Premio Iberoamericano de Letras “José Donoso”

Por Jorge Núñez Alvarado

 La superstición no siempre trae mala suerte

Los días martes 13 no han sido de mal agüero para este escritor –de profesión etnólogo-, quien con su estatura mediana, aspecto grácil y simpatía casi genética trata de exorcizar la creencia de que en este día de mala suerte No te cases ni te embarques. Todo lo contrario. 

 Un día martes 13 de enero de 1994 al autor se le otorga el Premio Nacional de Literatura de Cuba, y recientemente, el martes 13 de noviembre en el salón de honor del campus Santiago, de la Universidad de Talca, situada en la comuna de Providencia, Antonio Skármeta, Federico Schopf, Soledad Bianchi, Hernán Miranda, Poli Délano, Santiago Olmos, Jaime Valdivieso, autoridades diplomáticas, académicas, del sector financiero y habitués a cócteles se dieron cita para acompañar a una voz primigenia, de auténtica originalidad.

Una obra fundacional

Considerado el precursor de la novela testimonio –Biografía de un cimarrón (1966), Canción de Rachel (1963) y Gallego (1983) por caso– en que los placeres cotidianos, las calles y sus temperaturas, los brillos de la luz y el agua, retratos e interiores de personajes populares y las cuestiones de raza son la poética nómada de Miguel Barnet, una suerte de escritura en off para que los “narradores orales”, aquellos de carne y hueso, le dicten una radicalidad literaria que no pertenece al almibarado de los tiempos que corren, ya que el “advenimiento de la Revolución Cubana me hizo tomar conciencia de mi propia identidad” y “hallé a mis personajes: esclavos, cimarrones, coristas, gallegos que en alpargatas y sacos de lana huían de la bruma, el hambre y el servicio militar”, aclara.

-¿Cómo está su ego al recibir una distinción que cada vez logra mayor prestigio y de la cual ya han sido beneficiarios José Emilio Pacheco, Isabel Allende, Antonio Cisneros, Ricardo Piglia y António Lobo Antunes?

 -Si algo aborrezco yo en la vida es la falsa modestia porque han sido éstos, los falsos modestos, los que han navegado por la vida cometiendo felonías. Mi ego está muy satisfecho por cuanto lleva el nombre de un colega a quien admiro ante su entrega devota a la literatura sin hacer concesiones mercantiles. Es un escritor de texturas, profundo.

-El haber recibido el galardón, dotado de veinte mil dólares, ¿le provoca la sensación de temor ante el éxito? Hay quienes consideran que lo peor que le puede suceder a un escritor es el éxito.

-Yo no creo en el éxito. Creo que la satisfacción que da un premio, lo que significa es en realidad un reto por cuanto debo afilar más la pluma y ocuparme más de la obra de mi mismo que atender otros aspectos menos relacionados con la escritura y más con mi profesión de etnólogo. Además, a mis cerca de setenta años enterarme de quién soy es algo de gran responsabilidad. Es una buena tarea. Por lo mismo, por el tipo de literatura que he hecho, no le tengo miedo ni al éxito ni al fracaso. Se añade que vivo en un país en perenne peligro y he perdido el miedo.

La cuestión pulsional

-Inherentemente adhiere a la Revolución pero, ¿aún conserva el sistema de creencias marxista?

-No puedo decir que sea marxista porque soy un poco supersticioso, ¿me entiende?

-(…)

-Quiero decir que si alguna filosofía tuviera que asumir sería el marxismo, es decir, el método de análisis histórico. No milito en ningún partido y me gusta mucho ser un electrodo suelto pero amo mucho a Cuba –mi país–, admiro mucho a la Revolución Cubana por todas las cosas que ha hecho y muy personalmente a Fidel Castro, que es un hombre que no es perfecto porque no es un Dios pero reivindico mucho los valores del pueblo cubano que estaban apagados, trasuntados, denostados. Estamos en un proceso de evolución hacia el mejoramiento del socialismo.

-Se suele especular con quienes salen de la Isla y luego regresan con dinero, deben hacer un aporte determinado a la Revolución. ¿Es así esto?

-Cada cubano que vive en la Isla le ha dado toda su vida. Y también yo le seguiré dando toda mi vida. Siempre he dicho que me casé con Cuba pero nadie me dice que yo debo darle algo a la Revolución. Eso que usted señala es una gran farsa. Quizás haga una contribución a la fundación Fernando Ortiz que dirijo pero nunca se me ha dado obligado a donar dinero.

-Ha señalado que ora debe afilar más la pluma. ¿Quiere con ello señalar un tipo de relación con la página en blanco? ¿Cómo se relaciona con ella?

-Cuando me dedicaron la Feria del Libro en Cuba hablé de esto, que la página en blanco es un gran reto al que tiene que enfrentarse un escritor, es en el único misterio que creo.

-Huelga la pregunta, ¿Usted, Miguel Barnet, establece una relación visceral, intelectiva con la literatura?, porque de acuerdo a lo que señala pareciere que a la literatura se le mira como se mira a lo imposible…

-En corto: mi relación con la página en blanco es visceral y con la literatura es táctil; de hecho yo no escribo en computador porque requiero oler el papel, moldear las palabras, me gusta subrayar, borrar, hacer yo mismo mis correcciones. Me gusta, además, contemplar la página en blanco. Y cuando está llena la leo muchas veces para que sea a mi antojo.

-Un escritor como usted, ¿abandona la novela o es ella la que lo abandona?

-Mis novelas las concluyo de una manera muy dramática…

-¿Las corrige demasiadas veces?

-No, no es eso. Es que casi todas mis novelas están relacionadas con personajes de carne y hueso. Por ejemplo, cuando terminé la novela Gallego, como a las cuatro de mañana, leí que decía al finalizar Y ahora, qué voy a decir ya. Es que yo creo que todo escritor se trasviste, adopta perspectivas de los personajes.

-Entonces, ¿quien habla no es quien escribe y quien escribe no es quien existe?

-Mire, yo soy antropólogo y soy poeta. Creo que todos mis personajes contienen algo de mí y todas las novelas son algo sustancial.

-Finalmente, ¿cómo cree Miguel Barnet se inscribe su novela en el imaginario latinoamericano?

-Se instala muy orgánicamente porque el imaginario latinoamericano requiere de muchas búsquedas: de identidades de valores éticos y mi poética se inscribe en lo no críptico, equidistante de lo hermético. Busca la esencia humana, la conmoción. Creo en el mensaje, no soy estructuralista, más bien impresionista.

-Impresionante han dicho sus colegas escritores…

-Yo quiero que cuando me lean, el público sienta una identificación con el tema, con la mirada. Una vez estaba en una esquina esperando una guagua (micro) y vino un vendedor de periódico, negro, y me ha dicho: Me acabo de leer tu novela (refiriéndose a Biografía de un cimarrón). ¿Y te gustó? Sí, porque no parece novela.

Jorge Núñez Alvarado (1963), periodista y escritor.  Miembro del Colectivo de Escritores Jóvenes, de instituciones relacionadas, colaborador de Artes y Letras y secretario de redacción de revista Pausa, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. En 1991 publica el volumen “Luna Frustrada” y actualmente perpetra el libro ensayo “La Transcripción de Santiago”.