la cifra indescifrableComentario del libro de cuentos La cifra indescifrable, de Héctor Caro Quilodrán (2017, El español de Shakespeare).

Por Camilo Ortiz*

No es ningún misterio, más bien es una característica nacional, que el grueso de nuestros autores ha nacido en una provincia. Ni siquiera en las ciudades capitales de las regiones, sino en pueblos intermedios, donde el paso del tiempo y la realidad discurre lentamente, ajeno a cualquier referencia mundial y por ahora escapa ¾aunque Internet llegó a todas partes¾ de la llamada «globalización». Conservan cierta dosis incorrupta en su paisaje esencial, que para algunos puede tornarse insoportable por su inercia melancólica.

Su identidad estribaría en este ritmo semejante a la calma de los bueyes. En las mentes más inquietas e imaginativas produce una profunda desesperación por marcharse, la sospecha de que la vida está en otra parte. Aunque al principio el propio afectado no es consciente de esto y simplemente deja que su liberación trabaje en su interior. A partir de la fricción entre el ardiente interior y el gélido exterior, el escritor provinciano crea su propio y rico mundo, que luego llevará a otros lugares sin cambiar sus raíces por más que acumule experiencias o desee modificarlas. ¿Acaso no decía Jorge Teillier que quien nace en la provincia, nace vacunado?

Héctor Caro Quilodrán vivió su infancia y juventud en el pueblo de San Carlos, y actualmente persigue los veranos del mundo, dividiendo su año entre la vieja Copenhague en Dinamarca y su pueblo natal, donde reside en una parcela. Ahora nos presenta un libro de un extraño y particular estilo: La cifra indescifrable. Son cuentos que se originan en el ensueño. En la mayoría de ellos no hay demasiadas referencias a lugares concretos. Habla de las circunstancias de los protagonistas y expone un contexto mínimo pero suficiente. A nuestro juicio, consigue las mejores piezas en sus cuentos breves, como «La cifra indescifrable» o «Solo». El adjetivo «indescifrable» funciona perfecto en el título de la obra: resume el estilo y une subterráneamente las historias. Sin ir más lejos, algo parecido sucede en el libro La última niebla, de María Luisa Bombal.

Podemos decirlo de otra manera: es un estilo «aéreo». ¿Será que nuestro autor vive realmente en el avión que lo traslada de las tierras nórdicas a Chile o viceversa, sin decidirse por uno u otro sitio, sin saber si va de ida o de vuelta, y donde su pasado no es una cadena y aún menos un ancla? El relato «Perdidos» podría apuntar en esa dirección. Sin embargo, sospechamos algunas referencias autobiográficas de su edad temprana, como en el relato largo que cierra el libro, «Los vulnerables». En otros también se aprecian incrustaciones sociológicas que cualquier lector chileno reconocerá de inmediato, por ejemplo, en «Zapatillas de marca». Dichos toques de realidad, sin embargo, no alcanzan a rasgar el manto de la evanescencia, que al levantarlo revela motivos universales. Todo autor tiene el legítimo derecho de buscar este juego ambiguo entre realidad y fantasía. Donde mejor se aprecia es en un diálogo en el cuento «Aire puro»:

«-¿Qué es superior, la realidad o la fantasía, querido rector?

»-Es como tirar una moneda al aire: uno no sabe si saldrá sello o cara.

»-A veces nos sorprende la realidad y a veces la fantasía. No se olvide de quién lanza la moneda, el hombre, ese total misterio…».

Tal vez da lo mismo cuál resulte boca arriba, además de que ninguna opción es superior a la otra. Realidad y ficción se unifican en un paño infinito por donde transcurre nuestra existencia cotidiana. Para dirimirlas habría que descifrar al hombre que las invoca, lo cual ya sabemos es imposible.

«Aire puro» también pudo ser el título para coronar la extraña ánima de esta galería de relatos y cuyo adjetivo definitorio aún no se ha inventado, pues debería ser uno que se halle a medio camino entre el sueño y la realidad. En rigor no tendría que ser lo uno ni lo otro. ¡Menuda tarea la de consignar un tajo en el interior de un hombre! Mientras tanto tendremos que conformarnos con el misterio del autor, con sus personajes, sus conflictos y periplos, que en definitiva parece decirnos que su mente es su auténtico pueblo o verdadera patria.

* Camilo Ortiz es escritor y periodista. Nació en San Carlos en 1966 y reside en Chillán. Tiene tres libros a su haber: La casa sola (miscelánea, 2013, Mago Editores), La puta y el poeta (cuentos, 2014, El Español de Shakespeare) y El hijo del notario (crónicas, 2016, El español de Shakespeare). Actualmente prepara su primera novela.