Náufrago
Tras el estruendo volvió al mundo ido de su propia existencia. ¿Hay otras realidades? No le importó el desastre, ni los heridos en el afuera. ¿Un atisbo de otro espacio? Ignoraba el caos, pétreo. ¿Otro tiempo? Un segundo ajeno a todo horario.
Aparecieron las ambulancias, policía e incluso los medios. Todo era movimiento y sonido ante el hueco en el que antes hubo un ventanal. Él, sobreviviente. ¿Es todo proyección? Por momentos sonreía, otros lloraba, no por tristeza o dicha, sino porque así respondían sus emociones.
En la calle asistían a las víctimas y acordonaban la zona a los transeúntes exceptuando a la prensa. Una aglomeración de reporteros relataban los hechos en la prisa del directo. Uno de ellos localizó a la víctima. Trepando los escombros lo abordó en la escena.
– Buen hombre, ¿puede explicar a la audiencia lo sucedido?
El manso frunciendo el cuerpo respondió ecuánime.
-No sé, ahora soy aquél que simplemente observa.
Éxtasis Terapéutico
Siente una rara nostalgia embebida en sus meollos. Registra la impresión de haber sido concebida con amor pero sin gozo. Como si lo materno hubiera esquivado lo crucial de la cópula, la borrachera de infinito que obsequia al embrión nuevo.
Ella, tomó existencia inocente de haber iniciado el viaje a través de una jeringa. Huérfana de placer, allá en el inicio de sí misma. Repite aquí, en sus noches frígidas, la asepsia del banco de semen. Gime de dolor y no de embrujo. Lamenta haber sido una exiliada del primer eco del deleite.
Reverbera el ruedo
El sol de la tarde templa la arena, el clavel, el mantón, el tendido.
Sentada, observa la ceremonia en el ruedo. El cortejo comienza la dupla; los pases abanican, el lomo restriega y ensangrienta lo viril al maestro. Ella mimetiza el baile del animal en su cuerpo. El clavel vibra ahora entre los pechos y el mantón se desliza por sus muslos. La lozana comulga con el frote, la sangre y la espada que penetra e inunda el laberinto.
La muerte grande que ronda; y la pequeña, que aflora tensándole la cara y el bajo vientre.
Incauta
Implica los sentidos. Comienza con la vista, un cruce de miradas basta, para colmar de tentaciones la psique del Tenorio. Le sigue el tacto, juego seductor que inflama sus humores. El acoso prosigue con el verbo, le promete toda una vida nueva, unos viajes, un tesoro o un hasta que la muerte nos separe.
Ella crédula y vencida se entrega. Fornican y disfrutan.
Y es solo tras el acto, cavilando el modo de escapar a la conquista, que Don Juan goza vehemente, desgarrando el alma a la ingenua.
Eterno Retorno
La piedra pesa sobre el hombro del tipo corriente que transcurre las mañanas cada día. Piensa en su futuro, antes ya, de la primera hora. Cavila en la vuelta a empezar con su roca densa adherida al cuero del omóplato. Suben y bajan las mareas y el espejismo del mito de Sísifo ilumina la mente del individuo autoperverso.
Y allí, entre lo falso está Truman Capote indagando a Perry Smith que se niega a contarle lo ocurrido el 15 de noviembre de 1959 en la casa de los Clutter. El autor entonces juzga el silencio del individuo que acarrea la culpa, “esto es lo absurdo”.
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Alejandro Gelaz, Gijón, España, 1963. Enraizado en Argentina desde el 2001, antes de su mudanza a Sudamérica realizó un itinerario monástico por el que circunvaló varios países, fue en ese tiempo que tomó su primer contacto con el mundo de la edición. La culinaria y el cine fueron sus trabajos compaginados por esos años. En la actualidad trabaja como asesor en el área de comunicación y en proyectos de Internet vinculados a la gestión pública. Gerencia portafolios para artistas plásticos. Escribe poesía, prosa, y pinta con la computadora ilustraciones digitales para proyectos varios. Colabora con algunas notas en medios argentinos y está en vías de publicar una trilogía poética, de edición inminente. Redactor fundador de http://minificciones.com.ar, espacio que surge como un proyecto lúdico.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…