ulisesjuarez2Tenemos el gusto de presentar al joven narrador nicaragüense Ulises Juárez, quien fuera nominado en 2011 como uno de Los 25 secretos mejor guardados de América Latina por la 25ª. Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El cuento Amor interrumpido forma parte del recientemente publicado volumen Los días felices (Costa Rica: Uruk editores, 2011). Humor, juego, melancolía, entretención son materiales que caracterizan la escritura de Juárez.

Amor interrumpido

La noche que las conocí se jugaba la final del Campeonato Mundial de Beisbol, un juego memorable en que intercambiábamos ceros con Cuba y el Estadio Nacional parecía derrumbarse por los fanáticos poseídos.

Yo había bajado a los baños en el noveno inning, apresurado por no perderme el turno al bate de Cheslor Cuthbert, el niño-promesa que jugaba con los Reales de Kansas City y que durante el campeonato había bateado casi perfecto, para agenciarse la Triple Corona con apenas veinte años. “Este maje la va a reventar”, dijo Uriel, y sentenció, “aquí anotamos la del gane”, seguro que rompíamos ese embrujo a cero.

Pero el ser humano tiene que hacer lo que el ser humano tiene que hacer. Cuando la vejiga empezó a reclamarme groseramente, salí disparado en busca del urinario. Llegué e hice lo mío con una rapidez jamás vista, y mientras me subía el zíper escuché cómo retumbaba la estructura de cemento cuando los parlantes anunciaban que el “Costeño Maravilla” se cuadraba frente al espigado Norge Luis Vera.

Lo que vino a continuación debe ser propio de un sketch de Luis Enrique Calderón o Eugenio Derbez, porque siempre pasa algo catastrófico cuando uno persigue la felicidad. Antes de salir del baño tropecé, rodé sobre el piso como acróbata circense y terminé con la cabeza completa de cara al pasillo, lo que me confirmaba que aquello que dicen sobre la salubridad de los baños públicos era cierto y me hacía creer que mi mala suerte no podía empeorar. Hasta que escuché el grito de “se va, se va, se va, se va, y se fueeeeeeee la pelota”. Jonrón de Cheslor Cuthbert y yo lampaceando con mi cuerpo el baño del estadio.

Entonces un destello de luz apareció al final del túnel. Mejor dicho dos destellos de luces. Mientras ellas cruzaban frente a mí sin siquiera dignarse a verme en su coqueteo cruel, me enamoré de ambas en ese primer encuentro. Supe entonces que conquistarlas no sería fácil, teniendo el reto de también enamorar a su guardiana, Anasha Allen, sin dudas la mujer más fea de todo el Caribe y sus alrededores.

¿Pero cómo vivir mi historia de amor obviando que Anasha Allen, fealdad aparte, tenía las nalgas más extraordinarias que hombre o mujer hubiese encontrado en esta o cualquier otra vida, y que justamente yo me había enamorado de ellas dos? El destino es así, feroz y tosco, quizás más irónico, porque esta mujer que me recordaba tan fielmente a los versos de Oliverio Girondo, que citan a “una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias”, esta misma mujer, tenía, como he dicho y con el perdón de las damas aquí presentes, las nalgas más exquisitas y trasatlánticas, elevadas como si una percha invisible las mantuviera apuntando a las alturas, hacia el Paraíso, de donde seguramente provenían. No era preciso más para que yo estuviera rendido a sus pies. Bueno, también estaba rendido a sus pies por mi accidente en el baño, caí en la cuenta, y si algo bueno habría de sacar de este incidente tendría que aprovechar ese segundo exacto en que ambas pasaban frente a mí.

Partido en dos, una mitad planeaba cómo presentarme a esa mujer-espanto sin que mis dos amores se pusieran celosas, y la otra mitad me fantaseaba en Corn Island tomando el sol feliz, ellas bailando palo de mayo y yo cantándoles feliz como lombriz mis guasiruquitas, lindas palomitas, vénganse mamitas que las voy a acurrucar. Así pues, sin terminar de incorporarme, con todo mi peso sobre una rodilla, yo un Romeo fatalmente enamorado, estiré mis brazos agarrando una pierna de Anasha Allen y, frunciendo mi frente ante aquella imprudencia mía, a ojos cerrados, mis labios inquietos se clavaron en uno de los destinos que mi vida me había trazado: el glúteo izquierdo caribeño, caoba achocolatada, que resaltaba sobre la licra blanca. Ese instante fue el mejor de toda mi vida, si fuera más extrovertido les diría que el éxtasis fue tal que olvidé hasta donde estaba. También ayudó a esto último Anasha y su bolso, que inhumanamente me enviaron a la inconsciencia más desoladora.

Pobre de mí.

Cuando desperté, Uriel y alguien que no reconocí me llevaban cargado hacia la salida del estadio. El desborde por la victoria pinolera era tal que Uriel gritaba sonoro hasta ponerse rojo, lástima que yo solo escuchaba un perpetuo pitido en el oído, donde el bolso de Anasha destruyó mi felicidad.

En el parqueo una gran muchedumbre sacaba en hombros a Cheslor Cuthbert, el héroe del partido. Para un fanático del beisbol como yo, ganarle a Cuba fue el gustazo que hubiera barrido con todos los pedazos de mi corazón roto. Pero vino el trancazo y fue peor. Cheslor Cuthbert se acercaba a Anasha Allen, tomaba sus manos y sin importarle la fealdad de su rostro la besaba apasionadamente en la boca, mientras sus dedos bajaban impertinentes a saludar a mis dos amores.

¡Hijas de su Pink Floyd!

Mi cólera y despecho fueron tales que deseé que la fealdad de Anasha Allen también descendiera a sus nalgas, que aquellas dos ingratas que habían roto mi ser se llenaran de granos y celulitis, y que poco a poco la gravedad fuera siniestra y las acercara, a ambas, a setenta y ocho centímetros del suelo, como insinuaba el mismo Oliverio.

Pero con ese verso, y ahí mismo, reconocí mi problema: díganme aquí los caballeros presentes, después de conocer dos nalgas etéreas como las de Anasha Allen, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos cualquier otro par terrestre?

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Ulises Juárez Polanco (Managua, Nicaragua, 1984). Autor de las colecciones de cuentos Siempre llueve a mitad de la película (Nicaragua, 2008), Las flores olvidadas (México: FONCA/AECID, 2009) y Los días felices (Costa Rica: Uruk editores, 2011). Entre otras recopilaciones, es uno de solo dos autores incluidos en los dos volúmenes de la Antología de la novísima narrativa breve hispanoamericana, que reúne “a los escritores de ficción más prometedores menores de 27 años”, editada por Unión Latina en 2006 y 2009. En 2011 fue nombrado uno de Los 25 secretos mejor guardados de América Latina por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Sitio web: http://www.juarezpolanco.com