GRAN SER HUMANO Y POETA

Introducción

Como Letras de Chile, agradecemos a Reinaldo Mendoza Videla y a Fernando Castro Fuentes el envío de este texto y material fotográfico y visual que da a conocer y reconoce a este gran poeta y ser humano, de extraordinaria consecuencia, dariano de una época de oro, compañero de nuestras conversaciones cotidianas en las que la política ocupaba un lugar central, cuidador vigilante de sus compañeras en las numerosas marchas estudiantiles de la época. Para quienes lo conocimos, estará siempre en nuestros recuerdos por el ser humano que fue desde niño, su consecuencia política, su gran talento como lingüista y poeta, su capacidad para luchar siempre por una sociedad mejor.

Recuerdo de Reinaldo Mendoza Videla

Conocí a Víctor Hugo Castro en los años 60, yo empinado en mis 12 años, él alcanzaba los 16. Estudiaba en el liceo Darío Salas, y para mí y para mis amigos Víctor era un sabio. Mis hermanos, también estudiantes, eran muy cercanos a la familia Castro, especialmente a Víctor y a Fernando, su hermano mayor. Todos estos jóvenes estudiantes eran como un faro de enseñanzas para los “legüinos”, habitantes de La Legua, la mayoría obreros, y Víctor era al que más seguíamos. El trataba de ser pelusón, como nosotros, pero creo que fue lo único que no le resultó en la vida. Hasta los garabatos, que solo usaba en nuestro grupo, le salían muy divertidos y no parecían groserías.

Víctor se fue a estudiar Filología a la URSS y aprendió muchos idiomas. Nunca quiso decir cuántos, al parecer le daba vergüenza hacer ostentación de su conocimiento. Él era muy humilde. Nosotros nos dimos como tarea saber cuántos idiomas y dialectos sabía. Cuando él contaba que en tal o cual congreso le había correspondido traducir a un japonés o a un griego, o a un italiano íbamos sumando las lenguas que dominaba. La leyenda dice que fueron 25.

Una anécdota que contaba Víctor con mucha gracia es que, estando en dictadura y en una de sus muchas detenciones, un carabinero se acercó muy misterioso y le preguntó: mire, dentro de las cosas que se dicen de usted, es que es filólogo, ¿por favor me puede explicar que es eso?

Lo que más destacó en Víctor era su generosidad, hasta su muerte. Compartía su saber y la poesía, y como no le gustaba escribir en computador lo hacía en un cuaderno que luego se lo regalaba a quien se interesara en la poesía. De hecho, alguna de las poesías que compartimos acá son de un cuaderno manuscrito que le regaló a Dilcia Mendoza, mi hermana, quien se dio a la tarea de traspasarlas a Word en espera que podamos hacer un libro.

En lo sucesivo de este texto, será su hermano mayor, Fernando Castro, quien relata algunos pasajes de la vida de este poeta, conocido como el “Poeta de La Legua”.

Recuerdo de Fernando Castro Fuentes

Todo se ordenó de nuevo cuando, a poco más de un año, nació mi nuevo hermano. Anunciaron que este llegaría a casa, no sabíamos bien cómo, pero la consabida matrona vestida de blanco, mi mamá en cama y la orden dada a mí y a mi hermana de que nos fuéramos a casa de mi abuela, indicaban que ya venía. De pronto, alguien llegó diciendo que era un hombrecito y corrimos al calendario a buscar un nombre que ponerle. Como era costumbre, correspondía que se le colocara el nombre del santo del día en el que se nacía. Averiguamos que este nombre era Macario. Nos pusimos a gritar. ¡Viva Macario! Pero nos hicieron callar de inmediato. Finalmente le pusieron Víctor Hugo, pues hacía tiempo que todos lloraban con las. desventuras de Jean Valjean y Cosette de «Los Miserables», que transmitían como radioteatro y que algunos habían leído en la versión original del autor francés.

Una secuela agridulce dejó a mi familia la visita de Gabriela Mistral a Chile. Uno de los actos de relevancia en esa visita fue el encuentro con los educadores, ya que ella siempre fue considerada una maestra. Se realizó un almuerzo ofrecido por la Unión de Profesores de Chile. En esa ocasión, accediendo a una petición de esta organización, Gabriela Mistral se comprometió a apadrinar a un niño chileno, al cual apoyaría financiándole los estudios, mediante una beca que llevaría su nombre. La UPCH organizó un concurso nacional para elegir al niño que reuniera los mejores méritos para ser becado. Hubo cientos de postulantes que fueron presentados por las escuelas de todo el país que ponderaron múltiples factores. Al cabo de algunos meses, se supo el resultado del concurso. Una delegación de la directiva de la UPCH, presidida por el profesor Almonacid (asesinado años después por la dictadura de Pinochet), nos visitó en nuestra casa para informarnos que mi hermano Víctor Hugo, que había sido postulado por su escuela, había ganado el concurso, con igual puntaje que un niño del sur de Chile, y que estaban poniéndose en contacto con Gabriela Mistral para que los apadrinados fueran los dos. Ese día fue un día de gran alegría en nuestra casa que todavía estaba sumida en tristeza por la muerte de mi hermana. Mi papá se veía orondo y mi madre lloraba muy emocionada. Hacía mucho tiempo que no sonreían. Mi hermano recibió atenciones especiales: chocolate a la cama y galletas, besos y palmetazos en la espalda.

Mi hermano Víctor Hugo era un niño muy especial. No nació en la época blanca sino cuando ya nuestra casa estaba siendo invadida por la marroquinería de mi papá, con sus rumas de cueros, olores y ruidos del permanente faenar. No tuvo la atención que tuvimos mi hermana y yo, se hizo menos visible en medio de la vorágine de los afanes diarios. Algo pasaba con mis padres ya, las discusiones eran más frecuentes y ácidas y los gestos de cariño comenzaban a escasear en nuestro hogar. Sólo que mi madre se apegó a este peculiar niño que era mi hermano, dándole protección. También fue adoptado amorosamente por la tía Lidia, que lo llevaba a pasear y le compraba golosinas y ropa. Desde antes de entrar a la escuela pudo notarse su inteligencia y sensibilidad. Aprendió a leer con mucha rapidez y se podía percibir cómo iba configurando su mundo fantasioso y paralelo, lleno de significaciones y sentidos. Decía cosas que asombraban y también hacían reír. Inventaba palabras en idiomas imaginarios, con significaciones disparatadas, lo que fue un antecedente de su vocación de políglota. Yo lo observaba espiándolo a lo lejos, desde una altura de hermano mayor sostenida difícilmente, medio asombrado y medio envidioso. Lo que a mí me había costado un año en aprender, a él le costaba un mes. Leía lo que estaba a su alcance, lo mismo que yo tenía a mi disposición. Todo lo entendía y asimilaba, sólo que él era un niño cuando yo estaba en plena adolescencia. Seguramente era un bicho raro dentro de su escuela, pero muy considerado por sus profesores. Por eso lo postularon a la beca ofrecida por Gabriela Mistral, junto con varios centenares de niños de todo Chile.

Semanas después de la primera visita que nos anunciara la beca otorgada a mi hermano nos visitó la misma comisión para explicarnos algo que no podíamos entender. La directiva de La UPCH se había puesto en contacto con la secretaria de Gabriela Mistral, Doris Dana, para darle a conocer la elección del alumno becado y hacerle la petición de que se ampliara la beca a dos niños. Para sorpresa de ellos, la secretaria privada desconoció por completo el acuerdo y bloqueó una comunicación directa con la escritora. Todos los intentos fueron infructuosos por lo cual la directiva, con el profesor Almonacid a la cabeza, tuvo que desdecirse del anuncio y presentarnos las excusas en una triste reunión en nuestra casa. Al parecer, Gabriela Mistral ya estaba enferma de muerte. En mi casa nunca más se volvió a hablar del penoso asunto que, por lo demás, coincidía con una época de duelo.

Un joven Víctor Hugo Castro
Un joven Víctor Hugo Castro

SELECCIÓN DE POEMAS DE VÍCTOR HUGO CASTRO

SÁBADO 20 DE AGOSTO (¿DE QUÉ AÑO?)

Debes descansar
el mundo es demasiado grande
y tú eres pequeño.
Debes descansar.
¿Y cómo descansaría si el mundo gira tan bruscamente, adolorido?
en partes,
alegre en otros,
contando y llorando y levantando banderas
Y recogiendo escombros
de derrumbados sueños
para emprender de nuevo otra jornada
pero debes descansar
olvídate de algo,
recuerda un solo hecho,
un árbol,
un trébol,
una casa.
No tengo casa
pero mi camino está lleno de amigos,
como el mundo,
que tampoco descansa
para que yo tenga algún día una casa
y no sea un pata vagabundo

EN EL REYNO DEL SUR

En el reyno del sur
llegó la noche
y parece señor
que pareciera
que en el reyno
del sur no pasa nada.

La señora también y los señores
pareciera señor que están contentos
de esta vida en colores y en concierto
modulado en frecuencia
de ilusiones.

Todo sigue normal
y sutilmente
sólo dos o tres crímenes
por día
y unos ovnis que vienen de otros mundos
a avivar este show
de criminales.

Y en el reyno del sur
no pasa nada
y si pasa algo raro
si pasara
se prohíbe que pase
y ya no existe.

BOTELLITAS DE LUZ

Vida llevaremos a esas calles
vida en botellitas de fuego
a alumbrar esas casas
vacías de luz, llenas de tedio.

Aunque tengan que llenar
los cementerios de cruces hipócritas
les negaremos el mármol
nacionalizaremos las flores
no podrán con ellas comprar
el pan que por siglos robaron.

Y las muñecas llorarán
y las muñecas se arrancarán por el mundo
con sus muecas horribles pidiendo la piedad
que nos negaron.

Mas luego gritaré
y tiraré sin descanso
mis botellitas de luz
aunque los cocodrilos de siempre
sueltan de nuevo el mucho llanto.

CANTANDO

Cantando mis pasiones iré por estas guerras
ardiendo entre las llamas y nuevas primaveras
y el sol como un concierto musiqueará mis venas
dejando un calor en mis trincheras.

Me llamaré artesano y picapiedras
revoltoso y agreste cultivaré mis tierras
maléfico aleteo me romperá las piedras
y allí entre sus prisiones escribiré mi canto.

Mis cardos me harán duro, solitario
mis huesos de ceniza temblarán en el vuelo
y allí entre las estrellas me brillarán las ramas
palmeras de desierto en la montaña.

Ni temeré a los ciegos ni guardaré mi sangre
mi río será un canto que riegue hasta que viva
mi amor será un incendio que arrase la miseria
y el pueblo enternecido no cantará conmigo
cantará de sí mismo en sus raíces.

40 LIMONEROS

Eran 40 limoneros como 40 canciones  
como 40 cosmos o galaxias 
40 limoneros convertidos en 40 sueños,  
en 40 emociones bañadas en sudor de azahares 
40 copas verdes contra la tarde verde 
contra la noche verde, contra la rueda verde de la muerte 
Por el cielo inmóvil, por la tierra roja, a la hora en que el sol nos canta 3 cosas 
eran 40 limoneros 
les dijimos adiós para siempre 
y si alguien te pregunta si tuvimos algún amor en el mundo 
les diremos que no 
eran solo 40 limoneros 

EL MAR DE LOS GIRASOLES

El mar de los girasoles
parece que está esperando
el mar de los Girasoles
con sus pétalos despiertos.

No bastan ni las palabras
ni los gestos ni los ruegos
algo se atrasa en los tallos
y en el pecho de las hierba

Detrás de las densas nubes
se prepara la tormenta
que el cielo lance su lluvia
y el mundo rojo descanse

El mar de los Girasoles
parece que está esperando
el mar de los Girasoles
con sus pétalos despiertos.

LA PROTESTA DE LAS PEPITAS DE ZAPALLO

¿Cómo fue esa guerra, cuchara?
-Nosotros estábamos en la esquina
y el volantín se cayó al árbol
nos subimos a sacarlo y se rompió
el Jean Pierre se enojó conmigo
y me tiró una piedra
Entonces se armó la guerra
todos contra todos
así no vale dijo el Cristóbal
mejor hagamos una protesta
El Peña no quería
pero igual trajo un neumático
y el Coleto unos palos
y la Pate Catre un sillón viejo
Justo cuando íbamos a prender
fuego aparecen los pacos
Eran como mil, tío,
y venían en camiones verdes
y micros negras
¡Bájense! les gritamos
¡Ríndanse, están rodeados!
Se rindieron todos menos
diez, que no quisieron
entregar las armas
Allí los matamos

-¿Con qué los mataron?

-Con pepas de zapallo

-¿Seguro?

Juro por dios, tío
Estaban tan asustados
que se murieron de miedo

COMPAÑEROS

Tienen por compañero al sol
por compañera a la lluvia
Si algo aprenden lo hacen
en las calles, las conocen muy bien
nunca se pierden

Salen de las casas temprano
y se juntan sonriendo a compartir
sus botines: un camioncito verde
sin ruedas una gallinita coja
un pañuelo azul rasgado
por el tiempo
A veces no encuentran nada
y llegan a la casa. Quiero pintar,
nos dicen, un paisaje.

Comen a veces, rara vez
casi nunca. Cosas de niño
pancitos, caramelos
Solo de vez en cuando se hacen ricos
alguien les da una plata para el día.

Uno llega corriendo de la plaza
algo tierno le brilla por los ojos
escondida en su voz hay una causa
un orgullo, una humana transparencia
-Tome tío. Aquí tiene un yogurt
para usted, y las galletas para el Yayo
y ese otro yogurt para el Cristóbal