Por Eduardo Contreras Villablanca

Esta novela, se supone escrita por Pedro Rodríguez, un jubilado que sobrevive en la colonia china de Chile, como vendedor de antigüedades, y que con esa actividad logra complementar la renta universal con la que la población de pasada la mitad de este siglo, logra a duras penas llegar a fin de mes.

La obra está fechada en el año 2062, para ese año hace ya un buen tiempo que al autor desapareció luego de haber sido relegado a la Selva de Atacama. Este es el futuro distópico que el autor detrás del autor, Nicolás Medina Cabrera, nos plantea.

Nos vamos enterando de que luego del estallido social y la pandemia, y tras un gobierno de izquierda, se abrió el paso a un gobierno populista de extrema derecha, liderando por Jaime Adolfo Kleist, claro trasunto ficticio de José Antonio Kast. Ese vaivén, a la par de algunas volteretas y guerras entre las grandes potencias del planeta, deriva en que Chile, al igual que buena parta de Sudamérica, termina bajo la órbita de China, en una suerte de enclave neo colonial.

La obra, está salpicada de dosis de humor, una sátira a distintas personas de la fauna política actual. Aparecen fugazmente en la obra personajes como Daniel Fatovic o Florencia Camels, y son mencionados otros como Giorgiono Johnson y Rogelio Edwards.

Solo un ejemplo: en un pasaje el protagonista entra a la Catedral de Santiago, y reconoce a la otrora diputada Florencia Camels, desnutrida y vistiendo piltrafas. El cura, aparentemente de los pocos que quedan, o quizás el único, tiene más de cien años y logra llevar adelante la liturgia gracias a cables con líquidos y prótesis que lo mantienen con vida.

En un momento, “lo que quedaba de Florencia Camels” se incorpora de su asiento, corre hacia el altar y grita “- ¡Augusto Pinochet fue Jesucristo! ¡Pinochet fue Jesucristo! ¡Augusto Pinochet fue la reencarnación del hijo de Dios en la tierra! – Exclamó tres veces más esa alucinación fascistoide y luego se desplomó como castillo de naipes, quebrándose el cráneo contra el suelo pétreo de la Casa de Dios, y expirando en el acto”:

El entorno de la historia del narrador personaje, del que sabemos desde un inicio que concluirá mal, es uno en el que el progreso tecnológico y los cambios sociales han inundado las calles de nuestro país futuro con androides y sustancias sintéticas que mantienen a la población drogada y contenta, al estilo de Un mundo feliz, el clásico de Aldous Huxley.

En síntesis, un buen aporte a la ciencia ficción chilena.