Innominado IV

Por Sonia Cienfuegos Becerra

En ElCubículo, Carlos Marx la mira desde una foto, cabello y barba encanecidos.

(Las cajas de cartón permanecerán incólumes – cerradas,

las tres violetas de Persia de color rojo permanecen calladas).

Alrededor de la mesa de bridge no hay jugadores.

Florita – la gata de pelaje blanco y negro-  mira hacia el oriente desde la retina de su ojo derecho. La lluvia invernal que disipó los olores para retomar el camino hacia ella seguramente la confundió. Están aún su cama, su plato de comida, sus juguetes.

Vino volando una tenca. Se posó con sus garras aferradas a los barrotes de fierro del dormitorio.

Imagina que un ángel protector, tal vez su madre o su hermana – que murieran hace tanto tiempo – ha venido a visitarla con un vestido de plumas.

Fuera de El Cubículo, las aves silvestres – habitantas del Cerro San Cristóbal – la maravillan, mientras cantan en coro desde distintos árboles y cables, una bella sinfonía compuesta y dirigida por ellas mismas.