El imperio de la actuación

Por Juan Andrés Piña

El desarrollo de la civilización venidera deja como lección el potenciar una obra clásica y no reinventarla caprichosamente.

Este montaje del prestigioso director argentino Daniel Veronese está basado en Casa de muñecas, de Ibsen, y al igual que en sus puestas en escena de Chéjov, la intención es aquí asumir un texto clásico de la dramaturgia universal para recuperar todo aquello que nos pueda comunicar en el presente, eliminando muchos elementos hoy poco interesantes o simplemente incomprensibles, y dejando una línea esencial y rotunda. No se trata aquí de una «reescritura», ese término ambiguo y temerario tan de moda, sino más bien de una adaptación.

Para ello, Veronese ubica la acción en la época actual  (los personajes comentan una película de Bergman relativa a la complejidad en las relaciones humanas, una clave que se desliza al comienzo), en un escenario básico, con una iluminación uniforme y carente de todo sonido o música incidental. Lejano a cualquier abuso de la visualidad, la obra está marcada por el despojo y se cimienta sólo en la actuación y los textos, tarea no menor, si se considera el abrumador despliegue técnico de un sector del teatro contemporáneo. Y a pesar de sus restricciones, se trata de un espectáculo reflexivo y conmovedor. Eliminando muchos de sus parlamentos e introduciendo otros (pocos), El desarrollo de la civilización venidera consigue recuperar el espíritu inicial del autor noruego, dándole una eficaz vuelta de tuerca: aquí no se trata sólo de la escasa participación que Nora (María Figueras) tiene en su hogar y en las decisiones familiares, sino en el aspecto casi sicopático de su marido (Carlos Portaluppi). Hábilmente, Veronese va desplazando el eje protagónico de la mujer hacia el hombre, revelando en él aquello que probablemente en el original estaba oculto o, al menos, atenuado: la agresión verbal y física y la gradual violencia represiva que rige los vínculos de esta pareja.

Para ello, la acción ocurre con inusitada rapidez, en una progresión dramática vertiginosa, que nace desde el interior de los personajes y no de recursos externos. Su atmósfera de permanente tensión interna exhibe la verdadera condición en que vive el matrimonio, a pesar de la presunta felicidad hogareña.

Esta puesta en escena deja varias lecciones al finalizar la función; entre ellas, que es posible retomar una obra paradigmática de la tradición, potenciando sus temas y no reinventándolos caprichosamente, fundándose en el sobresaliente trabajo de sus intérpretes.

La pregunta ¿volverá Nora? que a finales del 1800 eclipsó las mentes excitando burgueses palcos de plateas, pesamos todos, y creo que nadie va a estar en desacuerdo, debería ser reemplazada hoy por otra -porque seguramente en algo debe haber servido todo este teatro, toda esta cultura y sabiduría bienpensante para reconocer la dignidad de las mujeres. Así es que varios años después se escucha en resonancia a una sociedad de algunos hombres que deliberan ante la desgracia ajena. Pero la materia inconclusa sobre la profunda dignidad de los derechos humanos es la que nos sigue haciendo revolcar en la butaca. Es maravilloso leer Casa de Muñecas y todavía pensar: “pero aquí una madre –una mujer- está abandonando a sus hijos…”. En nuestras cabezas sigue obviamente refrito un pensamiento diferenciado sobre posibilidades, riegos y suertes fatales a padecer según el sexo que portemos. En espejo deformado, Hedda, dueña de una impermeabilidad asombrosa frente al espíritu humano y a la necesidad del próximo se presenta como una tenaz defensora de lo que ella quiere y siente frente al mundo. Por eso su inquieto pensamiento femenino se clava con tanta facilidad en la médula de un tejido social hipócrita e insatisfecho. En ambos casos son sendas estacas que aún hoy siguen haciendo sangrar instituciones incómodas frente a textos ¿fuera? de su tiempo. Como dos curvas se tocan en el vértice de las cuentas pendientes.

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 Ficha técnico artística

Obra: El desarrollo de la civilización venidera

Autoría: Daniel Veronese

Sobre textos de: Henrik Ibsen

Actuan: Mara Bestelli, Maria Figueras, Ana Garibaldi, Carlos Portaluppi, Roly Serrano

Escenografía: Franco Battista, Ariel Vaccaro

Diseño gráfico: Gonzalo Martínez

Asistencia de dirección: Felicitas Luna

Prensa: Walter Duche, Alejandro Zárate

Producción: Sebastián Blutrach

Dirección: Daniel Veronese

En: La Tercera.