Le acometió entonces una desesperación aguda. ¡Tenía hambre, hambre, hambre! Un hambre que lo doblegaba como un latigazo; veía todo a través de una niebla azul y al andar vacilaba como un borracho. Sin embargo, no habría podido quejarse ni gritar, pues su sufrimiento era obscuro y fatigante; no era dolor, sino angustia sorda, acabamiento; le parecía que estaba aplastado por un gran peso.
El vaso de leche, de Manuel Rojas. Buenos Aires, 1826; Santiago de Chile, 1973. Premio Nacional de Literatura 1957. Descarga el PDF AQUÍ.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…