Comentario de la novela Hombre muerto, de Ivo Barraza.

Por Camilo Ortiz

Armando Ardiles es el protagonista de Hombre Muerto, la novela con que debuta en el género el periodista Ivo Barraza. Ardiles se define a sí mismo como un «hombre muerto». Ha fracasado en todo, en lo laboral y lo afectivo, y parece decirnos que no hay peor muerte que aquella que te deja vivo. Aclaremos de inmediato que no es la típica historia de perdedores, donde abunde el alcohol y la autocompasión, que finalmente conduzca a predecibles callejones sin salida. El protagonista muchas veces se concentra en un conflicto social mayor y de plena actualidad en la Araucanía.

Ardiles es un periodista caído en desgracia en los medios, los cuales no soportan la dosis de verdad que el personaje procura: la verdad sin contemplaciones, tan ciega como debiera ser la justicia. Es despedido por esto y en vez de convertirse en un patético y resentido youtuber, acepta su derrota con resignación, ingeniándoselas para sobrevivir en labores por debajo de sus capacidades.

Los temas de fondo surgen poco a poco: el poder, la justicia, el amor. Incita al lector a decirse: «siempre lo pensé así, pero nunca supe expresarlo con claridad». Por ejemplo, respecto del amor, donde la posición social y el dinero son a menudo pilares ineludibles, y en ese caso el amor por el amor no existe. El poder siempre quiere más poder y la justicia descorre su venda la mayoría de las ocasiones. Sin embargo, esta terrible verdad no apaga la pequeña llama de Ardiles, aunque ni él mismo sepa que todavía la tiene.

Cuando se instala en los hermosos parajes de Villarrica, para encargarse de la venta de un predio de su exsuegro, las circunstancias lo obligan a actuar. Pero no lo hace para resucitar su fama perdida como reportero. Se mueve por un instinto de verdad y luego de justicia, cuando la hija de un acaudalado de la zona requiere de sus servicios de experiodista policial.

En cuanto a la estructura, la novela posee una gran fluidez a través de sus catorce capítulos, subdivididos a su vez, lo cual asegura la atención de los lectores; el libro entero podría ser leído en una sola noche. Los diálogos, ágiles y siempre en una justa medida, no están exentos de humor, lo que siempre se agradece. Los personajes son numerosos y se dibujan bien, a veces con una sola pincelada: un gesto o un recuerdo que denotan algún rasgo de su psicología, más que suficiente tratándose de los secundarios.

El poder, la verdad y la justicia se enfrentan como es de rigor, pero sin que prevalezca el atávico quejido de los desposeídos, al punto de hacer que la trama sea una excusa para tal clamor. El argumento vale por sí mismo, donde el elemento social viene a ser un equilibrado telón de fondo. No es lo mismo un autor que se sube a las modas de su época, en este caso la reivindicación social, que otro al dar cuenta de su tiempo sin incurrir en la moda. Es una línea delgada, que en Hombre muerto parte desde el fuero interno de Ivo Barraza y después se decanta detalle a detalle.