Edgardo Viereck Salinas es director, guionista, productor y docente de cine con más de un centenar de participaciones en festivales nacionales e internacionales. Como director destacan “El Cobrador” (cortometraje, 1996), “Gente decente” (2004) y “Schopsui” (2010). Como productor destaca “Y de pronto el amanecer” dirigida por Silvio Caiozzi, con la que representó a Chile en los Oscar 2018 a mejor película extranjera.
La novela será presentada el 8 de agosto en Linares, biblioteca Municipal Manuel F. Mesa Seco; el 22 de agosto en el Club Croata de Punta Arenas, y el 28 de agosto en la librería del GAM, en Santiago.
SOBRE EL AMOR DE LOS CARACOLES
O CÓMO ABRIR LA PUERTA HACIA NUESTRA INFANCIA
Por Edgardo Viereck Salinas
La insigne poetisa sueca de origen danés María Wine nos dice en uno de sus poemas, que uno suele dormir en el zapato de su infancia. Esta hermosa imagen sirve de invitación perfecta para asistir a esta, la última novela de Juan Mihovilovich.
Una suerte de serena navegación por el río de la memoria, con sus infinitos meandros y recovecos. Un fluir que tiene de todo, pero, especialmente, exhibe una estremecedora sinceridad.
Lejos de cualquier lugar común, esquivando toda empalagosa nostalgia, el texto va mucho más allá para ofrecernos una mirada frontal a las figuras de quienes poblaron la niñez y primera juventud del protagonista. Es en el encuentro con esos rostros y esos ojos, es en esas facciones y en los surcos de esas pieles, y en las sombras proyectadas de esos cuerpos, que el narrador va modulando una voz que combina lo mejor de su talento descriptivo -ya mostrado en todos sus títulos anteriores- con la recurrencia constante a la introspección.
Es así como el alma del protagonista se va esculpiendo palmo a palmo, golpe a golpe, en comunión con cada uno de quienes poblaron el jardín de su infancia. Ingmar Bergman dijo alguna vez, parafraseando a Wine, que uno jamás abandona ese jardín que recorrió en los primeros años de la vida. Leyendo estas líneas, reitero, que es justamente ahí donde se regresa luego del largo viaje a la Ítaca que a todos nos toca intentar llegar en el devenir de nuestras existencias.
Notable invitación la que nos hace Juan Mihovilovich, cuyo colofón es la conmovedora noticia de que el amor también existe en el interior de los caracoles, criaturas sin cerebro y por lo mismo sin mente, pero a pesar de -o tal vez, gracias a ello- se les permite conocer el sentimiento más misterioso de todos.
“El amor de los caracoles” es un texto que funge como una luz que ofrece claridad prístina en medio del penumbroso panorama que se atisba en la actualidad, en que reinan todo tipo de incertidumbres.
Leerlo nos devuelve la esperanza de que siempre hay una punta de playa en la cual poder recalar.
El amor de los caracoles, de Juan Mihovilovich
Novela, 208 páginas
Simplemente Editores, 2024
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.