Azucena Franco (México)

Por Azucena Franco

Cuando desperté, Gregorio Samsa todavía estaba ahí, en la cama, junto a mí.

De acuerdo con la estructura de los relatos minificcionales, la intertextualidad resulta un recurso de gran importancia. Es por ello que se hace necesario echar una mirada a dicha noción, así como observar las conexiones entre ambos conceptos.

Como parte de la poética, la intertextualidad despliega, por sí misma, diversas cuestiones a revisar. El concepto apunta a los vínculos que se establecen entre los textos, el hecho de que en  uno aparezca una referencia a otro u otros más,  es decir,  la presencia de un texto en otro. Puede ser con una cita explícita, se puede hacer alusión al segundo texto o puede ser de manera estructural, incluso el plagio es una forma de intertextualidad.

Entonces, se parte de la idea de que existen por lo menos dos textos implicados, el primero que trae o incluye un segundo. Se denomina  intertexto a ese nuevo  texto que se trae al mundo textual, mientras que el exotexto es el marco donde se inserta el intertexto, en este caso, el texto resulta de la suma del intertexto y el exotexto.[1]

Cabe señalar que el intertexto puede ser de procedencia distinta, que el exotexto y el texto; es decir, en literatura, no necesariamente se citará un texto literario, el escrito puede apoyarse en un texto histórico o religioso, puede concernir a alguna teoría, a la ciencia, la música,  las películas, el conocimiento en general, es decir con un origen distinto al literario, porque todo constituye un texto, y por lo tanto es  capaz de ser retomado en otro.[2]

 En la siguiente minificción, el texto aludido corresponde, de acuerdo con la cultura popular, a la idea generalizada sobre la existencia de los fantasmas  y sus atributos etéreos.  

Los fantasmas y yo

Siempre estuve acosado por el temor a los fantasmas, hasta que distraídamente pasé de una habitación a otra sin utilizar los medios comunes. René Avilés Fabila.[3]

En este caso, el ámbito fantasmagórico corresponde al texto que se trae al relato minificcional, la intertextualidad no reside en un texto específico sino en un código social que concibe la presencia de los fantasmas y su cualidad inmaterial.   

Otro ejemplo de un relato minificcional, en el que uno de los textos a los que se hace referencia, corresponde a un “texto cultural” y no a un texto escrito: la idea de que ciertos estratos de la sociedad mexicana son aprovechados, embaucadores y sacan beneficios de las circunstancias que se les presentan, por más extrañas que parezcan; el texto también alude a otra gran parte de los mexicanos que son ignorantes, crédulos  y confiados.

El tamaño importa
En 1832 llegó a México, con un circo, el primer elefante que pisó tierras aztecas. Se llamaba Mogul. Después de su muerte, su carne fue vendida a elaboradores de antojitos y su esqueleto fue exhibido como si hubiera pertenecido a un animal prehistórico. El circo tenía también un pequeño dinosaurio, no más grande que una iguana, pero no llamaba la atención más que por su habilidad para bailar habaneras. Murió en uno de los penosos viajes de pueblo en pueblo, fue enterrado al costado del camino, sin una piedra que señalara su tumba, y nada sabríamos de él si no lo hubiera soñado Monterroso.  Ana María Shua.[4]

En esta minificción, existen varios intertextos, además de lo que se había mencionado antes sobre la sociedad mexicana, que corresponde a un texto como noción, se hace referencia explícita al texto emblemático del género: “El dinosaurio”, así como a su autor.

Aunque  la intertextualidad significa observar las relaciones de un texto en otro,  esta definición, en un sentido más amplio, puede abarcar  toda la literatura. Tomando en cuenta que ninguna obra literaria es creada espontáneamente, el nuevo texto se construye a partir de otros “viejos textos” (aunque coexistan en el mismo momento); el texto no es de ningún modo algo acabado, o cerrado en sí mismo, no nos referimos a su cualidad de múltiples lecturas a las que es sujeto, sino al hecho de que siempre una obra literaria establece vínculos con otros textos, un texto invariablemente viene de otros.

La palabra intertextual derivada de esta teoría del diálogo, es una palabra interiormente dialógica, que representa en el discurso la constante presencia de la palabra ajena… Gracias a Bajtín  -reconoce Barthes- es posible “analizar la escritura literaria como un diálogo de otras escrituras…”.[5]

Los textos se forman con ideas conocidas antes, combinación de imágenes, conclusiones de otros textos. Dejando del lado el plagio o la copia, que representa otro problema, los textos influyen unos en otros.[6] En cierto sentido la definición de intertextualidad, a gran escala, también forma parte de la definición de todos los textos, tomando en cuenta que ninguno es autónomo, es decir, independiente  de otros. Ningún texto es en sí mismo, de manera intrínseca implica el conocimiento previo de otros materiales.

En las últimas décadas hemos visto desvanecerse la ilusión de la autonomía del texto, tan cara a la crítica literaria de los años cincuenta y sesenta. Cada vez tenemos una mayor conciencia de las relaciones productoras de significación que establece un texto con muchos otros y cuya actualización depende enteramente de la actividad de la lectura.[7]

La llamada hipertextualidad, característica de los textos consiste en el vínculo que establece un texto con otros.  La hipertextualidad “…es también un aspecto universal de la literariedad, ya que no hay una obra literaria que no evoque a otra: todas son hipertextuales.”[8]  Es bajo este marco que la intertextualidad y la literatura se acercan mucho.

En otro orden de ideas, de acuerdo con Genette, la intertextualidad se presenta de tres formas, puede corresponder a una cita formal,  puede ser un plagio o copia  o puede ser  simplemente una alusión.[9]

Aludir es sugerir algo sin decirlo explícitamente, entraña el acto de evocar otro texto para completar el sentido. La forma más utilizada de intertextualidad en la minificción es la alusión, ya sea hacia la estructura, hacia un personaje, una idea, una construcción, una historia,  etc.

La lectura de una minificción atravesada por una alusión, ofrece al lector la oportunidad de construir el sentido a partir de lo dicho, pero también de  lo no dicho. El texto aludido o el intertexto, en el relato minificcional,  envuelve un doble significado, porque trae consigo su sentido  original, el lector parte de ahí y toma otro rumbo, creando un nuevo sentido, que puede ir en muchas direcciones. Entonces las historias, la “vieja” y la “nueva” dialogan entre sí. El nuevo texto se relaciona de manera concordante o discordante  con el viejo texto que es a la vez su referencia, a veces se subvierte el sentido,  o se toma otro rumbo.  Este procedimiento literario está tatuado en la minificción, en la que se alude a otro texto. 

En esta reconfiguración del sentido original se juega con el lector, con su capacidad de recordar otros textos, otros significados. Cuando el intertexto aparece de manera más clara, el lector tendrá menos quehacer en el esfuerzo de evocación. Como parte de los procesos desarrollados en la literatura, se establece una nueva relación entre el significado anterior y el nuevo significado, el nuevo sentido está vinculado, desde luego, con su nuevo contexto.

En la siguiente minificción la intertextualidad corresponde a los clásicos griegos, donde las sirenas hacen su aparición. Aunque hay que señalar que el mito ha logrado rebasar su origen, para convertirse en una convención social, todo el mundo sabe que son las sirenas, su canto  y lo que provoca en los hombres (tema de muchos escritos), pero no todos lo relacionan con la literatura griega.  En este caso particular  el relato minificcional aporta una final totalmente contrario a la idea original. 

¿Sirenas?

Lo cierto es que las sirenas desafinan. Es posible tolerar el monótono chirrido de una de ellas, pero cuando cantan a coro el efecto es tan desagradable que los hombres se arrojan al agua para perecer ahogados con tal de no tener que soportar esa terrible discordancia. Esto les sucede, sobre todo, a los amantes, de la buena música. Ana María Shua.[10]

La intertextualidad funciona de manera distinta en la minificción que en otros géneros narrativos.  En un ensayo, por ejemplo, el segundo texto, el citado  se usa para reforzar, completar o incluso contradecir  la idea sobre la que se está hablando.  En el cuento y la novela el intertexto, generalmente,  se utiliza para apoyar la historia que se está relatando, es decir, proporcionar un dato, traer una historia paralela, en el caso de las minificciones la intertextualidad se vuelve fundamental,  porque el tema aludido, se vuelve el tema de la minificción.  

En aras de la economía narrativa, el relato minificcional tiende a utilizar todos los recursos a su alcance, se trata de  aprovechar el conocimiento previo, por ello la información proveniente de otros textos resulta primordial.  Por ejemplo, con decir Edipo, el lector infiere todo un universo que entra en relación con el texto actual, en este caso, no es necesario que se expliciten sus componentes, o sea se dice sin decir,  la intertextualidad supone información oculta.

Hay que reconocer que en este procedimiento literario entra en juego la competencia del lector, el autor apela a su conocimiento  anterior, debido a que no hay espacio para explicar una cita o  para mayor aclaración.

La intertextualidad en la minificción tiene funciones desautomatizadoras. El trabajo de comprensión, que se lleva a cabo en las minificciones con estas características, implica recordar el sentido original del intertexto y casi simultáneamente,   dotarlo de otro significado, de acuerdo al nuevo contexto. En este caso la intertextualidad apunta a la creación de nuevos mundos (textuales),  vinculados a universos anteriores, por ello es que relacionamos el concepto de desautomatización, ya que el procedimiento es recordar el significado del intertexto, para inmediatamente resignificarlo.

Aunque no es una condición sine quan non, resulta una constante que los intertextos, que se utilizan en las minificciones,  sean canónicos, su significado original se identifica sin mayores esfuerzos. Es el caso del siguiente ejemplo, en donde la intertextualidad se manifiesta en varios  niveles: hay una cita del texto emblemático del género, del autor, del título, pero además la intertextualidad está reflejada  también en el contenido, y en la propia estructura de la minificción. Cabe señalar que “El dinosaurio” ha sido re-escrito, y por lo tanto resignificado, de múltiples maneras (incluso el epígrafe de este trabajo corresponde a una reescritura de ese texto).  

La culta dama

Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado “El dinosaurio” –Ah, es una delicia –me respondió-, ya estoy leyéndolo. José de la Colina.[11]

Pero existen otros relatos minificcionales en los que se pone a prueba al lector y su destreza  para recordar personajes o circunstancias aludidas. En la siguiente minificción, la intertextualidad reside en el texto clásico La Odisea, concretamente en uno de sus personajes y sus consejos, así como en la idea del canto de las sirenas, como algo mágico, embaucador. En este caso el lector tendrá que recordar el capítulo donde la diosa Circe le da a Odiseo las instrucciones para salvarse de las sirenas. La minificción reconfigura el significado del primer texto, para darle una nueva conclusión.      

A Circe

¡Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos. Mas no me hice amarrar al mástil cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del mar silencioso estaba la pradera fatal. Parecía un cargamento de violetas errante por las aguas.
¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para mí. Julio Torri.[12]

Por otra parte, la intertextualidad en la minificción ofrece una serie de convenciones sobre los procedimientos literarios,  es decir, trae consigo la manera de leer el texto, previniendo al lector sobre su encuentro con la minificción que tiene enfrente,  es decir, la simultaneidad entre la permanencia y lo novedoso de un texto.

Cabe señalar que el lector representa la contraparte de la obra literaria, será él quien lleve a cabo el esfuerzo de la interpretación, el responsable de reconstruir el significado anterior  y proveer de una nueva expresión al texto, completará el sentido uniendo pistas, configurando otro discurso a través de novedosas secuencias.  Sin duda  el lector tiene un  papel esencial  en el circuito de una obra literaria, si hace a un lado la riqueza del segundo texto, la intertextualidad,  en la  minificción, habrá fracasado. 

 

Bibliografía

  • Beristáin, Helena, Alusión, referencialidad, intertextualidad. UNAM, México, 1996.
  • Culler, Jonathan, “La literaturidad”, Teoría literaria. Marc Angenot et al. México Siglo XXI Editores, 1993.
  • ————- “Sobre la deconstrucción”. Teoría y crítica después del estructuralismo, Cátedra, Madrid, 1992.
    • Iser, Wolfgang, “La ficcionalización: dimensión antropológica de las ficciones literarias”. Teorías de la ficción literaria. Ed. Antonio Garrido Domínguez, Arco Libros, Madrid, 1997.
    • Pimentel, Luz Aurora, El relato en perspectiva. Estudio de teoría narrativa,  Coedición SXXI Editores, Facultad de Filosofía y Letras UNAM, 3era edición, México, 2005.
    • Zavala, Lauro, Como estudiar el cuento. Con una guía para analizar minificción y cine. Ed. Palo de Hormigo, Colección Tres-k-tunes Serie Xequijel No. 6 (Ensayo) Guatemala, 2002.  

Información web

·         Ciudad Selva, www.ciudadseva.com/ textos/ cuentos/ mini/ fantas2.htm,  21 de marzo, 2011

·         Ficción Mínima,  http://ficcionminima.blogspot.com/2009/04/fenomenos-de-circo.html ,  23 de marzo, 2011.

·         Revista Acta Poética, www.revistas.unam.mx/index.php/rap/article/download/23174/22116 ,  21 de febrero, 2001.

·         El cajón de sastre, http://elcajondesastre.blogcindario.com/2007/02/01054-la-culta-dama-jose-de-la-colina-micro-relato.html ,  21 de febrero, 2011.

·         El cajón de sastre, http://elcajondesastre.blogcindario.com/2006/03/00510-a-circe-julio-torri-micro-cuento.html ,  21 de febrero 2011.

 ***

Ponencia presentada en el III Encuentro Chileno de Minificción “Sea breve, por favor”. Valparaíso, junio del 2011.

 

Azucena Franco

Es Licenciada en Historia, con Mención Honorífica, por la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudiante de la Maestría en Literatura Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM. Ha participado en cursos y conferencias como el de Teoría Narrativa y Literatura Comparada impartido por la Dra. Luz Aurora Pimentel. Asistió como ponente al Sexto Congreso Internacional de Minificción,  realizado en Bogotá, Colombia, en octubre de 2010. Fue responsable editora de la revista “Líneas Fronterizas” de los números  25 al 46, publicación avocada a la problemática de las fronteras y la migración en México. En 1992, la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos A.C. publicó su libro La Industria Maquiladora de Exportación en el Estado de Tamaulipas: Un estudio sobre condiciones laborales. Ha colaborado con diversos artículos en la revista mexicana “Alternativas”. Coautora del cuaderno Tóxicos en el hogar, 2009 edición Fronteras Comunes A.C.

[1] Helena Beristáin  Alusión, referencialidad, intertextualidad. UNAM, México, 1996, pp. 41-42.

[2] “La cultura en su totalidad puede ser considerada como un texto. Pero es extraordinariamente importante subrayar que es un texto complejamente organizado que se descompone en una jerarquía de “textos en los textos” y que forma complejas entretejeduras de textos.  Puesto que la propia palabra “texto” encierra en su etimología el significado de entretejedura, podemos decir que mediante esta interpretación le devolvemos al concepto ‘texto’ su significado inicial.” Iuri Lotman, citado en Helena Beristáin  op. cit., p. 13.

[3] www.ciudadseva.com/ textos/ cuentos/ mini/ fantas2.htm

[4] http://ficcionminima.blogspot.com/2009/04/fenomenos-de-circo.html

[5] Helena Beristáin,  op. cit., p. 31.

[6] “Todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto. en lugar de la noción de intersubjetictivdad se instala la de intertextualidad y el lenguaje poético se lee, al menos, como doble.” Julia Kristeva, Rescherche por une semanalayse  citado ídem.

[7] Luz Aurora Pimentel, El relato en perspectiva. Estudio de teoría narrativa,  Coedición SXXI Editores, Facultad de Filosofía y Letras UNAM, 3era edición, México, 2005,  p. 179.

[8] Helena Beristáin, op. cit., p. 47.

[9] “Son ejemplos de intertextualidad: la cita, que es su “forma más explícita y literal”; el plagio: copia literal –como la cita- pero “menos explícita y menos canónica” (aunque, desde luego, ambas implican a otro sujeto, con otra óptica que es necesario identificar) y, lo que aquí más importa, la alusión: forma menos explícita y menos literal; “enunciado cuya plena concepción supone la percepción de su relación con otro enunciado al que remite necesariamente tal o cual de sus inflexiones no perceptible de otro modo”. Se trata de un estado implícito (y a veces completamente hipotético) del intertexto” (Genette: 10-11) citado en Helena Beristáin, op. cit., p. 32.

[10] www.revistas.unam.mx/index.php/rap/article/download/23174/22116

 [11] http://elcajondesastre.blogcindario.com/2007/02/01054-la-culta-dama-jose-de-la-colina-micro-relato.html

[12] http://elcajondesastre.blogcindario.com/2006/03/00510-a-circe-julio-torri-micro-cuento.html