Manuel Rojas

Hijo de padres chilenos, Manuel Rojas Córdova y Dorotea Sepúlveda González, Manuel Rojas nació en Buenos Aires, el 8 de enero de 1896. Su infancia y adolescencia transcurrieron en Argentina, donde realizó diversos oficios como aprendiz de carpintero, mecánico, electricista, vendimiador y peón del ferrocarril trasandino.

En esta época tomó contacto con grupos anarquistas, los que mantuvo incluso después de su regreso definitivo a Chile.

En 1912 atravesó a pie la Cordillera de Los Andes y llegó, por segunda vez, a Santiago de Chile. Durante los primeros años de estadía en el país desarrolló variados oficios, a la vez que continuó sus actividades anarquistas enviando artículos al períodico bonaerense La Batalla. Producto de estas actividades, en 1915, fue tomado preso en Valparaíso por razones políticas.

En 1918, se integró a la compañía teatral de Alejandro Flores para trabajar como apuntador. También trabajó como linógrafo en el diario La Opinión, en la revista Numen y en El Mercurio. Viajó a Montevideo con la compañía de teatro y se empleó como linógrafo en La Época y La patria degli Italiani de Buenos Aires.

En 1922, en Buenos Aires, obtuvo el segundo premio en el concurso del diario La Montaña, con su relato “La laguna”. Poco después su relato “El hombre de los ojos azules” obtuvo el segundo premio en el concurso de la revista bonaerense Caras y caretas.

En 1924 regresó a Chile y comenzó a colaborar con distintos diarios: El Diario Ilustrado, La Nación, El Mercurio y Federación Obrera, este último dirigido por Luis Emilio Recabarren. Gracias a la intervención de Eduardo Barrios, ingresó a la Biblioteca Nacional con el grado de bibliotecario tercero.

En 1931 su obra Lanchas en la bahía fue premiada en el concurso literario del diario La Nación. En este período trabajó como corrector de traducciones en la Editorial Universitaria y Editorial Ercilla. Fue designado director de prensas de la Universidad de Chile. A partir de 1936 fue redactor del diario Las Últimas Noticias. Este mismo año fue elegido Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile.

En 1951 publicó su novela Hijo de ladrón, que originalmente se llamó Tiempo irremediable.

El 14 de junio de 1957, un jurado compuesto por el rector de la Universidad de Chile, Juan Gómez Millas, y los escritores Ricardo Latcham y Carlos Préndez Saldíaz, en representación de la SECH, le otorgó el Premio Nacional de Literatura.

En adelante Manuel Rojas dictó conferencias en distintos países, desarrollando una interesante labor docente. En los últimos años de su vida colaboró en el diario El Clarín.

Murió en Santiago el 11 de marzo de 1973.

Presentación

 “Nunca he podido pensar como pudiera hacerlo un metro, línea tras línea, centímetro tras centímetro, hasta llegar a ciento o a mil, y mi memoria no es mucho mejor: salta de un hecho a otro y toma a veces los que aparecen primero, volviendo sobre sus pasos sólo cuando los otros, más perezosos o más densos, empiezan a surgir a su vez desde el fondo de la vida pasada”. Manuel Rojas fue un escritor autodidacta que revolucionó la forma narrativa, rechazando el realismo tradicional del naturalismo y criollismo en boga hasta la fecha, cambiando las estructuras y el lenguaje tanto como la sensibilidad de los personajes y las situaciones narrativas. Incorporó a la literatura chilena rasgos propios del superrealismo, que comienzan a aparecer en la generación de 1927, a la que se adscribe Manuel Rojas, junto a otros autores de carácter innovador como Juan Emar y Salvador Reyes.

Este destacado autor, introdujo el monólogo interior (o corriente de la conciencia) en su novela Hijo de ladrón , en forma más específica en el fragmento conocido como “La herida”. Es la primera vez que en la narrativa chilena aparecen en forma consciente los procedimientos utilizados en la novela anglosajona, sobre todo por James Joyce y William Faulkner.

Otro rasgo importante en las innovaciones narrativas que aportó Manuel Rojas a la literatura nacional, es la incursión sicológica y existencial en sus personajes, situados en la condición de marginalidad social, personajes tales como ladrones, pescadores, aventureros, actores de teatro, bohemios, anarquistas, obreros revolucionarios y adolescentes en su proceso de formación. Uno de sus personajes más importantes, Aniceto Hevia, es precisamente un adolescente en formación, a la que asistimos en la conocida tetralogía de aprendizaje, constituida por las novelas Hijo de ladrón (1951), Mejor que el vino (1958), Sombras contra el muro (1964) y La oscura vida radiante (1971).

La obra de Manuel Rojas tiene fuertes rasgos autobiográficos. El mismo autor fue protagonista de aventuras como atravesar la cordillera de Los Andes a pie por el Cajón del Maipo, y desempeñar múltiples oficios en su vida, tales como apuntador de teatro, cuidador de faluchos (lanchas) en Valparaíso, obrero y viajero incansable; experiencias que quedaron plasmadas en textos como A pie por Chile, Lanchas en la bahía o los escritos recogidos en su Antología Autobiográfica.

Una de las experiencias más importantes en la formación intelectual de Manuel Rojas, fue el contacto con los integrantes del movimiento anarquista de la época, entre los que se encontraban el escritor José Santos González Vera (1897-1970) y el malogrado joven poeta José Domingo Gómez Rojas, quién fue el que lo incentivó y convenció de su vocación literaria. Dan cuenta de ello variadas entrevistas y artículos y notas periodísticas y su propia obra, sobre todo su última novela La oscura vida radiante.

A partir de estas experiencias, además de su nutrida obra narrativa, Manuel Rojas escribió textos de carácter teórico, como Apuntes sobre la expresión escrita y una Breve historia de la literatura chilena. Además colaboró regularmente con variados artículos en la revista Babel. También incursionó en la poesía, tempranamente, con el soneto “Gusano”, antologado en la revista Los Diez, los libros Tonada del transeúnte (1927) y Deshecha rosa (1954).

Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1957.

En: Memoria Chilena .