda imposible y que murió electrocutado en el Zanjón de la Aguada, mientras trataba de encontrar a un niño que había caído accidentalmente al agua.

“La idea de publicar estuvo siempre latente, ante cada crimen que aparecía y desaparecía en la prensa. Se transforma en algo habitual que cada cierto tiempo aparezcan cuerpos descuartizados degollados y quemados, sin una reflexión”, argumenta Biernay.

-Los protagonistas del libro son personajes que fueron famosos por virtudes y descuartizamientos.

La gracia de este libro es la triangulación entre víctima, victimario e investigador policial. Es el mismo crimen desde tres aristas, donde se aborda la mente criminal del homicida, las vulnerabilidades de la víctima y la astucia, la sagacidad y la intuición del detective.

-¿Son crímenes estudiados en las escuelas de formación?

Efectivamente, el estudio de casos reales, con sus aciertos y aspectos a mejorar constituye uno de los recursos utilizados para la formación en las escuelas.

-¿Qué ingredientes tienen que los hacen tan atractivos?

Los ingredientes se resumen en los tres hilos que unen los relatos: la soledad de los homicidas y las víctimas, en vidas que transitan en busca de sentido; el enigma, el acertijo inicial de un crimen con escasas pistas y la prensa esperando afuera del sitio del suceso en espera de respuestas; y el instinto policial, esa habilidad que no se enseña en las salas de clases, sino que despunta en el detective a partir de su experiencia y del legado de sabios maestros.

-¿Cuál caso estuvo más cerca de la perfección?

En el caso Yuraszeck, contenido en el libro bajo el título “El Último Tango de Discépolo”, la policía buscó a la víctima y al victimario durante 14 meses, en un crimen bien urdido. Al final de la investigación, los sabuesos cavaron en el jardín del imputado y encontraron a la víctima sepultada. Y el mediático caso de los hermanos Rojo, donde la investigación volvió varias veces a punto de partida tras seguir hebras que no llegaron a descubrir al criminal. Al final, fue la madre la autora del macabro crimen.

Como aparecen, desaparecen

“Todo está en fuentes abiertas. Lo que me llama la atención es que los casos policiales, tal como aparecen, desaparecen, sin instancias de reflexión sobre los móviles y formas de cometer el crimen”, advierte César Biernay.

La publicación incluye, además de los relatos consignados en la nota principal, las sórdidas historias del profesor Nicolás Arancibia, quien en 1963 cercenó a su pareja y a su hijo y los ocultó en tarros lecheros; del incendio de la cárcel de San Miguel, que dejó 81 personas muertas, y de la balacera en el metro de Maipú, el 17 de julio de 2011.