Por Sun Xintang
Hablando de la literatura china, se suele referir a la gran tradición poética en el país oriental, con grandes producciones a lo largo de la historia china alcanzando su auge en la dinastía Tang y Song (siglo VII al siglo XI). Pero entre el océano de registros históricos y textos literarios de China también se puede leer bastantes textos de carácter de ciencia ficción.
Desde la perspectiva de conciencia científica, los antiguos chinos son durante siglos líderes entre los pueblos del mundo: invención de la brújula, el papel, la imprenta, la pólvora, etc; igualmente aparecieron grandes científicos como Zhang Heng, Zu Chongzhi, Bi Sheng, Hua Tuo, Zhang Zhongjing, entre otros. Informaciones abundantes las pueden encontrar los lectores en el gran libro Ciencia y civilización en China de Joseph Needham: siete tomos, 800 páginas.
Esta conciencia naturalmente se ve inmergida en las obras literarias. Cabe decir que en la historia de la literatura china nunca está ausente la fantasía. En las remotas mitologías y leyendas de la antigua China, se encuentran no pocos factores de “ciencia ficción”: algunas registran el antiguo avance científico, otras expresan fantasías superiores al nivel tecnológico de aquel entonces.
El libro Shan Hai Jing (Clásico de las Montañas y los Mares) es el registro cultural y geográfico más temprano de China. Un libro extraordinario de mitos y leyendas de la antigüedad, además de un documento sobre la geografía, la producción y los productos regionales, la etnografía y las costumbres populares. Son visiones fantásticas acerca de lugares exóticos y tierras lejanas, pero las mitologías descritas en esta y demás obras antiguas chinas, tales como “Shu Hai mide el territorio del país”, “Kua Fu persigue al sol”, “Chang’e vuela a la luna”, trazan la formidable imaginación de los chinos en cuanto a la relación entre el ser humano y la naturaleza. Más tarde, las reflexiones de los filósofos chinos sobre el universo, tanto el ideal utópico de los confucianistas, como las interpretaciones taoístas de hombre-naturaleza, se van sumando a la capacidad imaginaria del pueblo chino. Muchas consideraciones descritas en Zhuang Zi, sobre la naturaleza, la sociedad y las mutaciones, hoy en día siguen presentes en las obras de ciencia ficción chinas.
En otro libro Lie Zi, del Periodo de Primavera y Otoño (770 a.n.e.-403 a.n.e.), encontramos el siguiente texto:
El rey Zhoumu regresa del viaje al oeste y en la frontera se encuentra con un artesano que se llama Maestro Yan, quien desea ofrecer algo al rey. Este le dice que se lo traiga el día siguiente.
El maestro Yan visita al rey según la hora indicada. Al verlo venir acompañado, el rey pregunta: –¿quién es ése que viene con usted?
— Es un artista que yo fabriqué, y sabe cantar y bailar.
El rey observa con asombro que el artista camina y detiene, se agacha y se levanta, igual que un hombre. Levanta la cabeza y canta con una linda melodía, extiende sus manos y baila con un ritmo genial. Se mueve de manera muy fluida, libre y natural. El rey, mirándolo, lo confunde con cualquier buen artista, y llama a sus concubinas para presenciar el espectáculo. Antes de terminar la función, el artista coquetea con sus ojos con las concubinas. El rey se pone furioso y ordena matar al maestro Yan. Este, con gran miedo, desmonta enseguida el artista ficticio para mostrar pieza por pieza al rey: cuero, madera, encina, pintura, cal, carbón etc. Viéndolo detenidamente, el rey descubre que este hombre falso tiene todo: hígado, corazón, pulmón, riñón, estómago, huesos, piel, dientes, pelos… Todos artificiales pero al montar de nuevo, el artista actúa como persona. El rey saca su corazón y no habla. Saca su hígado y no ve. Saca su riñón y no camina…
Muy contento, el rey toma este regalo del maestro Yan y regresa a su palacio.
Se trata del primer cuento de ciencia ficción de China, a lo mejor el primero del tema Robot en el mundo. Pero por otra parte, constituye una fantasía de característica bien china: Las descripciones del hombre fabricado en cuanto al corazón, hígado, riñón, etc. son coincidentes con los logros de la medicina tradicional china descritos en el Canon Interno del Emperador Amarillo, obra escrita más antigua y de mayor importancia de la medicina tradicional china, de acuerdo con la filosofía del yin y el yang y de los cinco elementos.
De hecho, en la literatura de ciencia ficción china, abundan textos sobre “robot” o autómatas: en Historia de las Dinastías del Sur, de Li Yannian (siglo VII), está descrito un caballo ficticio que es capaz de hacer todo lo de un caballo verdadero; en Globales crónicas de la corte y del pueblo, de Zhang Zhuo (658-730), un apartado relata un monje budista robot que pedía limosnas, otro narra sobre un alcalde que creó dos robot para que le sirvieran los tragos, también un texto habla del famoso carpintero chino Lu Ban, quien produjo una grulla de madera sobre la cual el hombre puede montar para viajar incluso a otros países; el Romance de los tres reinos, de Luo Guanzhong (¿1330-1400?), una de las obras cumbre de la narrativa china antigua, dedica casi dos páginas a la descripción detallada de fabricación de caballos y bueyes autómatas empleados para la logística de la guerra, invención de Zhuge Liang, primer ministro del reino Shu.
Por otra parte, tampoco falta la diversidad de temas en los textos de ciencia ficción en la antigua China: en los Ensayos de Mengxi, de Shen Kuo (1031-1095), se especifica un remedio que rejuvenece, que vuelve las canas en pelo negro, lo que nos recuerda la novela El curioso caso de Benjamin Button de Scott Fitzgerald; y el mundo idílico y utópico que se expresa en Fuente de Flor de Melocotón, de Tao Qian (365-427), da asociaciones con los ideales de Tomás Moro; El espejo de las flores, de Li Ruzhen (1763-1830), relata otra utopía feminista bien célebre en China hasta nuestras fechas, a través de las aventuras de cien mujeres de talento en treinta reinos imaginarios, lo que le sirve para criticar la China de su tiempo– en esos reinos las mujeres tienen derecho a presentarse a los exámenes públicos, estudian, se casan libremente, escapan a la servidumbre de los pies vendados y del concubinato. En fin, una historia comparable con Los viajes de Gulliver.
Con todo esto, se ve que en la antigua China no faltaba ciencia, tampoco fantasía, o mejor chino, fue una tierra fértil de la ciencia ficción. Aunque en este océano de literatura antigua china los textos de carácter ciencia ficción ocupan una mínima parte, y el confucianismo, ideología oficialista a lo largo de dos mil años en la historia china, rechaza la fantasía, se ha mantenido una corriente pequeña pero continua en lo que se refiere a la ciencia ficción. Para finales del siglo XIX, cuando la ciencia moderna entró en China y los chinos empezaron a asimilar los frutos occidentales, en el país oriental nació la literatura moderna de ciencia ficción.
Kēhuàn, la palabra china de ciencia ficción, es un término importado desde Japón, traducido del inglés, después de que aparecieron las primeras traducciones al chino, a manos de grandes literatos como Liang Qichao, Lu Xun, de obras extranjeras de este género literario, sobre todo las de Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Shunro Oshikawa, entre otros.
En 1904 salió a luz la primera novela china de ciencia ficción propiamente dicha, titulada Migración a la luna, de cuyo autor hoy día no se sabe más que el seudónimo de Huangjiang Diao Sou. A partir de allí, este género literario empezó a vivir un desarrollo constante en China, con importantes producciones y numerosos autores sobre todo en las últimas cinco décadas, para llegar a merecer el premio Hugo en 2015 y 2016 respectivamente con El problema de los tres cuerpos de Liu Cixin y Entre los pliegues de Beijing de Hao Jingfang.
Sun Xintang, subdirector del Centro Regional de Institutos Confucio para América Latina. Fue director del Instituto Confucio de la UNAM (México), director del Departamento de Español de la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing, China. Licenciado en filología hispánica por la Universidad de Lenguas Extranjeras de Luoyang, máster en traducción por la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, estudió doctorado en lingüística en la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai. También fue profesor visitante en la Universidad Antonio de Nebrija, Universidad Rey Juan Carlos y en la Universidad de Alcalá (España), en el Instituto Politécnico de Leiria (Portugal). Es autor de varios libros de materiales de enseñanza de español para estudiantes chinos. Ha traducido de chino a español a varios escritores y a una decena de poetas chinos. Es también traductor al chino de cuentos de Juan Marsé y de Ramón Díaz Etérevic, y poemas de Manuel Cuautle y Margarito Cuéllar. Es coordinador académico de los proyectos de traducción «Joyas de Literatura Contemporánea China» y «Obras Selectas de la Narrativa China», de más de treinta títulos literarios. Ha impartido cursos y conferencias en una veintena de universidades de América Latina y de España.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…