Adriano Améstica

Por Adriano Améstica*

El Premio “Stella Corvalán”, completa este año y convocado ininterrumpidamente, su XVI versión y da inicio a la XVII, alternando, como es sabido, poesía y cuento.

Desde el comienzo, hay que destacarlo, contamos con la colaboración de personas, cuyo único interés era sumar sus esfuerzos, para fortalecer este proyecto literario, por considerarlo importante y valioso como incremento al patrimonio artístico-cultural de la región y el país.

Nacía, mirado en una perspectiva literaria, en una región como la maulina, vinculada a varios premios nacionales: Mariano Latorre (1944), Pablo Neruda (1945), también Nobel de Literatura (1971); Francisco Antonio Encina como ensayista, en 1955; Max Jara (1956), Pablo de Rokha (1965), Eduardo Anguita (1988), Efraín Barquero (2008); y no podemos olvidar a Guillermo Blanco, Hijo Ilustre de Talca, Premio Nacional de Periodismo en 1999.

En el Liceo de Hombres de Talca aflora, asimismo, fundado en 1938, el Grupo “La Mandrágora”, de corte surrealista, que integraron Teófilo Cid, Enrique Gómez Correa, Braulio Arenas, que sería Premio Nacional en 1984; y Jorge Cáceres, poeta, bailarín y artista visual, quien al incorporarse tiene 15 años de edad. Digamos de paso, que “La Mandrágora” genera opiniones tan opuestas una de otra, como la del poeta Gonzalo Rojas, para quien “fue un entramado antojadizo y endeble…”, según expresara, mientras que el mexicano y Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, destaca al grupo como “el único auténticamente surrealista en Latinoamérica”.

Vinculada también al Liceo de Hombres, que actualmente lleva su nombre, en sus raíces aparece la figura del intelectual maulino, Abate Juan Ignacio Molina, naturalista, geógrafo y cronista quien, muy poco se ha difundido al respecto, escribió poesía, un poemario titulado “Sobre los Ríos de Chile”, donde incluye, entre otros, bellos cantos alusivos a los ríos Loncomilla, Maule y Claro.

Valgan estos antecedentes, para fundamentar que el Premio “Stella Corvalán”, al instituirse, encontraba tierra nativa naturalmente propia, con un legado literario y cultural ya reconocido, para insertarse y crecer desde Talca y la Región del Maule, y sustentarse, hasta alcanzar la proyección nacional que hoy posee…

DE LA POETA TALQUINA, EL CONCURSO Y SU PROYECCIÓN

Es de alta relevancia destacar que, en su proyección a través del país, han sido poetas y cuentistas, los muchos que cultivan estos géneros, quienes, a lo largo y ancho del territorio, con su participación desde el año 2004, han mantenido vigente nuestro certamen, hasta llegar a esta versión año 2019.

Hoy, creo, podemos afirmar, que hemos llegado a una instancia, a una convergencia, en que el Premio “Stella Corvalán”, prestigia a quienes son galardonados cada año y, a su vez, por sus méritos como poetas y escritores, estos galardonados dan prestigio a nuestro concurso nacional.

Detractores y vaticinantes de fracasos, ¿por qué no expresarlo?, que en algún momento los hubo al principio, han sido vencidos por la fuerza de los hechos y el poderío de las convicciones, puestas al servicio de una causa por demás tan noble y justa, como es este certamen, dedicado a la poeta talquina Stella Corvalán, dedicado a preservar su memoria, a exaltar su imagen de poeta y de mujer, su poesía que por esencial, por su valor como creación artística, por su propuesta estética, hoy, al leerla, continúa asombrándonos, como asombrara en círculos literarios extranjeros, a connotados personajes de las letras, el pasado siglo XX, principalmente en Europa…

DE LOS JURADOS, AYER Y HOY

Cada año, destacadas personalidades del ámbito de las letras, entre ellas poetas, escritores, académicos, profesionales formados en el estudio de la Literatura, entregan su experiencia y colaboración como jurados, para acordar y determinar al fin, labor inevitablemente difícil y compleja, quiénes serán distinguidos como ganadores o ganadoras, luego de leer y analizar cada texto en concurso, firmado con el correspondiente pseudónimo.

Como mención especial, consignamos que, recientemente supimos de la muerte del distinguido escritor y Miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Jorge Nawrath, quien entregó su valiosa colaboración como miembro del Jurado en la versión cuento del año 2011 del Premio “Stella Corvalán”, junto a Jaime Valdivieso y Óscar Bustamante, ambos renombrados escritores chilenos, también ya fallecidos.

Recientemente, hemos sido duramente golpeados por la noticia, anunciándonos la muerte de Matías Rafide, poeta, catedrático, antólogo, ensayista, crítico literario, un maulino originario de Curepto, quien colaboró incansablemente por muchos años con nuestro certamen, mientras su salud se lo permitió, realizando labores de jurado, y siendo además su voz oportuna, entusiasta y optimista, constante estímulo para continuar bregando en beneficio de nuestro torneo literario.

En esta ocasión, 2019, desarrollaron relevante labor de jurados, los especialistas, Susana Burotto Pinto, escritora; Diego Muñoz Valenzuela, escritor; y Gabriela Hill Vásquez, Licenciada en Letras, a quienes damos nuestro agradecimiento, por el tan brillantemente trabajo, efectuado durante tres meses, tiempo en que los tres leyeron y analizaron, cada uno de los 146 relatos que recibimos como respuesta a la convocatoria.

DE LOS PREMIADOS

En cuanto a los cuentos destacados con los tres primeros lugares y las tres menciones honrosas, al cabo de largas discusiones, el Jurado determinó que serían distinguidos los siguientes:

-Primer Premio, “En el Mismo Lugar de Siempre”, del autor Sergio Sepúlveda Astudillo. Es un cuento de tema contingente, que ahonda en la relación amorosa de dos mujeres. A través de la protagonista, que para encontrar a su amante realiza un viaje por una carretera envuelta por un paisaje nocturno de tintes grises, por momentos se vislumbran sensaciones de soledad, depresión, desesperación, mezclados con recuerdos hogareños, mientras la trama avanza hacia un desenlace de final incierto.

-Segundo Premio, “Para una Dama de Otro Tiempo”, del autor Tulio Mendoza Belio. Es un relato en que somos conducidos por el narrador hasta casi extraviarnos en el tiempo, mientras desfilan frente a nuestra mirada evocaciones, reminiscencias, la descripción interior de un espacio familiar alguna vez compartido, así como hay también la oportunidad para confesiones y reflexiones, cuando ya es muy tarde, cuando no es posible cambiar nada. El desenlace, en este cuento, resulta sorpresivo y conmovedor.

-Tercer Premio, “Tarea sin Sentido”, de la autora Fabiola Castillo Rojas. Es un texto en que se palpa un mundo de frías relaciones humanas, en un medio ambiente desolado y expuesto a una amenaza latente, que se va anunciando desde la sospecha… El protagonista, tiene una sola tarea, que debe cumplir día a día, y cuya importancia parece ser menor, posiblemente porque el personaje puede ser visto como alguien deficitario al que se le encomienda un trabajo a primera vista irrelevante…

-Mención Honrosa, “Una Mano por lo Menos”, del autor Mario Guajardo Vergara. Es un cuento que, por la vía inicial del juego de niños, nos muestra un ambiente de reglas no escritas, inquebrantables, que todos deben acatar, los niños, y a su vez los adultos, con un comportamiento cómplice que se diría enfermizo, tóxico. Hay secretos, simulación, una violencia que se infiere, un miedo disfrazado y el fantasma dictatorial, insinuado, flotando como causa no revelada, no dicha y, sin embargo, influyente.

-Mención Honrosa, “La Mancha”, escrito por Enrique Marchant Díaz. Nos lleva este relato, de manera singular, mediante un salto en el tiempo, por los derroteros de Don Quijote de La Mancha y su autor, para proponer una lectura distinta, o abrir una ventana para ver a un Sancho que recurre en una celda a la escritura para escapar de la demencia, en tanto en la celda contigua, el llamado Manco de Lepanto, esta vez como personaje, fracasa, día tras día, en el intento de escribir.

-Mención Honrosa, “Los Coirones”, obra de Melany García Quevedo, pone en escena la dramática situación que vive una familia europea en Tierra del Fuego (1880, tal vez), y que es el ambiente donde ocurren las acciones. La autora, incursiona en la vida, creencias, ritos y costumbres de un pueblo originario amerindio, los Selk’nam, también conocidos como Onas, a la par que muestra en los hechos sus rasgos humanitarios, en fuerte contraste con lo que fueron en la realidad las actitudes criminales de los invasores. Es una verdad histórica, que los Selk’nam, fueron violentados al principio por buscadores de oro, y después por estancieros que les usurpan sus tierras para dedicarlas a la crianza de ovejas y que, incurriendo en masacres, en asesinatos masivos, los exterminan como pueblo.

En su conjunto, los seis relatos están incluidos en un libro que, en su portada, como en ocasiones anteriores, muestra una obra de Pablo Améstica Miño, enviada desde EE.UU. y especialmente pintada como una creación no ilustrativa, luego de leer el cuento que obtuvo el Primer Premio, el antes aludido “En el Mismo Lugar de Siempre”, escrito por Sergio Sepúlveda Astudillo.

Felicitamos a los premiados, por las distinciones obtenidas. Los instamos a seguir escribiendo, a continuar avanzando en el difícil cultivo del escribir como su modo de expresión artística, palabras que hacemos extensivas a cada uno de los participantes en el concurso.

DEL CUENTO

Nos parece oportuna la ocasión, para dedicar algunas líneas al cuento como género literario, citando a un par de escritores que se refieren al tema.

Guillermo Blanco, nativo de esta ciudad de Talca, narrador de excelencia, señala refiriéndose a quienes incursionan en el cuento, que “los estilos de cada cual son distintos”, siendo lo primordial, “entender que la literatura es el arte de la palabra”, precisando luego que, “en la medida en que uno va excavando, descubre más en profundidad lo que es una palabra y lo que hay en ella…”.

Blanco, quien se declara, enemigo de las reglas para escribir un relato e incapaz de elaborar un esquema, pues necesita dejarse envolver por el suspenso, que funciona, dice, independiente de él, manifiesta asimismo: “Yo nunca sé en mis cuentos lo que viene después. Y así, me emociono y me sorprendo igual que el lector…”.

Por su parte, el gran escritor argentino Julio Cortázar, coincidente con Blanco, argumenta: “…Nadie puede pretender que los cuentos sólo deban escribirse luego de conocer sus leyes. No hay tales leyes; a lo sumo cabe hablar de puntos de vista, de ciertas constantes que dan una estructura a ese género tan poco encasillable”.

El mismo Cortázar, siempre en torno al cuento expresa, entre otras cosas, que su concepto es “muy severo: alguna vez lo he comparado con una esfera; es algo que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos”. Y también: “Para mí el cuento es un texto, continuo y cerrado sobre sí mismo, que exige un alto grado de perfección para que sea eficaz. No quiero decir perfección artificial hecha desde afuera, sino perfección interna. Ahora, esa perfección interna del cuento, el escritor tiene que ayudarla y completarla con una versión idiomática perfecta; es decir, el lenguaje tiene que ser implacablemente justo. No puede haber adjetivos de sobra en un cuento. No puede haber indecisiones a menos que eso forme parte de la intención del cuento. Es decir, el cuento tiene que ser un poco como el soneto en la poesía. Tiene una especie de definición formal, muy justa, muy precisa, en mi opinión”.

En la valiosa obra de Enrique Lafourcade, “Antología del Nuevo Cuento Chileno”, publicada por Zig-Zag el año 1954, encontramos una variedad de definiciones del género cuento de diversos escritores, como, entre otros, José Donoso, Jorge Edwards, Luis Alberto Heiremans, Enrique Lihn, María Elena Gertner…

Anotemos, además que, Braulio Arenas, el mismo de “La Mandrágora”, argumenta que, cronológicamente hablando, el primer cuento chileno publicado fue “El Picapleitos”, escrito por Juan Egaña, en 1819, ello, en contraposición a Raúl Silva Castro, que otorga esa primacía a José Victorino Lastarria, con el cuento “El Mendigo”, publicado en 1843.

Existe, por lo tanto, cualquiera sea el primero, a través del tiempo, un largo camino recorrido, que ha ido dejando, gracias a los cultores de la palabra escrita, innumerables obras del género, como preciados frutos que se constituyen en caudal, en patrimonio, al que modesta y decisivamente estamos contribuyendo con nuestro certamen, que alterna poesía y cuento, año tras año, contando con el apoyo de los medios que contribuyen a su difusión, con el patrocinio de la Academia Chilena de la Lengua, y con el fortísimo respaldo en todo sentido de las instituciones convocantes: la Ilustre Municipalidad de Talca y su Corporación de Cultura.

*(El autor, poeta y cuentista, ha sido Coordinador del Premio “Stella Corvalán” desde su primera versión o convocatoria inicial, año 2004, y hasta la fecha. El artículo, con algunas readecuaciones, corresponde al prólogo del libro, que contiene las obras ganadoras de la versión cuento del concurso año 2019, recientemente publicado).

TALCA, Agosto de 2020.