por Martín Muñoz

Somos los hijos de las brujas que no pudiste quemar.

Los hijos de los obreros que no pudiste matar.

Vástagos de los indios que no pudiste pacificar.

Los herederos del huacho Riquelme.

La prole des la nanas que criaron a tus hijos, que vivieron encerradas en tu casas mientras crecíamos al amparo de las calles y el barro.

Somos los hijos de los desaparecidos, de los exiliados, los torturados y los exonerados.

Somos ese Chile que tu no quieres ver.

Somos los hombrecitos y mujercitas que limpian tus piscinas y te sirven el café.

Esos que deberíamos estar agradecidos por la oportunidad de trabajar. Esos que al limosnearlos con un trato humano te hacen sentir mejor persona.

Somos los que trataste de cambiar por inmigrantes sumisos.

Somos los que no aparecemos en la tele cuando no hay órganos para nuestros hijos.

Los que vamos a hacer vida social a un consultorio sin médicos ni camillas ni dignidad.

Somos los que viajamos cuatro horas en buses de mierda, los que usamos pañales para cumplir nuestro horario.

Somos los hijos de los Jubilados de cien pesos, de los viejos que se suicidan porque sienten que sobran, esos de dedos nudosos que quieres hacer trabajar cinco años más.

Somos los niños que terminaron antes la escuela porque contaminaste nuestro aire y nuestra agua para refinar el petróleo que usa tu cuatro por cuatro. Porque nuestra población la construyeron sobre una basural. Porque huele a mierda todo el día y porque no tenemos futuro. Porque las salas se llueven y tenemos que hacer bingos para repararlas.

Somos los niños violados y torturados del SENAME. Los niños que entregaste como ofrenda a los curas que te regalan el perdón de dios por tu maldad.

Somos los nietos de los niños que mandabas a sacar carbón, caliche y cobre al corazón de la tierra. Hijos de los pescadores a los que les robaste el mar.

Somos a los que les quitaste el agua para entregársela a una minera o regar tus paltas. Somos los que pagamos 20 lucas por una polera que te cuesta 200 pesos. Los que pagamos todos los impuestos mientras tú los evades. Somos los que sangramos por este país que amamos y que nos has robado mientras nos tratabas de flojos y pencas, de que queríamos todo regalado cuando al que le regalan todo es a ti.

Somos los que ya no tenemos nada que perder porque ni el sol que brilla sobre nuestras cabezas es nuestro.

Como buenos mestizos de esos indios que preferían morir antes que sacar para ti el oro de nuestros ríos. Hoy, los patipelados, preferimos morir que seguir regalándote a la fuerza lo que no es tuyo.