gritos y silencios de martin perezGritos

Gritó, chilló, aulló, hasta que destruyó sus cuerdas vocales.  Cuando ya no podía emitir sonidos,  lo encontraron. Un barrendero pasó, como todos los días, por el lado de la oscura alcantarilla y le llamó la atención que estuviera tan silenciosa.

Reconstitución de escena

Me sorprendió extraordinariamente. El funcionario en la caja del banco era el mismo del día del asalto. Los clientes también y, más aún, estaban ordenados en la fila tal como el día del atraco. La hora  que el juez eligió para reconstituir la escena coincidía al minuto. El guardia elegido era físicamente idéntico en estatura, contextura y, quizás, la edad del que maté durante el robo. Sólo una cosa era distinta: el inculpado del delito al que le pedían que mostrara cómo habían ocurrido los hechos. Ese tipo no se parecía en absoluto a mí, pero claro, eso yo no iba a contárselo a mis compañeros de la PDI.

El nombre correcto

Debíamos tener un nombre. Nadie podía ganarse el respeto en ese negocio sin tener uno. Habíamos escuchado acerca de las mafias del Este. Sabíamos de la Solntsevstaya y su dominio del petróleo en Ucrania; también de la Tambovskaya y los robos de autos de lujo en Europa. No éramos cercanos a la mafia china, que instala compatriotas en Europa, ni a la de las pateras, que mueven inmigrantes desde África; menos a Los Coyotes, que lo hacen desde México. Alguna vez nos había simpatizado la mafia siciliana, pero nuestro negocio era distinto y por lo tanto nuestro nombre debía serlo también. Nos decidimos por I Documentati: no encontramos otro apodo para tipos rudos, como nosotros, que habíamos monopolizado el tráfico de tareas pagadas entre nuestros compañeros de Liceo.   

El plan

La ahogaría. Llenaría sus pulmones de líquido e impediría el paso del aire con que ella hacía vibrar sus diabólicas cuerdas vocales. Sin oxígeno, que se asfixiarían sus horrendas palabras. Sería cuidadoso cuando le apretase el cuello: los músculos excitados por el sistema nervioso lucharían con intensidad insospechada. Ella no fallecería tan fácilmente, por lo que tal vez debía drogarla con alguna pastilla, golpearla o quebrarle un brazo, antes de lanzarla a la piscina. Incluso, ella podría sufrir un infarto ante la situación de angustia y morir por eso. Eso sería conveniente: la policía pensaría que el origen del infarto fue natural.  

Al llegar a casa, ella lo saludó de un beso y le sirvió una deliciosa cena. Él miró el cerdo asado, su plato favorito, y decidió aplazar el plan para otro día.

Análisis forense

Él sabría que el enfriamiento, rigidez, livideces y la putrefacción del cuerpo eran claves para descubrir lo sucedido. Lo mismo que las pruebas entomológicas y la revisión de las lesiones traumáticas del tórax. Habría, además, vislumbrado que la posición del cuerpo demostraba que se trataba de un asesinato. La forma de los hematomas, el número de las heridas, la dirección de la lesión cutánea y su profundidad también daban cuenta de un ataque violento. De igual manera, la sangre, el desorden y los vidrios rotos. Le habría gustado explicarlo  a los torpes policías que analizaban la escena del crimen.  Sin embargo, no podría hacerlo porque tenía el cuerpo frío y yacía sobre el piso irremediablemente muerto.

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Estos textos fueron leídos en el Carrusel de microcuentos negros, en el marco del Segundo Festival Iberoamericano de Novela Policiaca “Santiago Negro»), 5 al 9 de octubre de 2011.

 

martin perezMartín Pérez

Publicaciones:

Tapia (Cuentos), 2008, Editorial Asterión; Santiago Traders & Otros (Cuentos), 2007.

Participación en libro-objeto editado por Asterión Ni una más, con el cuento “Pequeño sacrificio” (2007).

Participación en libro-objeto editado por Asterión Tenemos Pantalones, con el cuento “Tres finales para un choro” (2006).

Participación en libro-objeto editado por Asterión, titulado Diversos y Estilados, con los cuentos “Marinero”, “En menos de treinta minutos” y “Santiago Traders” (2005).

Participante en mesas redondas de Festival Santiago Negro de novela policial.

Presentador en el Primer Festival de Letras y Fonemas de la Universidad de Playa Ancha.

Columnista de la revista web La Negra:  http://www.revistalanegra.cl

Foto: Valentos Sg