Pía Barros: «La violencia física es el final de un camino de violencia contra la mujer.»

Por María José Errázuriz

Esta escritora se aventuró en un proyecto singular, reunir 100 relatos breves de mujeres que dieran cuenta de la violencia de género. El resultado: una antología que muestra en toda su crudeza una realidad que no tiene que ver sólo con los femicidios.

Tenían que ser sólo 150 palabras, pero la verdad es que con menos igual cumplieron su objetivo: develar ante los ojos del mundo los distintos tipos de violencia contra la mujer y toda la crudeza que encierran.

«‘Creí que lo querías tostado’, le dijo mientras forzaba por retirar su brazo de la cocina a leña», «Se dijo que tal vez hubiese sido mejor el divorcio. Pensó en eso un minuto nada más, porque tenía poco tiempo para deshacerse del cuerpo» son dos de los 100 relatos que contiene el pequeño libro ¡Basta! compilado por la escritora Pía Barros.

Conocida activista de la causa de género, esta autora convocó a escritoras chilenas a escribir en escasas 150 palabras historias que dieran cuenta de este flagelo que golpea a las mujeres. La respuesta fue mayoritaria y, próximamente, saldrá la segunda edición corregida y aumentada mientras se está a la espera de libros similares en México, Argentina y Perú.

-¿Por qué hacer una compilación de este tipo?

«En términos reales cuando se habla de femicidio lo único que se ve son cifras o rostros que generalmente, corresponden a un segmento social. Pero la violencia de género es transversal y no se produce más en un barrio que otro, aunque si haya mayor encubrimiento. La violencia contra la mujer es un hecho grave que está invisibilizado».

-¿La violencia de género no encuentra voz? ¿No la muestran los medios de comunicación?

«La violencia está, pero de algún modo está satanizada, sectorizada y, segmentada hacia un estrato social. Las víctimas que aparecen no son las esposas de ejecutivos, sino que mujeres que no tienen defensa».

-¿Por salir en la TV esta violencia ha sido banalizada?

«Exactamente; pero la verdad es que hay una frivolización del tema. Por mucho tiempo se trató esto como crímenes pasionales y las mujeres creían que si el tipo las acuchillaba era porque las amaba. Estamos lleno de cultura popular que habla de eso y que no tiene que ver con la pasión, sino que con el poder».

-¿Por qué la Pía Barros se involucra en esta antología?

«Somos un grupo chico de mujeres que tiene una editorial rasca, llamada Asterión, y que se dedica a libros de calidad. No somos una trasnacional, pero nos preocupa hacer libros sobre temáticas que nos interesan como éste. Para mí ha sido un tema sensible siempre y la violencia no está sólo presente en el golpe, sino que también en la discriminación salarial -donde te pagan un 30% menos que los hombres- o donde todavía te piden foto para los curriculum.

«Creo de verdad que un mundo mejor es posible, pero se requieren cambios. Cuando yo era chica las mujeres no podían hablar en la mesa y estaban relegadas a la cocina, pero luego vino la píldora y los pañales desechables por lo tanto, el cambio es posible».

-¿Cuál es el objetivo tras el libro?

«Se puede combatir con miles de marchas y protestas, pero la literatura siempre ha servido para cambiar la vida. A lo largo de más de 30 años haciendo talleres he visto cambios radicales en la vida de las personas y de las mujeres; he visto la libertad que te entrega, la alegría que puede provocar en una persona que está sufriendo».

-¿Quisieron con estos textos abrirle los ojos a las mujeres?

«Que cuando una mujer lo lea puede sentirse identificada, pero sobre todo darse cuenta que la violencia de género no tiene que ver sólo con golpes y que estamos todas involucradas en este problema. La idea es que este texto tiene que generar un cambio y producir una sensibilización por las otras, es decir, ponerte en el pellejo de la otra. Lo prójimo no es distante y uno lee para ser mejor persona, y claramente, la literatura te obliga a tomar posiciones».

-En la introducción hablas de la violencia en el mundo artístico traducido en la invisibilidad creativa de las mujeres.

«Exacto. Pero hay algo previo que es la invisibilización de las víctimas. En este momento estoy trabajando en una antología donde 100 hombres hablan de la violencia de género y he tenido que explicar qué es.

«En el mundo literario la Bombal o la Mistral fueron sólo la punta de un iceberg compuesto de miles de mujeres que nunca pudieron ver sus textos publicados. En Chile se publican libros de hombres y mujeres con un diferencia de un 3 a 7%, pero todos los libros de varones aparecen reseñados en alguna parte y los de las mujeres son mencionados menos del 10%».

-Hay una historia singular en la antología que apunta a un escritor francés que se apropió de toda la obra de su mujer y la publicó con su nombre…

«Esa es una de las miles de forma de violencia y se ha dado muchas veces; hay una serie de escultores, escritores, músicos, pintores que hicieron su fama en base a lo que crearon sus mujeres como Rodin.

«Por eso hay que definir bien la violencia de género: es toda aquella que se comete contra un feto, niña o mujer por ser considerada un ser inferior. En los asilos, el maltrato a las ancianas es infinitamente mayor que el maltrato a ancianos».

Pía Barros hace una pausa y apunta a que «la violencia física es el final de un camino de violencia contra la mujer». «La idea de un ser superior subyace en todo y la violencia física corona toda la violencia que se ejerce cuando se discrimina a las mujeres. Es violencia cuando se le sirve más comida al niño que a una niña, cuando se le descalifica sólo por ser mujer o se le paga menos», agrega.

-El libro habla de machismo traducido en un ‘pobrecita, nunca va a encontrar marido’ o de incesto, otros tipos de violencia.

«Sí, es la muestra de la violencia temprana que construye socialmente un aparato que va a permitir la muerte real de las mujeres y donde la sanción no tiene la misma penalidad que si se tratara de un hombre».

-Este libro fue un encargo especial, ¿las mujeres abordan el tema de la violencia en la literatura, escriben de ella?

«Marta Brunet lo hizo y muchas otras. Cuando hablan de la soledad de la mujer hay que ver detrás al marido déspota. Las mujeres no somos frontales para nuestras cosas, siempre somos laterales para mostrar lo que nos importa. En «El árbol» la Bombal muestra otra forma como es la incomunicación.

«No es que queramos evadir el tema, sino que es un modo distinto de contar. La frontalidad está en la escritura masculina; en la literatura masculina lo que importan son los hechos y en la femenina, las personas. Puede ser generalizador, pero si miras el uso de verbos, los de acción predominan en los textos masculinos, y los de emoción y percepción, en los femeninos».

-¿En la literatura universal hay hombres escribiendo de violencia contra la mujer?

«Sí, segmentado desde el lugar de la pasión. ‘La maté porque era mía, ni contigo ni sin ti, si no eres mía no vas a ser de nadie’ son las construcciones clásicas».

 

En: El Mercurio