El viaje como fundamento del encuentro.
Autor: Juan Mihovilovich
Novela. Simplemente Editores, 97 páginas, 2021.
“…el amor aúlla como un lobo solitario.” -pág.17-
Por José Luis Pincheira
El vínculo que ha provocado este libro de Juan Mihovilovich merece la pena compartirse.
Partiendo por unirme a la singularidad del narrador: siempre una primerísima persona, en el cuestionamiento de que sea un loco el que constantemente nos enseñe a comprender, quien se detiene y observa, siente, percibe y concluye, acertadamente, tiempo después.
Frente a nosotros, el resto, que no estamos para detenernos ni siquiera frente al caído en nuestra ruta, a quien eludimos esquivando por arriba, por el lado o por donde fuera. Y, por cierto, menos pararse a escuchar y disfrutar eso que, de algún modo, desconcierta: “…el amor aúlla como un lobo solitario” (p. 17). Al fin, idéntica y perversamente a como lo hacemos con la realidad.
Quizás, tanto Covid por todas partes, como manifestación de ese contexto comprendido por Vicente, -el personaje central, probablemente- bajó sus defensas y provocó el infarto. Lo cierto es que, a partir de ese hecho, nuestro guía, comienza un viaje al que nos ha invitado hace ya un tiempo dentro de la novela: la locura.
El problema, por ejemplo, es que el hermano de Vicente –y eventual narrador- se mimetiza con su personalidad, a tal punto que un día termina mirándose al espejo y no ve más que el rostro de su hermano fallecido. Allí se inicia el miedo con esa profunda identificación. ¿Tendrá el mismo desenlace de tanto asumirse? Es la pregunta a resolver.
Sin embargo, no todo es sueño o pesadilla en el relato. La tangible misión de la ceremonia fúnebre se ve impedida por las cuarentenas estrictas, como también se suceden en el camino las postergaciones del reencuentro, unida a la reparación y los delirios, en definitiva, unificadores.
Todo transcurre de aquí en más, de poema en poema, sin estructura de tales, pero con hermosos cánticos a la belleza. Quien los ejecuta, el caminante testimonial, ahora es o parece ser, el hermano de Vicente, -el Notario- o Vicente mismo. Descúbralo usted.
El libro nos invita a sentir el viaje como fundamento del encuentro. Recuerdo, precisamente ahora, esa gran obra del cineasta alemán Werner Herzog, “Del caminar sobre hielo”, y pienso que la emoción acá ha vuelto a manifestarse. Me he encontrado sintiendo la pérdida, compartiendo la incertidumbre del destino, los contrasentidos de la vida, los dolores atroces, las alegrías pasajeras, las carcajadas, los llantos. La historia mutua. La que construimos a diario con quienes amamos, esas historias en que muchas veces no reparamos ni respetamos en su delicada precariedad.
Como una flor en el desierto, este libro llena de bálsamo nuestro transitar ripiado.
Pareciera un relato de muerte, no obstante, es vida, lo que permanece al final.
¡Qué paradoja!
El Anticristo se ha manifestado.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…