Somos del tamaño de nuestros sueños

Acaba de finalizar el 13º Foro Internacional por el Fomento del Libro y Lectura, desarrollado en la ciudad de Resistencia, en El Chaco, Argentina, que contó con  la presencia del ministro de Educación, Carlos Tedesco.  La Corporación Letras de Chile fue muy bien representada por nuestro socio Martín Faunes Amigo.

A continuación la presentación que hizo Martín en Resistencia, Argentina y algunas referencias aparecidas en el diario Norte.

Julio César Ibarra.

 Somos del tamaño de nuestros sueños

Por Martín Faunes

Esta ponencia empieza robando una frase al presidente de la Corporación Letras de Chile, lo cual no avergüenza a este expositor ya que Diego –así se llama nuestro presidente-, a su vez ha confesado públicamente haberla robado también, con el agravante de que él ni siquiera recuerda a quién la robó. Dice el compañero Diego Muñoz Valenzuela: «somos del tamaño de nuestros sueños, una idea que me ha parecido inquietante en toda la dimensión maravillosa y terrible de su significado». Es una inquietud que yo no sólo comparto sino sostengo al respecto que si esto es así y queremos que nuestros niños crezcan y con ellos se agigante el país y la región, debemos darlo todo para que esos sueños suyos vayan más y más allá. Un ámbito donde los escritores tenemos un aporte inmenso a realizar porque si el leer abre los ojos, con los ojos bien abiertos es posible concebir sueños más libres y más lejanos. Además, con los ojos bien abiertos y orientados a la esperanza, leer se puede convertir también en herramienta rompedora de límites, con mayor razón ante una sociedad que tiende a asfixiarnos con prejuicios, actitudes discriminatorias y mezquindades. Leer en definitiva se puede convertir entonces en un acto de resistencia y también en uno de resiliencia.

Fue así, ideando estrategias para mejorar la práctica de la lectura en nuestro país, que Diego Muñoz nos conversó de un programa hermoso que la gente de Mempo Giardinelli estaba llevando adelante, «Abuelas Cuentacuentos», voluntarias que llevaban literatura a sectores infantiles donde rara vez alguien llegó a contar un cuento. Nosotros enganchamos y quisimos echarlo a andar con una diferencia: entendiendo que la palabra es sanadora, creímos que con este programa podríamos aprovechar también de «rescatar» a adultos mayores que vegetaban tristes en hogares de acogida de la Fundación Hogar de Cristo, incentivándolos al recuerdo de experiencias de su niñez como parte de un entrenamiento para contar cuentos a niños y niñas de escuelas de su sector y en las bibliotecas que ha implementado la Fundación Un techo para Chile en sectores de riesgo social extremo (INFOCAP). De esta manera beneficiaríamos con literatura a los niños, pero beneficiaríamos también a esos mismos adultos mayores marginados; con el valor agregado de poder recoger vivencias de sectores populares de nuestro país, una historia que está escondida y que es necesario transmitirla para que se salve y pueda ser conocida por las nuevas generaciones. Esos adultos mayores que participaron en nuestro primer taller para convertirse en cuentacuentos comenzaron a reír, a cantan a pasarlo bien y, sobre todo, volvieron a sentir en el corazón aquellas alegrías que tuvieron en sus vidas de jóvenes y aún de niños descubriendo que sus experiencias eran dignas de ser contadas y compartidas.

Hoy tras un año de trabajo en este programa que hemos llamado «Tenemos tanto que contar» –los adultos mayores tienen mucho que contar y aportar-, contamos con un buen grupo de adultos mayores que ya fogueados en su nuevo oficio han vuelto a la vida con algo importante que hacer y que los dignifica. El Ministerio de Cultura chileno ha reconocido este programa y ha financiado nuestra actividad en siete lugares más, por lo que a fin de este año esperamos contar con unos ochenta cuentacuentos en la región Metropolitana de Santiago. No ha sido fácil. Lo digo porque activar a adultos mayores es una tarea que implica perseverancia y una buena metodología que, en nuestro caso se construyó en base a algo que me había correspondido hacer con ex prisioneros de la dictadura de Pinochet que presentaban secuelas de tortura y entre personas que se rehabilitan de la drogodependencia, problemáticas que se equiparan al sentimiento de exclusión que experimentan los adultos mayores, donde en todos estos casos se verifica que se ha perdido la esperanza. Durante estos días en Resistencia realizaré un taller para quienes deseen conocer esta metodología. Adelanto que se basa en el concepto de recordar, una palabra que viene del latín y significa «volver a sentir en el corazón».

Deseo que me disculpen si he centrado esta ponencia en este programa, pero espero comprendan que he estado demasiado inserto en él y demasiado entusiasmado con él. Más allá de esto, deseo contarles algo sobre la organización que represento, la llamada Letras de Chile. Quienes fundamos Letras de Chile somos principalmente escritores, pero hay entre nosotros críticos, editores, profesionales y, por cierto, lectores apasionados de diversas edades, convicciones, estilos y preferencias. Varios de nuestros miembros han sido presidentes o han integrado la directiva de la Sociedad de Escritores de Chile. El común denominador que nos une es la convicción de que estimular la cercanía entre escritor y lector ayudará a abrir camino a esos sueños que no dejamos escapar. Y no se trata de un capricho circunstancial, ni de una iluminación súbita; sus fundadores hemos organizado, dirigido y animado múltiples encuentros de escritores, lecturas públicas, foros y debates, visitas a escuelas, liceos y universidades, sin olvidar la producción de revistas literarias, la conducción de talleres, la preparación de antologías orientadas a la difusión, e incluso la actividad editorial.

Letras de Chile es una corporación que se ha mantenido activa y en un proceso permanente de crecimiento y consolidación. Como antecedente especial mencionamos que por efecto de nuestras gestiones directas, se han publicado o están en vía de publicarse por editoriales europeas varios e importantes libros. A futuro, los planes que tenemos son muy amplios: realizar nuevos ciclos de lecturas, encuentros entre escritores y comunidad en las diversas regiones del país. Promocionar nuevas ediciones, convenios con otras organizaciones. Cabe hacer notar que un paso importante y fundamental lo dimos en mayo de 2003, cuando se firmó un acuerdo de Hermanamiento entre Letras de Chile y la Fundación Mempo Giardinelli-Centro de Altos Estudios Literarios y Sociales CAELYS CHACO. Somos una organización que se mueve rápido y crece alentada por sus nítidos objetivos de difusión literaria y fomento de la lectura. Nuestros proyectos se enlazan bastante bien con iniciativas gubernamentales con que se intenta recuperar el significado de la lectura en nuestras democracias recuperadas.

Quien dijo que la dictadura había gastado en cultura un centésimo de lo gastado en armamento, no estaba equivocado. Sin embargo, ante los últimos descubrimientos de cuentas secretas del dictador habría que reformular la frase diciendo que por cada peso gastado en cultura el dictador gastó cien, pero por cada cien que gastó en armamento, el dictador se echó al menos otros cien al bolsillo. Traigo esto a colación para mostrar lo exiguo del gasto en cultura de esos diecisiete años de dictadura versus la codicia del dictador y su espíritu belicista; lo cual dejó en un piso demasiado bajo a la cultura a la llegada de la democracia.

Nótese que tras algunos años de democracia la encuesta de Consumo Cultural CNCA-INE estimó que de un total de 10.255.976 habitantes mayores de 15 años sólo el 42% había leído a lo menos un libro en los últimos doce meses. Situación que ha mejorado, pero aún es poco y queremos que los chilenos lean mucho más.

Hablamos de una mejoría que como en todas las mejorías se advierten buenas intenciones con aciertos y desaciertos. Entre los aciertos es imprescindible mencionar la creación del Ministerio de Cultura y el Fondo de Fomento del Libro y la Lectura, que ha permitido financiar innumerables proyectos de creación literaria y fomento de la lectura. Entre los desaciertos es necesario hacer notar que se percibe un gasto desproporcionado en ciertas «fiestas culturales» de zancos y batucadas, que, más allá de brindar alegría pasajera, poco y nada de ellas queda después en el recuerdo. Los concursos de proyectos por otra parte no parecen responder a una política cultural sólida y continua, puesto que los criterios de los jurados del Fondo del Libro son cambiantes y lo son en un espectro impresionantemente amplio, casi bipolar al comparar año por año los criterios aplicados. En este escenario, el quehacer de instituciones culturales como Letras de Chile –cuyo quehacer y aporte en diversos ámbitos está absolutamente acreditado- está abandonado al arbitrio de esta variabilidad oscilante y contradictoria de juicios.

Volviendo a los aciertos que son los más, menciono al proyecto conocido como Metrolibro –pequeñas bibliotecas montadas en las estaciones del metro de Santiago-, que es heredero de otros anteriores donde las bibliotecas se acercaban a la gente de manera innovadora como el llamado mula-libro que llevaba textos a lomo de mula por los cerros del Valparaíso, los bibliobuses que, en buses adecuados como bibliotecas, se recorren los campos y las poblaciones de la periferia, las bibliotecas en lanchas que recorren las islas del Archipiélago de Chiloé. Contándose también las llamadas INFOCAP, bibliotecas en sectores de riesgo social principalmente infantiles, donde los días viernes leemos cuentos con nuestro grupo de cuentacuentos adultos mayores.

Todas estas iniciativas se irán enmarcando en el llamado Plan Nacional de Fomento de la Lectura que se configurará como uno de los hitos relevantes de las celebraciones del Bicentenario de la República. En muchas de estas iniciativas nosotros como Corporación hemos estado y estaremos entusiastamente participando. Se trata de un plan transversal que abarca al Ministerio de Cultura pero también a otras instancias gubernamentales.

Más allá de esto, como iniciativa del gobierno central, se ha logrado construir e implementar nuevas bibliotecas como la Biblioteca de Santiago –hoy la mayor del país- en la cual la gente tiene la posibilidad de recorrer con toda libertad los anaqueles y hojear libros, una práctica que se había perdido durante la dictadura y que hoy se recupera y se generaliza hacia las antiguas bibliotecas. Las metas del Plan Nacional de Fomento de la Lectura son ambiciosas, se intenta crear las condiciones para asegurar el más amplio acceso al libro y la lectura, integrando en este esfuerzo a todos los actores relacionados, así como al conjunto de la comunidad.

Entre otros proyectos, ya no del Consejo del Libro, sino  del Ministerio de Educación, hay uno que merece atención especial, el llamado «Maletín Literario». Hablo de un maletín con libros a entregar a cuatrocientas mil familias de escasos recursos. Hablamos de once millones de dólares en libros para ediciones sobre cien mil ejemplares. Un auténtico sueño: libros para todos. Nótese que esta cifra es más del doble de lo que maneja el Fondo del Libro en un año, pero no es claro que los «maletines literarios» vayan a producir un cambio instantáneo y profundo en los hábitos lectores de los sectores sociales más postergados, como si la mera presencia de una pequeña biblioteca fuera a generar una influencia benéfica sobre las personas.

El Fondo del Libro con su Plan Nacional de Lectura, pretende abordar sistémicamente nuestras carencias a través de múltiples acciones y programas concebidos con representantes de diversos sectores ligados al libro. Sin embargo este Plan aún no cuenta con un sustrato financiero y cuesta imaginar que vaya a contar con una cifra tan impactante como estos once millones de dólares. Pensamos entonces en la Corporación Letras de Chile que habría sido mejor invertir en mejorar las colecciones de las bibliotecas públicas existentes, sobre todo la presencia de la literatura chilena y latinoamericana actual. Y hay muchas otras ideas y posibilidades pero servirán o no servirán si y sólo si no se trate de esfuerzos aislados. Por cuantiosas que sean las cantidades, los esfuerzos podrán surtir efectos si y sólo si forman parte de una iniciativa sistémica, global, concatenada, alimentada por una visión clara del tipo de país que deseamos construir y el lugar que la lectura ocupa tanto en el itinerario como en el destino.

Es tiempo de focalizar esfuerzos, materializar un plan central  bien pensado, de carácter nacional, con objetivos claros, para que no se dilapiden recursos en acciones aisladas, con sabor a efectismo e improvisación.

Dijo nuestra Presidenta de La República Michelle Bachelet: «Chile quiere leer, pero también debe leer porque el libro es el principal instrumento de la cultura y debemos fomentar este hábito en nuestros hijos. Por eso, como gobierno, nos hemos comprometido a que para el 2010 exista una biblioteca de calidad en cada comuna del país y también a que trabajemos en el Plan Nacional de Fomento a la Lectura, que va a implicar un esfuerzo nacional fuerte en el marco de una política de Estado y habrá que trabajar todos los incentivos y los instrumentos que garanticen que efectivamente la cultura, el arte, la lectura, sea un derecho de todas y todos en nuestro país. Esta política de verdad nos compromete, porque la lectura es un factor de inclusión social, de democratización, de desarrollo y a la vez de identidad».

Por mi parte ordeno mejor lo que sostuve al comienzo: «si somos del tamaño de nuestros sueños, entonces debemos hacer todo lo que esté de nuestra parte para que nuestros niños lean y ensanchen sus sueños para que así puedan apretar firme la esperanza».

Muchas gracias.

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Las Abuelas cuentacuentos una iniciativa que nació en la misma Fundación Giardinelli y que hoy encuentra réplicas en toda la Argentina y varias ciudades de Latinoamérica, también tuvieron su lugar en esta fiesta. Abuelas y abuelos de Luján, Río Tercero, Goya y Rafaela se encontraron para realizar la actividad que más les gusta: leer. La mayor sorpresa quizás la recibieron del escritor chileno Martín Faunes, quién contó cómo esta actividad de origen chaqueño cruzó los Andes y da sus frutos en el país vecino.

Diario Norte