manuscritos sobre la oscuridadPor Ramiro Rivas

Max Valdés Avilés (1963) es autor de los libros de cuentos Mimí agoniza en la buhardilla de los bohemios y Ni un rumor en la oscuridad, y de las novelas Una mañana de más y El ciervo herido, además de algunos textos de literatura infantil.

Su reciente novela, Manuscrito sobre la oscuridad (Simplemente Editores. 2011), ha sido una grata sorpresa. Sólo habíamos leído de este autor algunos cuentos incluidos en un par de antologías, pero no conocíamos sus dotes de narrador de largo aliento.

Siempre me han parecido inoportunas las advertencias de ciertos escritores que en las primeras páginas de sus novelas confiesa (no sé si por pudor o simple temor) que los personajes de dicho texto nada tiene que ver con la realidad. Considero que si un autor retrata una época con veracidad, con evidencias, con libertad creativa, debe estar preparado a lo que eso conlleva: las implicancias con la verdad y los imperativos con lo real. Recalco estos conceptos debido a la nota aclaratoria del autor al final de la narración, en donde afirma que: “los personajes de esta novela son ficticios y sin lugar a dudas guardan relación con personajes reales”. ¿Es necesaria esa advertencia? Creo que no.

El lector tiene todo el derecho a especular sobre el texto, calibrar la verdad de la mentira, lo real de lo imaginario. Nunca se debe minimizar la inteligencia del que lee, su capacidad de análisis o de comprensión. Barthes escribió mucho sobre el tema de lo verosímil en literatura. Insistía en que lo verosímil no se corresponde con lo que ha sido (esto proviene de la historia) –nos aclara- ni con lo que debe ser (esto proviene de la ciencia) – especifica, sino sencillamente con lo que publico cree posible y que puede ser en todo diferente de lo real histórico o de lo posible científico. Si estamos leyendo una novela, no podemos cuestionarnos hechos históricos, exactitudes científicas en determinada situaciones narrativas, sino sólo sumergirnos en ese mundo ficcional que nos transporta al terreno real o imaginario de los personajes. Se ha repetido que “la ficción es tanto artificio como verosimilitud” (J. Wood).

La novela de Max Valdés está muy emparentada a una suerte de canon que se ha ido conformando en la literatura nacional, me refiero al tratamiento temático de la familia tradicional de la burguesía chilena. El texto de Valdés se sitúa entre los años 1974 y 2011, abarcando el conflictivo periodo de la dictadura militar y el feble paso a la democracia.

Una voz narrativa en primera persona –Sara- nos introduce en los pliegues más ocultos y onerosos de la familia Astorga García, integrado por el abuelo militar, involucrado en crímenes de lesa humanidad, y la abuela y la tía cómplices obligadas de dichas aberraciones. Todo un cerrado mundo de delaciones, silencios y ocultamientos de la verdad, así como incertezas sobre la muerte de la madre de la protagonista, los orígenes y ambigüedades de tíos y hermanos.

Valdés demuestra un buen manejo de la estructura novelesca, en la progresión de los tiempos narrativos y en la cohesión de los hechos en la elaborada investigación que realiza Sara por clarificar y arribar, a una verdad oculta bajo muchas capas de falsedades y traiciones.

Se ha dicho que la literatura conlleva dos posiciones no excluyentes: tradición y cambio. Por tanto, el escritor de nuestros días que asuma la tradición que lo precede y, a su vez, efectué las modificaciones que contribuyan a cambiar la mirada del pasado por una visión nueva y más actual, va a lograr una escritura más completa y plena. Es lo que hace este autor, que sin despreciar la herencia literaria, esa enmarcada en la familia autoritaria, religiosa y castradora, logra rescatar ese orden de las familias de que hablaba Edwards y enaltecía José Donoso y sus antepasados literarios: Alberto Blest Gana, Luis Orrego Luco y Fernando Santiván.

Max Valdés Avilés nos retrata la familia chilena de hoy, más cercana, contemporánea, cruzada por la dictadura y la transición a la democracia. Un mundo sombrío, de existencias perturbadas, atmósferas enrarecidas, donde la mentira y el ocultamiento acosan a la protagonista que trata infructuosamente de esclarecer la verdad.

La habilidad de Max Valdés para articular la intriga y mantenerla incólume a lo largo de las 300 páginas, revelan a un escritor dotado para seguir brindándonos grandes obras.

Un narrador que no desprecia la tradición y es capaz de ofrecer un trabajo literario sin baches ni incoherencias formales.

 

En: Revista Punto Final

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Manuscrito sobre la oscuridad

Max Valdés Avilés

Simplemente Editores. 2011. 271 páginas.