Planetas invisibles

Antología de ciencia ficción china contemporánea editada por Ken Liu, Alianza Editorial, Madrid, 2017, 382 pp.

Esta magnífica antología vino a dar a mis manos debido a la visita a Chile que realizó el escritor Chen Qiufan en septiembre de 2018, invitado por el Centro Regional Confucio para América Latina. Tuve el honor de presentarlo en una velada organizada por el Centro Confucio, que dirige con mano certera el doctor en literatura Sun Xintang. Chen Qiufan es uno de los narradores de ciencia ficción chinos más destacados de la generación que anda cerca de los 40 años, que es la representada en esta selección.

Lo primero que acude a mi pensamiento es la convicción de haber leído un libro estupendo, donde se siente la presencia del nuevo mundo que va gestándose dentro de nuestra sociedad contemporánea. Los efectos de la tecnología, la transformación del medio ambiente, la posible declinación de nuestra civilización, la conquista del espacio, la presencia de otras razas inteligentes: encontramos aquí un amplio inventario de las posibilidades que ha recorrido la ciencia ficción.

Cabe destacar la presencia de los conflictos humanos como una cuestión central en las tramas de las historias consignadas. La fantasía científica es el escenario donde se montan estas historias donde el ser humano -o sus obras humanistas- constituyen el núcleo de la problemática. Cada cuento aborda, con desarrollo bastante extenso, una temática que habla de las problemáticas actuales y permanentes, hipertrofiadas por la trasmutación tecnológica futurista.

De Chen Qiufan, prolífico y premiado narrador, se incluyen los cuentos: El año de la rata, El pez de Lijiang y La flor de Shazui.

El año de la rata aborda la alienación del ser humano en la guerra contra las feroces neorratas transgénicas que ha creado una sociedad hipertecnologizada. Como toda guerra, los verdaderos intereses en juego no se alcanzan a percibir por parte de las personas involucradas directamente en los atroces combates. La historia es escrita por esos titiriteros invisibles y poderosos que rigen el destino. De pronto todo se resuelve sorpresivamente, la guerra acaba y vienen fiestas y homenajes a los héroes sobrevivientes. Una excelente metáfora de la guerra en nuestra historia.

El pez de Lijiang describe la vida de un trabajador estresado que se va de vacaciones a la ciudad ideal, la bella Lijiang (que tuve la suerte de conocer gracias a un congreso literario; bella por el paisaje, el entorno y la ciudad histórica, muy turística y bien equipada). Lijiang es una ciudad que ofrece encantos, ilusiones y espejismos robóticos y tecnológicos al paciente que requiere rehabilitación, destruido por la sobreexplotación y la adicción al trabajo. En un extraño ambiente, el protagonista, duerme, come, se emborracha, tiene sexo, para al fin regresar a su cotidianidad laboral. Una parábola de un sistema que conocemos bien.

La Flor de Shazui es una historia de amor, ambición, lucha por el poder y realidad aumentada, tecnología que constituye un elemento trascendental de esta narración. El escenario está dominado por una hipercompetencia que maximiza el individualismo en un mundo levemente futurista, unos pocos más adelante, y muy similar en lo social.

La segunda autora antologada es Xia Jia, primera doctorada china en ciencia ficción. En el libro se incluye un interesante ensayo suyo sobre el tema. De ella se incluyen los relatos Cientos de fantasmas desfilan esta noche, El verano de Tongtong y El paseo nocturno del dragón equino.

Cientos de fantasmas desfilan esta noche destila poesía, belleza y fantasía: describe la vida de un niño criado por fantasmas. Cito: “Un fantasma no le puede hacer daño a una persona de verdad, Es una de las reglas del juego”. Aquí el lector hallará una historia onírica, maravillosa, que constituye una autentica experiencia estética, de alto valor literario.

El verano de Tongtong es una bellísima y tierna historia acerca de la relación entre un abuelo y su nieta, a los que se une un fundamental robot cuidador del anciano, que logra revitalizarlo gracias a las posibilidades de las nuevas tecnologías. Muerte y vida se entrelazan en una suerte de epifanía de la humanidad, donde la poesía está siempre circundando el desarrollo de la trama.

La tercera narración de Xia Jia se titula El paseo nocturno del dragón equino. Es la única que no tiene personajes humanos, pero si humanizados. Sobresalen la belleza de la trama y el cuidado lenguaje. Los personajes son entrañables y sus conversaciones son un regalo de fineza, profundidad y sabiduría. Dentro del relato hay microrrelatos incluidos, por ejemplo, este:

Una joven que nunca antes se había enamorado lo hizo de un extranjero a quien conoció en un programa de contactos de su teléfono móvil, pero luego descubrió que en realidad hablaba con un programa de conversación perfecto. Pero aquel chico digital también la amaba, y vivieron juntos una vida muy feliz. Después de morir, un registro de la vida de la mujer (y sus tristezas y alegrías, sus acciones y reacciones) se subió a la nube, y se convirtió en una diosa para las personas y las IA.

Otro de los autores es Mo Boyong, quien entre sus múltiples actividades, cultiva el wuxia (fantasía de artes marciales, que ha puesto en boga el cine), la ucronía y otros ámbitos de la fantasía. Se incluye un solo cuento suyo, La ciudad del silencio.

La ciudad del silencio es una sátira distópica colindante con la caricatura respecto de la censura a la libertad de expresión. En mi opinión aplicable a cualquier gobierno de la actualidad, de un estado o una corporación multinacional, sobre todo a los más poderosos, que cuentan con recursos económicos y tecnológicos ilimitados. Es un relato asfixiante, una hipertrofia de la censura a las palabras, que para quien vivió -como yo- una larga dictadura, rememora momentos terribles.

La cuarta cuentista incluida es Hao Jingfang, narradora de amplio rango, pues no se dedica exclusivamente a la literatura fantástica. En la antología está representada por dos cuentos: el que -con justicia. da título a la compilación, Planetas invisibles y Entre los pliegues de Pekín.

Planetas invisibles es un saludo bellísimo, metafórico, profundo a Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino. De alguna manera también es un homenaje a ese otro maravilloso libro: El hacedor de estrellas de Olaf Stapledon. Es un recorrido por diversos planetas para dar cuenta de la multiplicidad de mundos y “humanidades” (en el sentido génerico de formas colectivas de seres inteligentes) que dan cuenta de una prodigiosa y prolífera imaginación.

Entre los pliegues de Pekín se describe una posibilidad de futuro más o menos cercano. Tres ciudades coexisten en el tiempo: mientras dos duermen, obligadamente, la otra está activa. Esto sobre la base de tres jerarquías económico-sociales que obedecen a un equilibrio -como puede esperarse- desigual. Moverse entre esos mundos coexistentes está prohibido. El protagonista desafía esa regla en una aventura increíble.

Tang Fei, la quinta cuentista de la antología, se dedica a la fantasía en amplio sentido, además de la danza y la fotografía. Se incluye su cuento Chica de compañía.

Chica de compañía es una narración que puede ser (o no) clasificada dentro del género fantástico, debido a la manera ambigua de narrar que cultiva la escritora, donde la sensualidad juega un rol esencial. Podría tratarse de un mundo convencional “extrañado” por la protagonista y la forma de narrar. O, al revés, un mundo muy diferente, atenuado por el relato. Un relato que ofrece una puerta a otro mundo paralelo. O quizás al verdadero.

Cheng Chinbo es un autor difícil de catalogar pues utiliza la metáfora, aborda lo onírico y utiliza estructuras que ofrecen complejidad. La tumba de las luciérnagas es el relato de su autoría incluido en la antología.

La tumba de las luciérnagas es un maravilloso cuento de hadas que describe un apocalipsis universal. El mundo se acaba y los sobrevivientes huyen del colapso en una procesión mágica y maravillosa, cargada de imágenes sorprendentes, deslumbrantes, amplificadas por la belleza de lenguaje.

Liu Cixin es el buque insignia de la ciencia ficción china, conocido por la exitosa serie de novelas referidas a Los tres cuerpos, cuya primera novele, El problema de los tres cuerpos ganó el Premio Hugo en 2015 (primera novela traducida al inglés que ha obtenido el galardón). Se incluyen dos relatos del autor: El círculo y Cuidando de Dios.

El círculo es una historia que se desarrolla dos siglos antes de la era cristiana. Es una sublime metáfora de la computación que tiene en sus imágenes mucho de wuxia. El rey Zeng le ordena a Jing Ke realizar el cálculo del número Pi con 10.000 dígitos en dos años: una tarea imposible para la tecnología de la época. Ese es el comienzo de una historia excéntrica, brillante que deslumbrará a cualquier lector.

Cuidando de Dios es una historia de desembarco alienígena tan diferente y disparatada que oscila entre el absurdo, lo cómico y lo trágico. No obstante, se erige en una posible explicación del origen de la humanidad, creada por unos dioses -una civilización poderosa- cuya ciencia les permite diseminar la vida inteligente por el universo. Los dioses decaen y se tornan débiles, terminales. No hay poder eterno.

Tras esta pormenorizada reseña de la antología Planetas invisibles, debo declarar que su lectura me ha producido una honda conmoción, que por suerte he recibido muchísimas veces en la vida, pero que cada día es menos frecuente. En la literatura fantástica esa conmoción me la produjeron, a su momento, ciertos libros como Crónicas marcianas y Las doradas manzanas del sol de Ray Bradbury, El sol desnudo de Isaac Asimov, El Hacedor de estrellas de Olaf Stapledon, Las cosmicómicas de Italo Calvino, Un mundo feliz de Aldous Huxley, o -con sus dos siglos de edad- Frankenstein de la notable Mary Shelley. La conmoción a la que me refiero resulta de la convicción de estar ante una propuesta nueva, que abre nuevos espacios de imaginación y escritura.

De la gran China, de su historia y cultura milenarias, de su crecimiento económico vertiginoso y asombrosas dotes para combinar capitalismo y socialismo. Tal vez este siglo sea de la literatura china, como el anterior lo fue -es mi creencia- de la literatura norteamericana: múltiple, desafiante, crítica, renovadora, dinámica, sorprendente. Una especie de correspondencia entre el desarrollo social y económico, y las crisis propias del crecimiento, amplificadas por los poderes de la razón y la imaginación. Es suma, Planetas invisibles es una lectura recomendada para cualquier lector, más allá de las distinciones de géneros y subgéneros, que no son más que marcos de referencia para un solo campo: el de la gran literatura de un tiempo.

Diego Muñoz Valenzuela