Por Miguel Vera Superbi, escritor
Discurso pronunciado por el escritor en el lanzamiento de “Reflejos, Antología de cuentos”, Editorial La Trastienda, el viernes 01 de septiembre de 2017, en el Instituto Cultural BancoEstado.
Esta es una enorme responsabilidad para mí. Agradezco a Alejandra por invitarme, a mi amigo Gonzalo por la proposición y a ustedes, la oportunidad de hablar de su obra colectiva, de este libro.
No siendo especialista en Teoría Literaria, no podría hablarles de los aspectos técnicos de sus cuentos ni tampoco hacer comparaciones con tal o cual autor. Una porque no sé de eso y tampoco me interesa ese enfoque del arte. La literatura, como la música te gusta o no te gusta y de eso quiero hablarles, de sus trabajos.
Primero unas ideas de qué es el cuento, por Jaime Hagel (escritor, académico):
“El cuento es el género más antiguo. Se cree que se remonta a los tiempos neolíticos, tal vez, paleolíticos. Se cree que el llamado hombre de Neanderthal ya escuchaba historias a juzgar por sus orejas peludas y su expresión boquiabierta en las ilustraciones.
En torno a una fogata se instalaba el auditorio. Solamente el suspenso podía mantenerlos despiertos. ¿Qué iba a pasar a continuación? Tan pronto como los auditores adivinaban “lo que iba a pasar a continuación”, o se quedaban dormidos o mataban al narrador a peñascazos.
Son los peligros de lo obvio, de lo predecible.
No solo lo obvio es riesgoso. En toda narración que se respete hay una dialéctica entre convención y originalidad. Ambos extremos son peligrosos.
Un cuento ciento por ciento redundante, ciento por ciento convencional, estaría más bien en el ámbito del kitsch (lo pretencioso, lo facilista), pues si la obra es totalmente convencional no hay lugar para la espontaneidad ni originalidad, y sería uno de esos cuentos que Julio Cortázar llama una narración perfecta y muerta. Una narración, según Cortázar, debe ser algo vivo, algo que respira y palpita, y nada que esté vivo es perfecto. Solo la muerte es perfecta.
Por otro lado, una obra ciento por ciento original, espontánea y genial, es incomunicable, no la entiende nadie salvo su autor ¡Y eso! Como dijo Valery, lo que entiende una sola persona no tiene valor, no sirve”.
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Las Antologías, cuando se refieren a un solo escritor, es el trabajo de selección que hace otro autor donde aplica sus gustos, criterios, ordena cronológicamente las obras, etc. Cuando es algo colectivo, como en este caso, se corre el riesgo de la poca uniformidad en la calidad literaria.
Sin embargo, esta antología tiene una coherencia temática, que la hace “literaria”: es el ser humano el eje, el centro de cada cuento, como no puede ser de otra manera, en general en este arte. Nos interesa lo humano.
Los cuentos de este lindo libro son maduros, muy hermosos y profundos. Ustedes creerán que por haberme invitado al lanzamiento me veo obligado a decir cosas bonitas y de buen tono. No en este caso. Les hablo con total sinceridad, les doy mi palabra.
Hay mucha biografía vertida aquí, sin dudas; es el comienzo del arte. Un par de cuentos me hicieron rodar unas lágrimas en el Metro, uno de mis lugares favoritos para leer. La dirección de Alejandra Basualto se nota; se nota un rigor tanto de ella como la entrega de ustedes para lograr este libro. Sin disciplina, sin esfuerzo, nada cobra sentido en la vida y menos en el arte.
La literatura es un Camino. Como dice el escritor Diego Muñoz, es un camino de auto conocimiento, de aprender a reconocer las emociones que están a veces estancadas en una ciénaga de olvido al interior. Cuando escribimos, las emociones se asoman, aparecen, a veces nos chocan nos molestan y duelen, pero salen a la luz y cobran así su real dimensión y nos liberan. Descubrimos que aquellas emociones fuertes que acumulamos y atesoramos, no son tan fuertes ni tan importantes y que, en realidad, eso le pasa a todo el mundo: enfermedad, alegría, muertes, decepciones, traiciones, etc.
Escribiendo se exorcizan muchas energías negativas y a la vez, aparecen nuestros pilares fundamentales, las certezas: los valores, los sentimientos fuertes, lo que nos da el sentido de ser.
Es uno quien le otorga belleza, musicalidad, armonía, ligereza o pesadez a las ideas escritas. Es uno quién elige las palabras justas, de acuerdo con su acervo.
Lo que uno publica sale a recorrer el mundo, es el mensaje en la botella, (me gusta muchísimo ese concepto). El libro “Reflejos”, ¿a qué manos irá a parar? A los amigos y parientes al principio, a clientes de alguna librería que nos son desconocidos, se prestará a otras personas, quedará olvidado por décadas en un estante y alguien lo sacará para leerlo con curiosidad… hay tantos caminos para un libro. Algo vital nuestro perdurará para siempre en el libro, el Yo y mis compañeros de antología, unidos por siempre porque al leerlo, uno toma sin querer ideas, verdades, visiones, ángulos de la vida que ni siquiera imaginó que existieran. Realicé un pequeño experimento. Leí el libro lentamente y disfrutándolo, en unas 3 semanas sin anotar nada. Me pregunté qué me fue quedando de cada uno, pero ahora, recién. Por ejemplo, sin pretender hacer un análisis exhaustivo, les digo que de:
Elba Contreras: el desengaño y venganza, fina y elegante. El ingenio rayando en la locura, arquetipo de tantas cosas en la sociedad tal como un Diógenes de Sinope.
Emilio Contreras: agudo ingenio, humor del bueno, la ingenuidad, buena ambientación y personajes interesantes.
Ivette Lataillade: la ternura y una serie de emociones sutiles, livianas muy bien descritas y desarrolladas, aunque en el tercer cuento corrió sangre.
Lucía Marín: me dejó lagrimeando en el Metro, muchas gracias… personajes muy interesantes, decisivos, fuertes y rotundos.
Sergio Espinoza: ironía, ingenio, personajes e historias fantásticas. También me hizo lloriquear en el Metro. Debí haber leído el libro en mi casa, pero en fin… pensarán que soy muy emocional con estas revelaciones y sí, es verdad.
Gonzalo Robles: es un gran poeta a mi modo de ver (no soy poeta, pero admiro las ideas asibles de este amigo). Hace un buen manejo de la siquis ajena en sus personajes, desolación, la relación parental difícil tanto del hombre con el padre, como de la mujer con su madre, es un eterno humano, la fantasía del vuelo con la rabia contenida.
Pamela Román: la justicia, la razón, el equilibrio, venganza, la sorpresa del final en Elvis, la Muerte como el personaje fantástico más temido, develado por fin con un humor fino.
María Soledad Romo: lo sutil de lo femenino, la esperanza, el conflicto con personajes de carácter fuerte.
James George Seviour: ficción, escenarios distintos, pero los humanos somos humanos igual. Excelente presentación de los recuerdos, profundidad de relato, humanidad.
Son 134 páginas y 9 autoras y autores, aproximadamente 500 años, 5 siglos de experiencia humana vertidas en 27 cuentos, puf, lo que es este libro ¿no? Pesa.
Al llegar a un Taller, uno se auto descalifica, no cree que pueda llegar a escribir, “lo mío no es bueno”, se dice a sí mismo el aprendiz y eso es necesario. Ser “escritor/escritora” son palabras mayores. Y ES CIERTO. Uno en esto no es bueno o malo, es perfectible; esto es un oficio, como dicen los verdaderos escritores y escritoras.
Me atrevo a decir que ya nos conocemos bastante: los primeros cuentos suelen ser autobiográficos, como les decía. Luego viene un despegue fuera de sí, pero con buenas amarras emocionales. Es la imagen del río en Hermann Hesse, los dos hombres sabios contemplando la orilla, la hoja –el Yo- que queda atrapada en un breve remolino y que en un momento clave se libera, tal como el espíritu que termina fundiéndose en el mar/universo.
¿Qué nos brinda escribir? La continuidad, el futuro, la proyección de una forma personal, la satisfacción de aportar. ¿Aportarle qué a quién? No importa realmente a quién le aportamos nada, el asunto es que, escribiendo, se está colocando en cada texto un pedazo de aquello que recabamos en la vida, nuestra experiencia, emociones, como fue que procesamos un tema y eso, lo entregamos con nuestro color.
En este libro hay de todo: misterio, oscuridad, luz, amor, está muy bien editado.
Felicito a cada uno de ustedes por este excelente trabajo. ¡Es simplemente bueno este libro! Reitero que no es el caso donde uno debe decirle a la gente que lo suyo es bueno, porque “hay que decirlo”, créanme: son muy buenos cuentos. Pero si no hay continuidad en la acción, quedará todo en anécdota familiar. Si no continúan perfeccionando el arte de escribir, esta maravilla, su libro, solo será una moneda de oro tirada al mar. Ustedes ¡Tienen! Que seguir este camino, escribiendo. Es algo imperativo, una suerte de deber, es vital, fundamental.
Felicito a Alejandra por este bello resultado, por la concepción de la estructura del libro, tan acertada: la presentación de cada autor, tres cuentos, el orden de ellos y el orden de aparición de los mismos autores en el libro.
Les quiero decir: difundan el libro, regálenlo, llévenlo a librerías, olviden alguno en el metro, la micro, una plaza, llévenlo consigo en sus viajes y regálenlo lejos de Santiago, ¿por qué? porque el libro es muy bueno.
He sido muy afortunado por la oportunidad que me han dado de hablar de su libro. Le estoy muy agradecido a Alejandra por esto y a ustedes por su obra y por escucharme en esta tarde. Gracias.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…