Por Francisco J. Zañartu G.

“Mr. Hoover, mal informado a pesar de sus veintiún embajadas, no sabe que el hombrecito Sandino, moruno, plebeyo e infeliz, ha tomado como un garfio la admiración de su raza, excepto uno que otro traidorzuelo o alma seca del Sur”
 «La Cacería de Sandino», a 87 años de la muerte del héroe nicaragüense y latinoamericano.
Gabriela Mistral

Hay fechas que marcan generaciones. Quienes éramos jóvenes en los 70/80 siempre recordaremos el 19 de Julio de 1979, día en que un pequeño país, lograba liberarse de una terrible dictadura. Nicaragua derrocaba a Anastasio Somoza. El país de Sandino y Darío miraba hacia adelante con un optimismo que se traspasaba a todo el continente. Una junta sandinista tomaba el poder y muchos pensábamos que algún día podríamos derrocar a Pinochet. En el recientemente inaugurado Paseo Ahumada gritábamos: “Amín, Pinochet, Somoza, los tres la misma cosa” y los carabineros nos y apaleaban defendiendo a Pinochet, Amín y Somoza.

La junta de gobierno sandinista era encabezada por el guerrillero Daniel Ortega e integrada por Violeta Barrios, viuda del periodista asesinado por la dictadura somocista Pedro Agustín Chamorro, Sergio Ramírez, intelectual socialdemócrata y el empresario liberal Alfonso Robelo, entre otros.

Los restos de la Guardia Nacional escaparon en desbandada hacia Honduras. El dictador Somoza había huido en la víspera. En Managua el pueblo asaltaba los cuarteles de la Guardia Nacional somocista llevándose armas, vehículos y pertrechos.

El triunfo revolucionario conmovió a Centroamérica y todo el continente.

Julio Cortázar escribe su ensayo: “Nicaragua, tan violentamente dulce” donde da cuenta del proceso y la realidad nicaragüense y colige que, ante las desigualdades y los abusos evidentes del norte al sur, no se puede ser indiferente y se debe tomar partido. Mientras tanto Sylvio Rodríguez nos comenta que: “Se partió en Nicaragua/otro hierro caliente/con que el águila daba/su señal a la gente”.

La junta nombra a Ernesto Cardenal ministro de Cultura. Dicho nombramiento nos hace recordar el retiro de Semana Santa en 1974 cuando, durante el Vía Crucis, leemos: “Señor/recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,/aunque ése no era su verdadero nombre/(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años/y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)” (1965-1) Este nombramiento provoca – años después – un reto en público de K. Wojtila (Papa defensor de pedófilos como Maciel) y el poeta de Solentiname muestra ante el mundo lo que significa la dignidad.

En Chile, un grupo de jóvenes escritores de la U.E.J. pone una corona de flores frente a la estatua de Rubén Darío.

Desde aquel mítico 19 de Julio han pasado poco más de 43 años y muchas cosas han cambiado. Amín, Somoza y Pinochet han abandonado este mundo y Ortega se ha transformado en un dictador que bien podría acompañar a los anteriores.

El paso de los años es relatado por el periodista Mauricio Weibel en su libro “Los niños de la rebelión”: “Fui de una generación que creció cobijada por la estética de la revolución chilena, con canciones de Pablo Milanés, Víctor Jara e Illapu en sus gargantas pero que debió educar a sus hijos en el hálito de los realities televisivos…Una generación que vio a sus héroes o líderes de antaño transformarse en dictadorzuelos, pederastas o lobistas de grandes capitales” (2017. 15-16).

El 9 de febrero de 2023 el gobierno del exguerrillero y su esposa Rosario Murillo, después de modificar la Constitución de Nicaragua, despojan de su nacionalidad a 222 presos políticos, incluyendo jóvenes universitarios, militantes políticos, líderes campesinos, sacerdotes y periodistas. El 15 de febrero se despojó a otros 92 nicaragüenses de su nacionalidad, entre los que se encuentran el escritor y premio Cervantes de literatura Sergio Ramírez y la reconocida poeta Gioconda Belli. Estos hechos violan el derecho humano fundamental a tener una nacionalidad consignada en el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el artículo 20 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

El poeta de Solentiname, Ernesto Cardenal Martínez (1925–2020) conocido por una obra que le mereció varios premios internacionales y por ser uno de los más destacados defensores de la Teología de la Liberación en América Latina abandona el Frente Sandinista en 1994, en protesta contra la dirección de Daniel Ortega y más tarde da su apoyo moral al Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y a la Alianza Partido MRS durante las elecciones de 2006, al igual que otros destacados intelectuales y artistas nicaragüenses. El poeta ​fallece en Managua el 1 de marzo de 2020, a los noventa y cinco años, tras denunciar ser víctima de una persecución política urdida por el gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo por medio del sistema de justicia nicaragüense. En ese momento mientras se articula un movimiento de solidaridad con él que involucra poetas, periodistas, intelectuales y religiosos que han exigido al régimen de Managua la suspensión del acoso gubernamental.

Wojtila y Ortega los dos la misma cosa (Rima asonante).

Como dato al margen se debe consignar que en los últimos años al menos dieciocho universidades han sido canceladas arbitrariamente como una forma de control ante la rebelión estudiantil de 2018 que dejó 328 muertos, cerca de dos mil heridos y cientos de detenidos. El gobierno de Daniel Ortega ha cancelado también el estatus legal de más de tres mil organizaciones no gubernamentales, incluyendo aquellas que defienden los derechos humanos y de las mujeres. Veintiséis medios de comunicación han sido cerrados y más de doscientos periodistas han debido exiliarse. Por si fuera poco, desde 2018 se prohíbe la entrada a organismos internacionales de derechos humanos, incluyendo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Un amigo -ex cura- comenta por Facebook: “Ortega sacó el Pinochet que tenía guardado”, mientras desde acá nos convencemos de que el ex guerrillero y su pareja son aquellos traidorzuelos de los que nos habla Mistral al recordar a Sandino.