“La nunca desmentida vocación profética de la Ciencia-Ficción”

(Sobre la obra de Edward Grove)
A propósito de la reedición 2018 de sus novelas El sobreviviente y Ellos esperan

Bartolomé Leal

La Ciencia-Ficción (CF) como género literario es un producto propio del siglo XX, y cualquier intento por verle un comienzo previo en los mitos, las religiones o los relatos fantásticos, es un absurdo. No podría haber nacido algo así sin que hubiera aparecido antes la ciencia, tal como la concebimos ahora. Una disciplina rigurosa que busca entender la realidad con bases objetivas y no subjetivas, con hechos y no alucinaciones; y menos aún con pases de magia o visiones de supuestos adivinos.

Fue con Julio Verne que se dieron, a fines del siglo XIX, las primeras aproximaciones al género de la CF, aunque el gran maestro francés quiso antes que nada crear una narrativa de aventuras diferente, unas “historias extraordinarias” como les llamó. Incorporó para ello algunos elementos de la revolución tecnológica que se aproximaba, aportando su olfato premonitorio.

Los libros que realmente se ocuparon de temas científicos, para reflexionar acerca de problemas contemporáneos de la especie humana y su evolución en el plano político, económico o social, fueron los de H.G. Wells en los albores del siglo XX. Sus títulos lo dicen todo: Los primeros hombres en la luna, La máquina del tiempo o La isla de las almas perdidas, como se conocieron en idioma castellano.

Así pues, los avances del conocimiento debidos a la actividad científica y el desarrollo tecnológico consecuente, fueron proyectados por Wells y sus seguidores en un afán demostrativo, cuando no en clave de advertencia, acerca de lo que podría ocurrir frente a los cambios culturales, en los comportamientos y actitudes, en las opciones políticas que se podrían dar.

Robert Heinlein, un gran autor del género ha dicho, medio en serio medio en broma, que la capacidad de anticipación de la CF era un tema probabilístico, ya que se comenzó a escribir tanto sobre el tema de la ciencia y sus consecuencias, en novelas, cuentos y películas, que era bastante posible apuntarle a lo que sería el futuro. Anotemos, para compensar, que muchos autores se preocuparon de ampliar su formación científica y aprovecharon de manera inteligente esa inquietud. Es el caso de Edward Grove, el autor que presentamos.

Cabe señalar que la obra de H.G. Wells significó una bifurcación en al menos dos corrientes de la CF. Una que siguió la senda abierta por Verne y dio origen a los aportes de Edgar Rice Burroughs (el creador de Tarzán, el hombre-mono), que creó toda una serie de aventuras interplanetarias o invasiones extraterrestres. Dicha corriente arrastró a los cultores de la llamada “ópera espacial”. Wells también aportó en esta línea, como los más recientes Robert Heinlein, Isaac Asimov o Fredric Brown. Entre muchos otros.

Otra corriente es la que se ha llamado la “CF especulativa”, a partir de Wells y también de Aldous Huxley, Karel Capek y George Orwell, autores considerados serios que incursionaron en la proyección de futuros. La preocupación se trasladó entonces a los estragos que la ciencia ha ido creando en el desarrollo humano, a pesar suyo, sobre todo conforme a su uso y abuso por el poder. Hablamos de la destrucción de las civilizaciones por las guerras, los desastres ecológicos, las mutaciones provocadas por virus o bacterias, la evolución no prevista de plantas y animales, los excesos de la publicidad o las comunicaciones. Por solo nombrar algunos tópicos recurrentes.

Esta corriente ha dado tal vez los mejores autores del género de la CF, tanto por su calidad literaria como por la profundidad de sus conceptos. Muchos de ellos han sido proféticos quizá sin proponérselo. Por solo nombrar unos pocos, están J.G. Ballard, Ray Bradbury, Theodore Sturgeon, Zena Henderson, Philip Dick, Frank Herbert y tantos otros que no hay espacio para mencionar. Los aficionados saben lo que les gusta y tienen sus preferencias.

En nuestro idioma ha habido pocos autores del género de la CF. Destaca un puñado de chilenos: Hugo Correa, Antoine Montagne, Elena Aldunate y Diego Muñoz Valenzuela. A ellos se agrega Edward Grove, autor de varias novelas en los años 90 que se han transformado en objeto de culto, y que se reeditan en este volumen para delicia de los fans.

El sobreviviente es una novela de la subcorriente de la CF bautizada del “último hombre en la tierra”. Es un tema que ha sido tratado brillantemente en varios clásicos del género, como La tierra permanece de George Stewart, El día de los trífidos de John Wyndham, y Soy leyenda de Richard Matheson, libros amados sin límites por los aficionados. Así presenta Grove las angustias de su protagonista:

“Las pesadillas que atormentaban sus noches ganaron un escenario real. Las muertes, los asesinatos, la violencia, el miedo, se unían y no en sueños. Era el final del camino. Ninguna de sus víctimas apuntaría su dedo denunciando los crímenes. Lucharía una vez más. Se negaba a dejar la tierra a esos bastardos; a esos vegetarianos de sangre fría”.

Se trata de un virus que ha atrapado a la humanidad, que los dota primero de un desenfrenado apetito sexual y luego de un impulso por matar que no se detiene en la propia autodestrucción, en el marco además de una imposibilidad de alimentarse. Solo ansían beber y beber más. Grove mete el dedo en la llaga en asuntos oscuros que nos representan.

Lo suyo no es pues la esperanza en la tecnología o el desarrollo (en especial el consumo) para el futuro de la humanidad, digamos la utopía, sino al revés, el escepticismo ante el camino por recorrer y lo inevitable del desastre, la distopía. Cabe señalar que Edward Grove maneja con acierto los fundamentos científicos de su trama narrativa, combinados con una capacidad de crear suspenso que le viene de ser también cultor del género policial.

Ellos esperan, por su parte, como novela es ambiciosa y polifacética, inscribiéndose en otra subcorriente de la CF especulativa: la novela de los “mundos ocultos o secretos”, donde se desarrolla una civilización paralela que, en el propio planeta, bajo nuestro pies, va corroyendo la civilización de la superficie. Busca destruirla en un holocausto de proporciones inimaginables.

Nuevamente vale la pena señalar algunas obras clásicas que he considerado pertinentes. Esta vez más próximas geográficamente a nosotros. Una es Bajo los Andes, obra juvenil del autor policial Rex Stout y que relata la aventura en unas cavernas en el Perú donde viven los descendientes de los incas, que han mutado en una raza semibestial. Otra es la bien conocida novela El país de los ciegos de H.G. Wells, que narra el encuentro con una raza degenerada que ha perdido la vista y vive en algún lugar oculto de la cordillera de los Andes en Ecuador.

Los seres que habitan en unas cavernas subterráneas en la costa de la Patagonia chilena, en la novela de Edward Grove, han degenerado de su propia manera, sobre todo por verse inhabilitados para darle continuidad a su raza. Esto a pesar de haber desarrollado capacidades mentales superiores. Una imposibilidad de amar los vuelve fríos y crueles, y con un afán de dominación que los impulsa a elucubrar planes para apoderarse de la superficie y reinstalarse allí para desplazar a la raza humana y sobrevivir.

Bien vale señalar que Grove, un autor del siglo XXI, posee un bagaje ideológico y cultural mucho más abierto que el que emplearon muchos clásicos de la CF, constreñidos por censuras y autocensuras. Es por eso que destaca la desfachatez que Edward Grove emplea para describir y de alguna manera disectar las costumbres sexuales de sus personajes, en la vida cotidiana y en sociedad, dándole a sus obras un toque picante que las pone a tono con la forma de escribir contemporánea, que ya no acepta tanto las ingenuidades de algunos viejos tercios del género.

Edward Grove se adelanta también a algunas modas recientes de temas tradicionales en los géneros de horror y CF, como la de los muertos vivientes. Aporta una visión asaz original con un interesante marco científico, reforzado por una soterrada crítica a la ideología consumista que nos domina, que sumada a una obsesión por el entretenimiento y el placer, traspasa incluso los límites del instinto de sobrevivencia.

Espero que los lectores y lectoras puedan disfrutar de estas dos novelas como las he disfrutado yo.

Edward Grove es seudónimo del escritor chileno Eduardo Soto Díaz, autor de En la Oscuridad del Miedo (2004), Tras las nubes habitan los ángeles (2006) y El Orden de los Brujos (2012), obras que se adscriben al género negro.