por Sonia Cienfuegos

(Todos sus derechos conculcados)

noviembre 11, 2019

Yo soy tu enemiga interna, soy tu sombra, tu perseguidora. Pincho tus aparatos telefónicos, tu sueño y te susurro al oído que vendré por ti con una pesada hacha que entierra su filo en
la madera que se consumirá más tarde en la cocina o en la estufa.

Que la sangre que irriga tus venas, se coagulará cuando la alce cercenando tu vida, tu codicia, tu cínica sonrisa, tu perversión, tu desprecio hacia mí.

Yo soy tu enemiga interna que atenta contra el Orden Nacional; contra la seguridad de tu propiedad privada: tus arcones repletos de dólares/de brokers, de acciones, escrituras de sociedades e inmuebles, oro/brillantes y gemas preciosas, la historia de hombres, mujeres, niños y ancianos que disecaste en vida, que se inmolaron por el pan en sus mesas y zapatos
(los niños ya no querían embadurnar sus pies con brea y colocarse una piedra simulando un
taco para ir a la escuela)

Soy tu enemiga Interna, el runrún -su sonido persistente que te zumba y zumba- en tus amaneceres y ocasos delirantes.

Soy Lo Hermida, soy Gabriela Pizarro, que corro y corro enloquecida por pasajes, calles y callejones durante el inicio de la dictadura de Pinochet y en medio del toque de queda.
(No puedo estar en silencio, necesito mi guitarra y mi canto para contar nuestra esclavitud
y condena).

Soy Alicia Vega, enseñando en mi “Taller de cine para niños” (replicado en varios países del mundo) en este lugar de infancias pobres de escuelas pobres, maravillándolos con
la magia del cine, su quehacer; y del constatar que podían – dentro de la represión sistemática, la muerte y desesperanza – soñar, imaginando lugares donde las balas no existían, los muertos y muertas estaban en el cementerio desde hacía mucho tiempo, los cuerpos mutilados formaban parte de una película de suspenso y terror, los detenidos y desaparecido(a)s eran zombis, como los de “Campana del Infierno” del español Claudio Guerin o “La Orgía de los Muertos” de su compatriota, José Luis Merino, que bien podrían ellos producir junto a mí.

Este amanecer vuelvo a ser tu enemiga interna que atenta contra tu llamada Seguridad Nacional.

La policía uniformada irrumpe en mis entrañas, apalea, lanza bombas lacrimógenas pestilentes y tóxicas, rompe mis frágiles puertas de mis frágiles casas e irrumpe sin resolución judicial en “propiedad privada” (las casas de lo(a)s pobres y luchadore(a)s no lo son), dispara balines de goma y acero, sólo de acero o bolsitas con varios en su interior, mutila, apalea, rompe un brazo de una habitante, aterra a los “locos bajitos”: criaturas pequeñitas, niños y niñas; vuelve a apalear, destruye sin más, se solaza con el dolor, el miedo y la desesperación de mi gente.
Soy también lo(a)s feligrese(a)s que van orando en Vía Crucis, mientras caminan con los sacerdotes católicos franceses a la cabeza (que pertenecen a esa querida capilla que me acoge y nos acoge cuando la represión arrecia), deteniéndose en las doce estaciones, en cada una de las cuales ALGUIEN fue asesinado(a) por los secuaces de Pinochet con su venia, tan sicarios como él.

Soy tu enemiga interna en los cuerpos y acciones de las monjas españolas que ofrecen un lugar para reunirnos con quienes solidarizan, en tiempos opacos, oscuros y sanguinolentos conmigo y mis hermano(s) perseguido(a)s.

Soy el cineasta Ignacio Agüero filmando el documental “Cien niños esperando un tren”, basado en los talleres que dicta doña Alicia Vega (candidata en 2019 al Premio Nacional como investigadora de cine y educadora); lo fue en la PUC y en la U. de Chile, película premiada fuera de Chile y que es un clásico en las cinetecas de Chile.

Soy todo lo que escribo y te exijo – Enemigo Interno nº 1 de tus compatriotas, primero que todo, a parar de una vez esta feroz represión contra el Pueblo de Chile en pleno 2019, contra sus habitantes en general (sean esto(a)s migrantes, pobres, minorías sexuales, discapacitado(s), dirigente(a) sociales o sindicales, estudiantes, trabajadores y trabajadoras, mujeres y hombres vejados sexualmente; o pertenecientes a etnias originarias que bien conocen desde añares, la persecución del Estado chileno hacia ellas) usando el cuerpo de Carabineros de Chile como “ilotas de Esparta”, bajo el alero de sus unidades policiales o en la calle, favorecidos por la oscuridad y el miedo de la población.

Más adelante, según el favor del viento o el tenor de lo planteado por el Ejecutivo al Pueblo, “gente o personas”, podremos avanzar hacia una Nueva Constitución que restituya tantos derechos sociales y laborales borrados por la dictadura cívico militar, como las proposiciones que han surgido desde hace mucho en Chile y que no han sido resueltas ni en un diez por ciento por un Estado miserable, genuflexo y entreverado por los fétidos de dinero y poder
Inconmensurable, rateros de Chile, de sus riquezas comenzando por el agua y a lo mejor ¡quién sabe! siguiendo por comprar el aire, quitando el oxígeno a quienes ELLOS decidan.

Firmado: Tu E. Interna