Por Eduardo Contreras Villablanca / Letras de Chile

La periodista y escritora Marilú Ortiz de Rozas, publicó este año 2023, el libro titulado «Pequeño Dios», una novela biográfica de una parte de la vida del gran poeta chileno Vicente Huidobro. El libro se centra en las relaciones románticas de Huidobro con tres mujeres centrales en su vida sentimental: sus esposas Manuela Portales, Ximena Amunátegui y Raquel Señoret.

El libro ha sido descrito como un gran e innovador proyecto literario, no puedo más que coincidir: lo de “gran proyecto” se puede ilustrar con el notable trabajo de investigación, que incluyó una profunda revisión de la obra del poeta, entrevistas a trece familiares, a expertos en la obra del poeta como Gabriele Morelli, un análisis detallado de los libros sobre el autor de Altazor, como el de Volodia Teitelboim (“Huidobro, la marcha infinita”), y la revisión de notas y artículos en periódicos y revistas de la época.

Lo innovador se disfruta sobre todo en la elección de las narradoras, cada una de sus tres esposas relata uno de los tres grandes capítulos de la obra. Las personalidades de ellas se distinguen, las voces son diferentes, aunque comparten el ser mujeres modernas para su época, y muy cultas, esa diferenciación de las voces y el retratar a Huidobro a la vez que se dibuja a cada una de ellas, es un mérito de la obra. El respeto y la admiración de Marilú Ortiz de Rozas por Vicente Huidobro, se concreta en las voces de Manuela, Ximena y Raquel, ya que si bien la personalidad autorreferente y megalómana del poeta causó heridas en las dos primeras (sobre todo en Ximena Amunátegui), que se describen en detalle en sus relatos, ellas en sus capítulos resaltan siempre el genio y la obra del poeta, así como los buenos momentos y los poemas inspirados por ellas como musas.

Ilustraré lo afirmado en el párrafo anterior, con la voz de Manuela Portales que nos dice: “Al momento de los balances, si puedo vanagloriarme de algo, es que Vicente Huidobro escribió decenas y decenas de poemas para celebrar nuestro amor, muchos más de los que dedicó a ninguna otra mujer en si vida. Cada uno, sabiendo lo importante que era la poesía para él, puede sacar sus propias conclusiones”. Y más adelante se hace preguntas que son certeros trazos del retrato de Huidobro, a propósito de la publicación del texto del poeta “La cuestión social”, sobre la pobreza y la inequidad en Chile: “Se sacudieron los García Huidobro, por el lado de su padre, y los Fernández Bascuñán por el lado de su madre, se sacudieron también los jesuitas que supuestamente lo educaban. ¿De dónde sacó ideas tan avanzadas, en medio de esa rancia aristocracia beata, que lo vio nacer y crecer, y que nunca logró entender cómo, cuándo y por qué se torció tanto ese hijo predestinado al estrellato?

Como se sabe, el poeta militó en el Partido Comunista de Chile y tenía simpatía por la Revolución Rusa, toda una ruptura con la tradición familiar, eso además de su afán por involucrarse personalmente en las dos guerras que sacudieron a Europa en la primera mitad del siglo XX.

La obra de Ortiz de Rozas nos muestra también a la cuarta mujer que marcó la vida de Vicente Huidobro, su madre, María Luisa Fernández. Huidobro se ve siempre compelido a alcanzar las altas expectativas que su madre tenía respecto a él. Ximena Amunátegui, la segunda esposa del poeta, dice lo siguiente respecto a su suegra: “Doña María Luisa pensaba que la gesta de su hijo era comparable a la del Cid, nada menos”. A propósito de la publicación de la obra del poeta, Mio Cid Campeador – Hazaña, se cita una carta de María Luisa en la que le señala a su hijo que: “Tu antepasado el Cid, lamentará no poder abrazar al que lo inmortalizó de los de su sangre. Batallador por batallador: el de la espada y de las conquistas de la tierra, con el de la idea que se eterniza…”

Si bien las tres narradoras brillan por sí mismas, me queda resonando con más fuerza Raquel Señoret. Ella es más par de Huidobro en dos sentidos muy relevantes: poeta como él y socialmente muy comprometida. Luego de la muerte de su esposo publicó dos libros: Sin título (1962) y Anagogías (1989), y existen muchos poemas suyos publicados en revistas. Hasta su muerte, en noviembre de 1990, Señoret militó en el Partido Comunista de Chile, lo que le significó – entre otras cosas – persecución durante la dictadura de Pinochet. Luego de la muerte de Huidobro se casó con el arquitecto y pintor Pedro Burchard, con quien tuvo tres hijos. Tiempo después se separaron. Años más tarde mantuvo una relación con el poeta Enrique Lihn, a quien Señoret en la obra se refiere como “mi último amante poeta”. Fue muy amiga del poeta estadounidense Allen Ginsberg, y tradujo parte de su obra al español.

En Pequeño dios, se cita la presentación del libro “Anagogías” de Raquel Señoret, que el académico Alejandro Canseco-Jerez, realizó en 1989:

“Hay historias personales que pueden considerarse en sí mismas genuinas obras de arte. Es el caso de musas como Albertina o la Hormiguita, junto a Neruda, de Mina y Pépèche, junto a Juan Emar, o de Raquel Señoret, junto a Huidobro.

“La historia de Raquel Señoret es particularmente relevante, en la medida que, de musa y sujeto estético amoroso e inspirador, se transforma en poeta lírico.

“Raquel ha señalado en el curso de nuestras entrevistas:

“Que amaba la poesía de Huidobro aún antes de conocerle (…) Que cuando Vicente Huidobro muere, en Cartagena, sintió que “era la poesía quien moría”.

“Que sus primeros poemas los escribirá en defensa de la obra del poeta”:

Parte de esa obra de arte que fue la vida de Raquel Señoret, es recogida por Marilú Ortiz de Rozas en el tercer capítulo de Pequeño Dios.

Debo confesar que mi muy positiva visión de esta obra, quizás tenga el sesgo propio de ser yo un admirador de las creaciones de Huidobro. Pero me atrevo a pensar que alguien que no sea seguidor del poeta disfrutará este texto tanto como yo. Quisiera que se haga realidad el deseo de la autora, que cierra su obra deseando que “este libro impulse a seguir leyendo a ese poeta extraordinario que es Vicente Huidobro”.

Pequeño dios, 2023
Marilú Ortiz de Rozas
Editorial Alfaguara
257 páginas