Ponencia presentada en el II Encuentro de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción, organizado por Letras de Chile, Universidad Católica y Universidad de Chile, realizado entre el 4 y 8 de junio de 2019 en Santiago y Punta Arenas.
Pioneros de la ciencia ficción chilena y una singularidad fantástica
Diego Muñoz Valenzuela
La literatura fantástica en Chile
Si bien hay antecedentes previos, la literatura fantástica chilena inició su época más fructífera a partir de la década de 1950 y de la mano de la publicación de Los altísimos (1959) de Hugo Correa, quien ha sido incluido en numerosas antologías extranjeras y traducido a diversos idiomas, a quien se suman autores como Elena Aldunate y Antoine Montagne, seudónimo de Antonio Montero. A esta trilogía de autores, cuyo aporte es notable, los podemos denominar clásicos del género en Chile. A su periodo de actividad se le suele denominar la época de oro de la ciencia ficción nacional.
A esta lista corta de autores, menos leídos y menos destacados de lo que debieran, en una era donde la literatura tiende a nutrirse solo de lo actual y reciente, considero imprescindible agregar el nombre de Héctor Pinochet, un colosal autor prácticamente relegado al olvido.
Hugo Correa
Hugo Correa Márquez (1926-2008), nacido en Curepto, periodista. Es el autor más importante del género, reconocido sobre todo por la novela Los altísimos, publicada en 1951 y reeditada en 1959 (corregida y aumentada). Reconocido por el propio Ray Bradbury, sus cuentos fueron publicados y traducidos a varios idiomas, y participó en el Programa de Escritores de la Universidad de Iowa a fines de los 60. Obras del género publicadas: Alguien mora en el viento (cuentos, 1959), con la que obtuvo el Premio Alerce de la SECH, El que merodea en la lluvia (novela, 1962), Los títeres (cuentos, 1969), Cuando Pilato se opuso (cuentos, 1971), Los Ojos del diablo (compilación, 1972), El nido de las Furias (novela, 1981), Donde acecha la serpiente (novela, 1988). Esta nómina no incluye una novela realista y varias obras de teatro.
Los Altísimos es su libro más reconocido por la crítica, en especial la extranjera, traducido y publicado fuera de Chile, donde nunca se le entregó un reconocimiento mayor, aparte de algún buen comentario ocasional.
Por esta razón, prefiero referirme a otra de sus novelas, menos divulgada, El que merodea en la lluvia, teniendo en cuenta sus especiales características. La trama sintetizada refiera la caída de una sonda espacial enviada a recoger material lunar por los soviéticos. El dispositivo cae en la tierra en una zona que es posible asimilar a su Curepto natal por las descripciones contenidas en la novela. En la sonda llega un ocupante inesperado: un organismo extraterrestre de elevada inteligencia y grandes poderes extrasensoriales. Agentes rusos y norteamericanos infestan la región para recuperar la sonda y el preciado material, bajo el signo de la guerra fría. Submarinos merodean por las costas, en una intriga que se desarrolla al modo de una novela policial, narrada por un involuntario e ingenuo investigador.
La historia va combinando una notable galería de personajes: un oligarca local, un poderoso millonario de la capital, mujeres jóvenes sensuales y arriesgadas que otorgan un recurrente rasgo erótico a la novela, trabajadores del campo chileno, agentes extranjeros y el curioso alienígena: Merodeador, Acechante, que le provee el título a la novela. El ser extraterrestre es asimilado por los maulinos al demonio, nunca a un ser extraterrestre. Su comportamiento obedece a la carencia o abundancia del agua, elemento que exalta sus poderes extrasensoriales, único modo de conseguir su propósito.
En esta entretenida novela -innovadora mezcla de ciencia ficción y novela policial- se combinan elementos que podrían entenderse como excluyentes: el escenario y los personajes propios de un texto criollista, la trama de alta tensión y misterio, los recursos tecnológicos avanzados, la tensión entre dos potencias mundiales, el enigma del alienígena, el terror que desata la presencia del Maligno, las pasiones sexuales desatadas, incluso la utilización de ciertos recursos propios del drama en algunos capítulos. Todos estos curiosos ingredientes conviven de manera armoniosa y contribuyen a la construcción de este relato singular y único, demostrando así la versatilidad y talento del autor.
Elena Aldunate
Elena Aldunate Bezanilla (1925-2005), santiaguina, escritora feminista que incursionó en la ciencia ficción, en la literatura para niños y otros géneros. Entre sus libros del género se encuentran: Juana y la cibernética (cuentos, 1963), El señor de las mariposas (cuentos, 1967), Angélica y el delfín (cuentos, 1976), Del cosmos las prefieren vírgenes (novela, 1977), Cuentos de Elena Aldunate (2011) y la serie de novelas infantiles Ur (1987-2001).
Una de sus particularidades es haber escrito, tempranamente, desde una óptica femenina -expresada en sus primeros libros de corte realista- y luego en la sensibilidad especial con la que se acercó a la ciencia ficción, destacando por el estilo: belleza de lenguaje, temática centrada en la mujer, un marcado tinte de erotismo, sin dejar fuera del núcleo de la narración las emociones que recorren un amplio espectro. Ciertamente es una voz personal y única, claramente diferenciable e insustituible, un señero aporte al género. Muchos de sus cuentos son notables en temática y estilo, recorriendo un rango variado que demuestra su gran versatilidad como narradora.
Respecto de su relato Juana y la cibernética hay mucho que decir, entre otras cosas, que se trata de una composición imaginativa, potente y estremecedora -con enorme energía femenina y justo resplandor rebelde ante cualquier sometimiento como mujer y como obrera- que debió implicar su inclusión en cualquier antología del género, más allá de su adscripción al territorio de lo fantástico. Juana es una obrera que por descuido se queda encerrada en la fábrica donde trabaja un largo fin de semana que antecede a las fiestas de fin de año. No hay escapatoria: debe resignarse a permanecer; afuera nadie la espera, sino la soledad. Juana está sola en el mundo y nadie puede ayudarla: una metáfora dolorosa de su existencia, una más entre miríadas de mujeres postergadas por el orden impuesto. Las máquinas son su única compañía, los únicos entes a los cuales puede recurrir, máquinas que admirar por su perfección, tan opuestas a los seres humanos que pululan a su alrededor. Con ellas busca compañía, consuelo, redención y amor, alcanzando un vívido dramatismo que involucra al lector en sus redes dolorosas.
Angélica y el delfín, cuento donde Elena Aldunate muestra una combinación de imaginación fantástica y descripción poética que acompaña muy bien los tiernos ribetes eróticos que representa. Una nadadora arriesgada que sufre desventuras amorosas se interna mar adentro y tiene un encuentro con un delfín cuya inteligencia es admirable: estamos ante un ser racional y afectivo incluso superior a los humanos. En este fortuito encuentro se cifra una esperanza: es posible dar un salto hacia una vida de superior calidad y conciencia. Hay un tránsito muy especial en la historia, algo que equivale al tendido de un puente misterioso entre realidad y fantasía. Cuesta precisar dónde nos ubica la lectura de su cuento: ¿en un ámbito de locura?, ¿somos presas de una fantasía onírica?, ¿una ficción plausible, aunque cercana al límite de lo razonable?
Por último, La bella durmiente es un cuento que se basa en el cuento de hadas clásico, pero recreándolo, reconvirtiéndolo en una historia futurista, invirtiendo su sentido, pues al final no es la mujer la salvada, sino ella la que se erige en salvadora. En un lejano futuro, unos médicos robotizados, que ya poco de humano conservan, realizan un hallazgo sorprendente: encuentran a una mujer posiblemente criogenizada, que procede de un tiempo tan lejano, que viene a ser un fósil viviente en una era contrautópica, donde las emociones, el deseo, han sido relegados al olvido en una sociedad perfecta y mecánica, donde no hay cabida para lo humano.
Tres muestras significantes del talento notabilísimo de Elena Aldunate y que la ubican en un sitio de honor en la ciencia ficción y en la gran literatura nacional, y como una visionaria rebelde respecto del rol de la mujer en nuestra -lo sabemos- imperfecta sociedad.
Antonio Montero
Antonio Montero Abt (1921-2013), nacido en Valdivia, Ingeniero Civil de la Universidad Católica, publicó tres novelas de corte realista entre 1979 y 1985, y tres volúmenes de cuentos con los cuales obtuvo el Premio Municipal de Santiago en 1979 y 1982. Cultivó la ciencia ficción en las novelas Los superhomos (1963), Acá del tiempo (1969), y el volumen de cuentos No morir (1972), todos ellos publicados bajo el seudónimo Antoine Montaigne; aunque estos libros tuvieron bastante éxito, Montero prefirió utilizar un seudónimo para proteger su trayectoria de los menoscabos resultantes de la ignorancia y el prejuicio. Hay que agregar a la lista la novela fantástica El cáliz, Thule y los dioses, su última obra, publicada en 2012 con su nombre verdadero, de escasa repercusión en los medios.
Sin lugar a dudas Montero fue un escritor hecho y derecho, con significativos reconocimientos. Abordó la ciencia ficción en una época donde predominaba (no afirmo que haya desaparecido) el desprecio a la literatura de género, un resultado prejuicioso de la ignorancia que ha afectado a la novela negra, la literatura fantástica y el microcuento, entre otras expresiones literarias más que válidas.
Citando a Hugo Correa, debemos reafirmar que lo único importante es que la literatura sea Literatura, dejando aparte temas y géneros. Así como la mera adscripción de una obra narrativa a un determinado género no otorga categoría literaria por simple decreto; tampoco la niega. Esta condición la ha cumplido muy de lejos la narrativa de Montero, una obra valiosa y perdurable en todos sus aspectos.
Justamente en la intención de revertir este olvido resultante de los perjuicios, la falta de conocimiento y estudio, y la tendencia a creer que la literatura empezó recién y que el pasado es intrascendente, es que dedico unas líneas a su última novela.
El cáliz, Thule y los dioses confirma la destacada trayectoria literaria de nuestro autor. Con ágil y experimentada pluma, el autor nos sumerge en una intriga internacional –tendríamos que decir universal debido la intervención de seres superiores- que nos pasea por el mundo y por la historia remota. Nos remontamos a los orígenes de la Biblia, del judaísmo y de otras religiones anteriores, perdidas en el confín de los tiempos, que señalan la existencia de divinidades tan poderosas como olvidadas La trama de la novela resulta de la acción de esto seres superiores conformando una creciente espiral de tensión.
Cuando la espesa realidad pragmática del neoliberalismo trata de simplificar la vida social, y reducirla al simple manejo de las transacciones comerciales, esta novela nos propone un sistema diferente y oculto: la acción de dioses primigenios, terribles en el ejercicio de su venganza ante las manifestaciones de irreverencia, ambición y codicia de los mortales.
Los protagonistas de esta historia son profundamente humanos, sacudidos por pasiones terrenales, sufrimientos y pérdidas dolorosas, que los van llevando por un destino enigmático y sorprendente. En la novela mucho se mencionan las “librerías de viejo”, donde aguardan escondidos tesoros que conservan las claves de la Atlántida, el Santo Grial, y aquellas necesarias para salvar la humanidad. El cáliz, Thule y los dioses forma parte de estos secretos para descubrir y no será difícil encontrar un ejemplar dada su publicación relativamente reciente por la editorial Puerto de Escape.
Héctor Pinochet, la singularidad fantástica
Héctor Pinochet Ciudad (1938-1998), escritor santiaguino que comenzó escribiendo poesía y abrazó el género fantástico en los 80, con la publicación de El hipódromo de Alicante y otros cuentos (1986, Madrid). De regreso a Chile desde su exilio en Italia, reeditó El hipódromo… en 1992 y luego en 2009. Publicó también La casa de Abadatti (cuentos, 1989).
La obra de Pinochet Ciudad es única en nuestra literatura fantástica, singularísima. Al leer sus cuentos, usualmente de una extensión superior a la normal, entramos a un mundo de sombras y terrores nocturnos, donde las pesadillas acechan tras una realidad precaria. Acá el misterio excede las capacidades de la racionalidad humana y apenas puede intuirse alguna explicación. El escenario se concentra en bares e hipódromos, lugares oscuros y neblinosos, donde los seres de esperanza perdida juegan a los caballos, beben en exceso y sueñan con glorias imposibles a cambio de las cuales pueden vender sus propias almas. Allí se despliega la narrativa del autor, construyendo una historia que va progresivamente generando una imposible verosimilitud, erizando los pelos e involucrando al lector en una espiral de horror.
La soberbia narración que da nombre al volumen nos introduce en forma gradual a un mundo de apariencia normal, donde lo extraño comienza a insinuarse y cautivar al lector con los numerosos enigmas, el poderoso atractivo de lo incomprensible. Todo esto con un lenguaje y una estrategia narrativa de primera línea que contribuyen a crear un ambiente demoniaco, envolvente y pesadillesco. No en vano el escritor argentino César Aira comentó: “Mis amigos chilenos son generosos y me tienen bien diagnosticado: en cada viaje alguien me tiene preparada alguna golosina explosiva, por ejemplo, El Hipódromo de Alicante de Héctor Pinochet”.
La casa de Abadatti, otro relato donde el autor hace gala de su maestría con la fantasía y el terror, con un toque borgeano. Un maestro en la construcción de jaulas para pájaros -entre otros portentos artesanales. Deslumbra al protagonista que hará lo posible por conseguir que haga una especial para él; así de maravillosa es la obra y el hechizo que le ha provocado. Así se inicia una persecución que deriva en una trama intrincada, de creciente intensidad, camino de un destino terrible e irreparable.
El aporte de Pinochet Ciudad a la literatura nacional, no sólo al género fantástico, es de gran macicez, tanto por la calidad de sus argumentos, capaz de cautivar al lector poco aficionado a este tipo de lecturas, como gracias a su lenguaje pleno de expresividad. Ciertamente su muerte prematura nos privó de conocer otras obras de tanta calidad y tan particulares.
He querido compartir con ustedes estas lecturas para confirmar que no todo lo importante ocurre hoy. Hay notables maestros que han hecho un camino antes, facilitando el tránsito hacia nuevos espacios narrativos, no superiores, solo diferentes, para seguir conformando la infinita galaxia de la buena literatura.
En la presentación de EL HIPODROMO DE ALICANTE (Simplemente Editores, 2009) de Héctor Pinochet Ciudad, de izquierda a derecha, los escritores: Virginia Vidal, José Miguel Varas y Max Valdés.
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.