por Sonia Cienfuegos B.

María M. es una menuda sobreviviente a cinco siniestros centros de detención, tortura y exterminio, durante la dictadura cívico militar que a muchas y a muchos nos tocó sufrir y resistir.

Sí, cinco, tal cual.

Digna mujer quien suele guiar y continuará guiando –pese a la evocación del horror que le provocará cada vez que lo haga– a las y los visitantes chilenos y extranjeros que acuden a conocer Villa Grimaldi, uno de los lugares terroríficos de Pinochet y CIA. a la que los victimarios la arrastraron.

María M. se preocupa de tantas cosas.

Ama y cuida su jardín, pleno de plantas de todo tipo y sus flores, enredaderas, cactáceas, arbustos, árboles, una pequeña huerta con hierbas medicinales y para aderezar la exquisita comida que preparará luego, para ella y su hijo, sus amigas y amigos más cercanos.

En su generosidad, empatía y resiliencia sin límites, asiste un día de la semana como voluntaria de la Fundación “El Buen Samaritano” enclavado en el Hospital Sótero del Río de la comuna de Puente Alto, donde debe asistir a “sidosos”, enfermos de VIH/SIDA, lidiar con personas “de calle” – uno más de los eufemismos inventados desde la dictadura en adelante, como “apremios ilegítimos” = tortura; “gente en situación de vulnerabilidad social” = pobres/paupérrimos; “desvinculación” = despido laboral y; el más horroroso de todos: “presuntos desaparecidos” = detenidos y hechos desaparecer por el Estado chileno.

María M. crea bellísimos tejidos a crochet, palillo o telar, durante todo el tiempo que puede, para aumentar el ingreso familiar.

Urde y teje, teje y urde: ponchos, vestidos, chalecos, faldas, abrigos, siempre con el televisor encendido –no importa qué transmita– el silencio la perturba, como también caminar sola por las calles de la ciudad cuando ha oscurecido.

María M. por estos días siente pena y miedo.

¿Cómo no sentirlos si ya los vivió en tiempos pardos de perversión y dolor? Otra vez están por doquier los militares, secundados por la policía uniformada, transgrediendo otra vez los derechos universales de personas humanas, baleando a sus compatriotas durante la noche al amparo del toque de queda e igualmente si éste se ha levantado. Practican lo enseñado por sus superiores en los cuarteles: la guerra. Sí, la guerra pero contra la población.

María M. siente tristeza y temor.
El perdón del Presidente de la República, emitido frente a las cámaras de TV y prensa nacional e internacional no la conmueve. No la conmoverá, ni a mí, ni a ti, ni a nadie que rechace su política de proseguir hasta estrangular, a los pobres y desamparados (sean chilenos o etnias originarias), a los y las estudiantes y trabajadores (sean técnicos, técnicas, profesionales o no tengan su enseñanza), a los pensionados y pensionadas de Chile, a los enfermos y enfermas, especialmente a los y las que sufren de padecimientos mentales; a los discapacitados, a los distintos y distintas.

¿Cómo recibir/aceptar la palabra ”perdón” de su boca, perdón cínico, vacuo, mentiroso, si su decisión de sacar a las FF.AA. y a un contingente nunca visto post dictadura, de Fuerzas del “Orden Público ( FF.EE.) a las calles -a las casas en algunos casos- causa tanto dolor y desesperanza, a quienes fueron tan bárbaramente maltratados por este mismo Ejército, FF.AA. policías uniformada y civil, como a esta menuda y maravillosa mujer que sobrevivió a cinco centros de detención, tortura y exterminio?

Ella, pese a todos esta “revolución” (como afirma el historiador Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia 2006), sus avatares, sus vecinos y vecinas indiferentes y “aspiracionales”, proseguirá en su intento que este Estado y este gobierno en particular, resarza en parte, todo el inenarrable daño sufrido; continuará guiando a las y los visitantes de Villa Grimaldi, proseguirá creando bellas prendas que luego venderá o trocará por objetos o mermeladas, a amigas y conocidas; seguirá aumentando la belleza y flora de su bellísimo jardín; perseverará en su trabajo solidario;, sostendrá ahora más que nunca, su derecho a una reparación justa en la medida de lo imposible.

La “revolución/protesta” multitudinaria/millonaria de personas que se hartaron de la expoliación, inequidad, indignidad, colusión, justicia asimétrica, le proporciona mayor fuerza.

Ningunas orquestaciones de infundir miedo por parte de las autoridades y de los poderes fácticos, la detendrá.