Por Gabriela Aguilera Valdivia / Letras de Chile

Esta novela obtuvo el premio Goodreads de thriller en 2024 y el New York Times la calificó como el mejor thriller de ese año. Con esas preseas, quienes disfrutamos este género literario, nos preparamos para atacar su lectura con entusiasmo adicional.

Parte de la literatura noir, el thriller se sostiene sobre una intrigante y oscura historia bien contada, con tintes hard core, gore y nebulosas psicológicas, lo que mantiene al lector en un estado de ansiedad rayano en el miedo, porque el suspenso es intenso y permanente, vívido desde el principio al fin de la narración. Patricia Highsmith fue una gran escritora de thriller, Hitchcock en el cine (cómo olvidar su “Ventana Indiscreta” y “Dos extraños en un tren” de la misma Highsmith, entre otros filmes de culto); Stephen King y David Lynch, sumados al clásico Edgar Allan Poe, visto como el padre de lo que posteriormente sería el noir. Son autores de obras trascendentes, en las que el nivel de suspenso mantiene al lector (al espectador), al borde del asiento, presa del terror cuando escucha una ramita quebrarse en el sendero del jardín.

No me sucedió nada de esto con el libro de Liz Moore, con más de quinientas páginas divididas en siete apartados en los que cada capítulo lleva el nombre del personaje que lo protagoniza. Ambientada en la década del 70 en Estados Unidos, tiene un principio tenso y prometedor, desde el título del libro y la desaparición de una chica en un entorno de naturaleza salvaje. En relación a esto último, se deja ver que hay un hilo que une esta desaparición con la de su hermano, ocurrida en 1961 en el mismo lugar. Esperé pacientemente a lo largo de esas páginas que apareciera el lobo, el depredador, el psicópata como tal, con su carga de perversidad, la inmensurable presencia del mal y la maldad humana llevada al extremo. Sí, apareció el personaje psicopático pero no aquel acerca del cual la novela crea expectativas iniciales, sino más bien uno deslavado, con poca fuerza, que no termina de convencer y de quien la historia pudo haber prescindido. En algunos momentos hay demasiadas digresiones que aunque entretienen, alejan al lector de la viga central de la novela. Quizás la autora, a medida que avanzaba en la historia, optó por mostrar otras facetas que sintonizaban mejor con su mirada narrativa.

En cambio, es posible encontrarse con una historia en la que se retoma un asunto siempre presente y siempre interesante: los secretos de familia, marcados por la violencia patriarcal ejercida sobre las mujeres y además, inserta un asunto social con interés político: la diferencia de clase y lo que ello conlleva para “los de abajo”. No es una mezcla novedosa, obviamente, pero la historia se introduce en un tiempo y una cultura que siendo ajena, es cercana. Mujeres discriminadas, maltratadas, disminuidas, invisibilizadas en sus potencialidades y sus dolores, mujeres que se alcoholizan para no sentir ni pensar, mujeres que aprenden a fingir y mentir, a guardar silencio, a tragar sus lágrimas, a defenderse como pueden y que tratan, a veces sin resultado, de escapar a lo que les han hecho creer que es su destino. La autora también muestra las relaciones entre las mujeres (la madre, la amiga, la hija, la hermana, etc.), lo que, a mi parecer, es uno de los aciertos de esta novela.

La detective, en una posición subalterna y que soporta los prejuicios, la violencia y los malos tratos de sus colegas por ser mujer, por ser muy joven, por ser una principiante, etc., es quien finalmente descubre qué ocurrió con la chica desaparecida. Y esto se entiende como una reivindicación de las habilidades blandas de las mujeres.

El final es abrupto y tiene un ritmo absolutamente diferente al que tuvo la novela durante su desarrollo. Es un final que decepciona incluso por lo esperable y precipitado, sin que hubiese claves anteriores que lo justificaran.

Pese a mi desencanto (esperaba leer un thriller bien escrito, a la usanza de las autoras y autores clásicos y siempre vigentes), pienso que es un novela que vale la pena leer considerando lo ya explicitado.

Y, nos guste o no, debemos considerar que el depredador del thriller no se aleja demasiado de los depredadores reales, esos que merodean tanto en los descampados tenebrosos como en las calles rebosantes de gente de las ciudades modernas.

Ficha técnica
“El dios de los bosques”, novela, Liz Moore, AdN, Madrid, 2025, 522 pp
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El dios de los bosques, de Liz Moore
El dios de los bosques, de Liz Moore