Deseo y máscara en “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant”

Por Lilian Elphick

El teatro debe darnos todo cuanto pueda encontrarse en el amor, en el crimen, en la guerra o en la locura si quiere recobrar su necesidad.

Antonin Artaud

Artaud pensaba el teatro desde el no-pensamiento, es decir, como un trabalenguas deslenguado, capaz de conmover al espectador hasta las últimas consecuencias. ¿No se entiende lo que digo? Yo tampoco.

Sólo escribo al compás de mis impresiones (tan subjetivas como la vida misma) acerca de la obra “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant”, estrenada el pasado 8 de octubre, en el Teatro Facetas.

Hacer teatro es una empresa titánica: guión, adaptación, escenografía, vestuario, iluminación, música, utilización de medios audiovisuales, cuerpo actoral, producción, difusión, sala. Largos meses de trabajo de un grupo de personas valerosas y esforzadas, que luchan contra viento y marea por generar un espacio de arte y de comunicación, sin contar con apoyo estatal ni particular.

Lo que yo vi en esta obra es la condensación de ese hacer. Hay dedicación y pulcritud cuando las luces se apagan, y poco a poco van apareciendo los personajes en escena: Petra (Nelda Muray) remolonea en la cama con su deseo en larva, y su asistente, Marlene, (Natalia Bronfman) se yergue como una máscara de escondidas pasiones, impasible, inasible, inquietante, y muda. Sí. Muda por voluntad propia. Para qué hablar en el mundo frívolo de Petra y sus damas de compañía, donde la ilusión comienza a caerse a pedazos sin posibilidad de restitución o reparación.

El deseo de Petra  es asfixiante; sólo ella se sumerge en el engaño. Karin Timm (Paloma Toral, la más joven de las actrices), lamerá sin fruición alguna las mendicidades de la gran diseñadora de modas que, al contrario de Marlene, habla en exceso para llenar los vacíos de su existencia.

Mientras tanto, la muda va cargando el escenario de una tensión espesa: mira, escucha y, por supuesto, sirve, limpia restos. Algo importante: con una pluma roja (símbolo de la pasión sin concreción) diseña, cose y elabora los pespuntes de los vestidos de su ama. Una verdadera araña silenciosa.

Las otras mujeres de esta obra, Sidonie Von Grassenab (Carolina Araya), Valerie Von Kant (Alejandra Oviedo) y Gabrielle Von Kant (Constanza Ramírez), ingresan al escenario de Petra desde la palabra hueca, sin sentido. La amiga, la madre, la hija: otras máscaras parlanchinas que atavían sus roles frente al espejo circense.

En suma, espacio de féminas que desean la pasión, el amor, el equilibrio familiar, y obtienen la desgarradura de un cuerpo ausente.

Marlene va limpia, sin máscara, cuando se marcha con su maleta antigua. No mira para atrás. Petra puede observar su propio melodrama en la muñeca que la muda se ha llevado consigo. Como dice Carver en “Tres rosas amarillas”: … salió de la habitación. Y de la historia. Así desaparece Marlene.

Seis personajes, seis actrices, seis actuaciones impecables.

Octubre del 2008.

petra2TEMPORADA: 9 de octubre al 2 de noviembre 2008

LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT, de Rainer Werner Fassbinder.

Teatro FACETAS. Avda. Vicuña Mackenna 602, Providencia, Santiago. Fono: 2228298.

FUNCIONES: jueves a sábado, 20:00 hrs.